Transformación a partir de cambiar los pensamientos
1. Lectura Bíblica: Romanos 12:2
2. Versículo para memorizar:
“No imiten las conductas ni las costumbres de este mundo, más bien dejen que Dios los transforme en personas nuevas al cambiarles la manera de pensar. Entonces aprenderán a conocer la voluntad de Dios para ustedes, la cual es buena, agradable y perfecta.” (Romanos 12:2. NTV)
3. Reflexión en la Palabra de Dios:
En una reciente reunión se quejaba una atribulada madre sobre el comportamiento de su hijo. Apenas comenzó a involucrarse con nuevos amigos, fuera de su círculo de personas creyentes, experimentó cambios: bebía licor, fumaba marihuana y— estaba segura— había caído en fornicación. ¿Todavía se puede hacer algo?
Le explicamos todos que sí, que era posible hacer algo. Es un proceso que comienza con nuestra propia transformación al rendirnos a Dios, y que prosigue toda la vida, al vivenciar nuestra fe en Cristo llevando ejemplo al cónyuge y a los hijos. Es una forma de vivir que necesariamente impacta y trae cambios a todos.
Quien nos ha vendido una forma de vivir equivocada y muchos han mordido el anzuelo, es el propio enemigo espiritual, satanás, quien ha permeado esta sociedad con antivalores.
Sobre el particular el autor y afamado conferencista, Chip Ingram, señala que:“Satanás usa el sistema del mundo para seguir la carne, primero por el uso de mentiras acerca de lo que te podría satisfacer y realizar los anhelos más profundos de tu corazón. La puerta de entrada es tu mente. ¡La decisión más importante que hacer cada día es lo que tú permites que entre en tu mente.” (Chip Ingram. "Viviendo al borde”. Living Editores. EE.UU. 2013. Pg. 90)La responsabilidad que pesa sobre nuestros hombros es muy grande, pero no estamos solos. Comienza con cambiar nuestra forma de pensar y de actuar, y perseverar en esa disposición de corazón. Dios nos ayuda. Él es el eje central porque, si dependemos de Su poder, lo lograremos. Esto traerá como consecuencia cambios en nuestra vida y en nuestra familia.
¿Cómo reacciona una persona? Como piensa. Y, ¿cómo piensa una persona? De acuerdo con aquello que llena su mente. Una ecuación sencilla que explica el comportamiento de toda persona, en su vida personal, familiar y en sociedad.
Otro elemento que va de la mano, son el tipo de principios, valores y fundamentos que atesoramos en el corazón. Son un factor determinante en nuestra existencia y en nuestra relación con los demás, comenzando desde nuestro círculo más cercano, que es el de la familia.
Este aspecto en apariencia tan sencillo pero a la vez tan importante, es el que aborda el apóstol Pablo cuando instruye: “No imiten las conductas ni las costumbres de este mundo, más bien dejen que Dios los transforme en personas nuevas al cambiarles la manera de pensar. Entonces aprenderán a conocer la voluntad de Dios para ustedes, la cual es buena, agradable y perfecta.” (Romanos 12:2. NTV)
Solamente este versículo, corto pero cargado de una profunda enseñanza, traería una razón esencial para impactar y transformar su existencia. Tome nota que el apóstol Pablo nos invita a poner en una balanza las enseñanzas que ha privilegiado la mundanalidad y tener claro que no corresponden a personas que han nacido de nuevo en Cristo; en segundo lugar, no solo abandonar esos patrones de comportamiento equivocados que legitima una sociedad sin principios ni valores, sino además a dar un paso más: a la dimensión del creyente que se rige por otras pautas.
En tercer lugar, renovar nuestra vieja forma de pensar y por último, caminando en una nueva perspectiva— conforme Dios lo dispone— reconocer que esa vida que el Padre nos ofrece reúne tres pilares: es buena, agradable y perfecta.
No abandone este análisis antes de pensar, también, que esa transformación progresiva pero sólida que logramos en Dios, debe afectar positivamente a nuestro cónyuge y a nuestros hijos. Un trato y una valoración diferentes, así como el firme compromiso de transmitirle esos nuevos principios y valores que estamos experimentando.
4. Preguntas para el crecimiento personal y espiritual:
a. ¿Hemos experimentado cambios en lo personal y espiritual?
b. Los cambios en nuestra vida, ¿están impactando a nuestra familia?
c. ¿Qué ha determinado que no haya experimentado cambios o, al menos, que no haya perseverado en ellos?
d. ¿Se da fácilmente por vencido cuando comienza a cambiar?
Desde hoy emprenderé el cambio, no en mis fuerzas sino en las de Dios
Publicado en: Devocionales Diarios
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