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Un buen líder comparte y deja clara la visión a su equipo


(Lección 6)

Un buen líder comparte y deja clara la visión a su equipo (Lección 6)

Jair dijo no estar de acuerdo ni con la idea que esbozaba el pastor, ni con el propósito que lo animaba.

Dame una razón para no compartir la propuesta”, le inquirió su líder. “No, sencillamente creo que las cosas deberían ser diferentes e ir en otra dirección”, se defendió el joven profesional, recién llegado al equipo de trabajo.

La situación tomó por sorpresa a todos. Es más, sembró la semilla de la duda y pronto, en una reunión que tano solo duró 45 minutos, terminaron echando por tierra una iniciativa que pudo arrojar resultados satisfactorios. No se dieron a la tarea de revisarla, despejar inquietudes y quizá mejorarla o, definitivamente, desecharla.

Si no ha vivido la experiencia, lo felicito. Si atravesó por esa situación, lo comprendo. Cualquiera que sea su realidad me permito recordarle que un escenario así, conflictivo y desalentador, tiene origen en dos factores claves: El primero, no compartir y contagiar a los miembros del equipo sobre la visión y acciones a adelantar, y el segundo, no saber elegir a sus inmediatos colaboradores.

Un problema: No saber escoger a los colaboradores

Con frecuencia los líderes escogen a sus inmediatos colaboradores a partir de una apreciación a priori. Bien porque tienen en cuenta sus aptitudes o actitudes relevantes, por el grado de experiencia que dicen tener o sencillamente, por la locuacidad y hasta elocuencia de sus intervenciones.

Creería que a la mayoría de quienes trabajamos con personas nos ha ocurrido. En cierta medida nos dejamos mover más por el corazón que por la razón. Como es natural las consecuencias terminan siendo desastrosas.

Antes de escoger a sus discípulos, nuestro Señor Jesús— siendo Dios hecho hombre— pidió guía al Padre.

Lucas relata: "En esos días El se fue al monte a orar, y pasó toda la noche en oración a Dios. Cuando se hizo de día, llamó a sus discípulos y escogió doce de ellos, a los que también dio el nombre de apóstoles:…” (Lucas 6:12, 13. La Biblia de Las Américas)

Piense por un instante cuántas decisiones equivocadas ha tomado, sencillamente porque no pidió orientación al Señor. Lo más probable es que se dejó mover por las emociones. Una vez incurrió en el error, cayó en la cuenta. Las devastadoras consecuencias le hicieron entrar en razón.

Si ha vivido un momento así es tiempo de cambiar. Acoja la enseñanza del motivador cristiano y autor, John Maxwell, quien enseña: “Un hombre debe ser suficientemente grande para admitir sus errores, los suficiente inteligente para sacar provecho de ellas y lo suficiente fuerte para corregirlos.”

En adelante no tome ninguna decisión, y más si se trata de desarrollar trabajo en grupo, sin antes consultar la voluntad de Dios. Le asegura la victoria y disminuye los niveles de riesgo por fallas en los pasos que da, entre otros, rodearse de personas que le ayuden en la tarea.

Contagie a los demás de la visión

Cuando leemos la historia de Noé y la forma extraordinaria como Dios lo llamó a construir el arca, no se menciona el equipo de trabajo. Sin embargo es evidente que tuvo colaboradores en la ardua tarea. Él solo no habría podido orientar y ejecutar los trabajos.

Sobre esa base, es evidente que supo transmitir la visión. No de otra manera se explica que le siguieran en su propósito de levantar una enorme embarcación en medio de un territorio donde ni siquiera llovía.

La clave está en saber compartir y contagiar a sus colaboradores con la visión y metas que se procura alcanzar.

John Maxwell instruye que: “Un líder es aquel que conoce el camino, va por el camino, y muestra el camino.”

Ingredientes para compartir la visión

¿Cómo hacerlo? Con varios elementos sencillos: Claridad, convicción, imagen definida y entusiasmo.

Imagine a alguien que saca mercaderías en una zona concurrida. Tiene todo tipo de productos pero no sabe cuál es el principal. Y, además, cuando los ofrece a los transeúntes, lo hace con desgano. ¿Cree usted que vendrá algo? Por cierto que no. Quienes debemos estar convencidos de cuanto vamos a hacer, somos usted y yo. A esa convicción debe sumarle claridad al transmitir las ideas, hacerlo de una forma práctica para que todos entiendan a dónde queremos llegar y, con entusiasmo. Son ingredientes para contagiar a otros de los planes y proyectos en los que estamos embarcados.

No olvide que entre sus colaboradores, cada quien tiene su propia cosmovisión del asunto. Esa apreciación particular se apreciará cuando haya reuniones para planear. Si desea su colaboración eficaz y comprometida, debe venderles bien la visión, en el mejor sentido del término.

¿Recuerda al Señor Jesús? Él compartió la visión— que conocemos como Gran Comisión— a sus discípulos. Y lo hizo de una manera clara pero práctica. Les dijo:

“Id, pues, y haced discípulos de todas las naciones, bautizándolos en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo…” (Mateo 28:19. La Biblia de Las Américas)

No le dio muchas vueltas al asunto. Fue muy práctico. Ahora, mírese usted. ¿Cómo se definiría al momento de compartir la visión que Dios le ha dado para la iglesia o ministerio? ¿O tal vez en su desenvolvimiento secular?

Ahora, volvamos al caso de Jesús y sus discípulos. Pasados unos días, los discípulos lo abordaron de nuevo para preguntarle cuándo se produciría una transformación en Israel.

La respuesta de Jesús fue contundente, y de nuevo abortó el asunto de transmitir la visión: "…Y El les dijo: No os corresponde a vosotros saber los tiempos ni las épocas que el Padre ha fijado con su propia autoridad; pero recibiréis poder cuando el Espíritu Santo venga sobre vosotros; y me seréis testigos en Jerusalén, en toda Judea y Samaria, y hasta los confines de la tierra. Después de haber dicho estas cosas, fue elevado mientras ellos miraban, y una nube le recibió y le ocultó de sus ojos…” (Hechos 1:7-9. La Biblia de Las Américas)

¿Cómo aprendemos a transmitir una visión? A partir de la dependencia de Dios, pero también, revisando la forma como enseñamos a nuestros colaboradores a dónde debemos llegar y los pasos a seguir.

Hasta aquí hemos abordado asuntos que, sin duda, le resultarán muy útiles en el trabajo en equipo, particularmente en lo que respecta a transmitir la visión. Recuerde que sólo con ayuda de Dios avanzamos a pasos firmes y seguros en el camino hacia la materialización de nuestros sueños y metas.

Preguntas para evaluar la comprensión y aplicación de la Lección de hoy:

a. - ¿Qué ocurre cuando no sabemos transmitir la visión al equipo de trabajo?

b.- ¿Alguna vez experimentó una situación así?

c.- ¿Por qué constituye un error no saber escoger colaboradores para el equipo de trabajo?

d.- ¿Qué nos enseña el pasaje de Lucas 6:12, 13 en cuanto a la escogencia del equipo de trabajo?

e.- ¿Por qué debemos saber transmitir apropiadamente la visión a quienes nos rodean?

f.- ¿Podría rememorar errores que ha cometido cuando compartió una visión a su equipo de trabajo?

g.- ¿Por qué revisten importancia ingredientes como claridad, convicción, imagen definida y entusiasmo en el momento de compartir la visión?

Publicado en: Escuela Bíblica Ministerial


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