Saque al enemigo de su territorio
(Lección 3)
Una ciudad cualquiera de Latinoamérica. Grande. Ruidosa. Autos que iban y venían raudos por las avenidas. Y desde lo alto, la vivienda desvencijada, sin puertas ni ventanas que los vecinos aseguraban, se caía a pedazos. “Ese sitio es tétrico”, se quejó una vecina. Otra dijo que los viernes, en la noche, se realizaban allí extrañas ceremonias. “Jóvenes se reúnen allí, se drogan gritan, ríen, y hacen cosas que escandalizan”, explicó. Las paredes de la estructura estaban pintadas con diversos símbolos, poniendo en evidencia que adoraban al diablo.
En lo que coincidían todos era en la racha de accidentes, crímenes, peleas, rupturas matrimoniales y hasta abuso de menores que se incrementaron ostensiblemente desde que comenzaron los extraños rituales.
— El ambiente es muy tenso acá. No provoca ni vivir por este sector— aseguró Juan Carlos, propietario de una farmacia. En su criterio, las prácticas ocultistas estaban generando condiciones difíciles para la sana convivencia.
Un grupo de cristianos, de una iglesia pequeña, reconocieron que sitios como ese tenían mucha incidencia en contra de su labor de evangelización y se dieron a la tarea de orar y ayunar para erradicar a Satanás del barrio. Su decisión estuvo acompañada por múltiples y extraños ataques del mundo de las tinieblas; sin embargo, persistieron.
— Logramos la victoria después de algún tiempo — , indicó el pastor Roberto Triana, quien encabezó la avanzada contra el reino de maldad —. Dios revelaba los espíritus que gobernaban en los diferentes sectores— explicó —. Gracias a esa revelación del Espíritu Santo nuestros golpes contra Satanás y su ejército, fueron contundentes —.
Incluso, una noche, los jóvenes que se reunían en la casa abandonada, atacaron el templo con piedras. Rompieron el techo. Profirieron amenazas contra los creyentes.
En el poder de Jesucristo lograron vencer las tinieblas. El poder demoníaco fue erradicado de aquél territorio y se pudo, no solamente desarrollar jornadas de evangelización sino afianzar la siembra de nuevas iglesias.
Si lo ignoramos, el enemigo toma fuerza
“El satanismo es una ingeniosa invención de los escritores de guiones cinematográficos. Les permite hacer películas cada vez más taquilleras.” Contundente. Seguro. Contradictor. Escéptico. El crítico literario hablaba en televisión ante una audiencia de millares de personas en los Estados Unidos. Muchos de los televidentes se limitaron a asentir con la cabeza, testimoniando su acuerdo con aquella afirmación.
Es lo mismo que ocurre con muchas personas en todo el mundo. Consideran que la existencia de Satanás y su cohorte de demonios se circunscriben a mitología con demasiada inventiva. “Inconcebible que en pleno siglo veintiuno, cuando el hombre avanza a pasos agigantados descubriendo las maravillas del universo”, argumentó un científico al desestimar la solidez de fundamentos bíblicos que refieren la existencia milenaria del ocultismo, y restar importancia a los cultos satánicos que abundan por doquier.
Pero, ¿es esto así? Sin duda que no. Satanás es real y libra una enconada batalla para evitar la expansión del Reino de Dios.
Uno de los escritores más rigurosos del Nuevo Testamento, el médico Lucas a quien se atribuye la redacción del Evangelio que lleva su nombre, escribió que el “…Espíritu de Dios llenó a Jesús con su poder. Y cuando Jesús se alejó del río Jordán, el Espíritu lo guió al desierto. El diablo lo llevó a un lugar muy alto. Desde allí, en un momento, le mostró todos los países más ricos y poderosos del mundo, y le dijo: — Todos estos países me los dieron a mí, y puedo dárselos a quien yo quiera. Yo te hará dueño de todos ellos, si te arrodillas delante de mí y me adoras.” (Lucas 4:1-7, Traducción en Lenguaje Actual)
El pasaje encierra varios aspectos de interés alrededor del dominio que ejerce Satanás sobre los territorios y las personas. Aprendemos, primero, que el Adversario es real, y viene a tentarnos aprovechando cualquier circunstancia en nuestra vida. El pecado es el que le otorga “derecho legal” para influenciar sobre el género humano y la tierra.
Segundo, el enemigo espiritual tiene dominio sobre las naciones. Ata a los hombres y mujeres a los deseos de la carne, lo que a su vez le confiere poder (Cf. Romanos 13:14, Gálatas 5:18; 1 Pedro 1:13-15; 2:11)
Aprendemos, en tercer lugar, que el dominio del ejército satánico es evidente en todas las naciones; cuarto, que él— nuestro Acusador— tiene poder que si bien es limitado, es poder al fin y al cabo. Él lo transfiere a quienes le sirven. Un joven pactó con él por chicas y popularidad en la universidad. Y sí, obtuvo lo que pidió. No obstante, sólo disfrutó unos cuantos meses de los privilegios porque Satanás comenzó a reclamarle la vida. Lo atormentaba día y noche con ideas suicidas. El joven universitario no soportó la enorme presión y terminó por quitarse la existencia.
Recuerde que el diablo sólo vino a “robar, matas y destruir” (Cf. Juan 10:10 a) Lo que comenzó como un juego inofensivo, terminó en tragedia. Y en esa dirección, impedir la evangelización y siembra de nuevas iglesias es una de sus prioridades hacia la que vuelca todos sus esfuerzos.
Pecado y maldición van de la mano
La crisis por la que atraviesa el género humano, en los ámbitos físico y espiritual, son consecuencia del pecado. ¿Cómo puede ser?, se preguntará usted. Es real y nos explica por qué ocurre lo que ocurre en nosotros y en derredor nuestro. Por eso le invito para que consideremos lo que dicen las Escrituras.
Cuando Dios puso a Adán y Eva en el Jardín de Edén, les advirtió: “Puedes comer libremente del fruto de cualquier árbol del huerto, excepto del árbol del conocimiento del bien y del mal. Si comes de su fruto, si duda morirás.” (Génesis 2:15, Nueva Traducción Viviente).
Pese a la exhortación de Dios, nuestros primeros padres cedieron a la tentación de Satanás. “La mujer quedó convencida, vio que el árbol era hermoso y su fruto parecía delicioso, y quiso la sabiduría que le daría. Así que tomó del fruto y lo comió. Después le dio un poco a su esposo que estaba con ella, y él también comió. En ese momento, se les abrieron los ojos, y de pronto sintieron vergüenza por su desnudez. Entonces cosieron hojas de higuera para cubrirse.” (Génesis 3:6, 7, Nueva Traducción Viviente)
El pecado trajo maldición al género humano y también a la tierra que habitaba, como señala el relato sagrado refiriendo la sentencia de Dios: “Luego le dijo a la mujer: <
El pueblo de Israel, pese a ser el pueblo escogido por Dios, experimentó las maldiciones como consecuencia del pecado, tal como lo denunció el profeta: “Todo Israel desobedeció tus instrucciones, te dio la espalda y rehusó escuchar tu voz. Entonces ahora, a causa de nuestro pecado, se han se han derramado sobre nosotros las maldiciones solemnes y los juicios escritos en la ley de Moisés, siervo de Dios.” (Daniel 9:11, Nueva Traducción Viviente)
¿Se ha preguntado alguna vez por qué hay una estrecha relación entre la pobreza de muchos países con las prácticas animistas y de adoración pagana entre sus habitantes? Ahora observe el panorama en naciones cuyos moradores buscan a Dios. La prosperidad material es evidente y, generalmente, progresiva, en la medida en que se produce esa inclinación de las personas a colocar al Creador en el primer lugar de su existencia.
Ahora, a este elemento sume otro más: infinidad de personas en todo el planeta, se encuentran cegados por Satanás. Él con sus artimañas impide que el Evangelio sea predicado. Domina sobre territorios, en los que ha puesto no solamente maldición sino fuertes obstáculos para que quienes residan allí, no sean salvos.
Eso explica el por qué plantar una nueva congregación puede resultar frustrante. Por muchos esfuerzos que se desarrollen, pareciera que nada ocurre.
Por mucho tiempo y en mi condición de pastor-evangelista, adelantamos jornadas de predicación en diferentes sectores. Creía en ese tiempo— admito que ingenuamente sin que me eximiera tal ingenuidad de las buenas intenciones— que bastaba con disponer de un tiempo de ayuno y oración, buen equipo de sonido, hojas sueltas anunciando previamente los eventos, una cantidad considerable de tratados, el grupo de alabanza y, quizá, los jóvenes para hacer representaciones teatrales que despertaran interés y atrajera curiosos para compartirles las Buenas Nuevas de salvación.
!Tremendo error! Poco tiempo después comprobé que no bastaba con la parte logística; era necesario movernos en el poder de Dios y, ese movernos en el poder de Dios, implicaba tomarse territorios que por años estuvieron en poder del mundo de las tinieblas.
El panorama cambió dramáticamente cuando decidimos adelantar la “toma de territorios” que íbamos a evangelizar. Es cierto, librábamos una tremenda batalla espiritual, pero los resultados eran altamente eficaces y con mayores probabilidades de tener sostenibilidad en el tiempo.
Esto lo encontré estrechamente ligado a la decisión del pueblo de Dios de renunciar a su pecado, con el que estaban maldiciendo los territorios que habitaban, lo que abría puertas al mundo de las tinieblas. Cuando era nuestro amado Señor quien gobernaba, entonces todo— absolutamente todo cambiaba. Las fortalezas de maldad eran derrotadas, ellos tomaban conciencia de la importancia y necesidad de caminar en fidelidad con el Creador, y las bendiciones comenzaban a fluir.
Recuerde que Israel vivió muchas situaciones críticas producto de su maldad, hasta el punto que la sequía agostaba sus terrenos y Dios fue claro en señalar que “Contaminaste la tierra… Por eso incluso han faltado las lluvias de primavera…” (Jeremías 3:2, 3. Nueva Traducción Viviente) También explicó el profeta que “Sembraron vientos y cosecharon torbellinos. Los tallos de granos se marchitan y no producen nada para comer…” (Oseas 8;7, 8. Nueva Traducción Viviente)
No lo olvide: Los territorios que han sido maldecidos por el pecado del hombre, abren la puerta al establecimiento de “fortalezas de maldad” Es así como hay países que se caracterizan por altos índices de violencia, consumo de drogas, prostitución, ruptura de matrimonios en cifras alarmantes, abuso a menores de edad y un sinnúmero de hechos pecaminosos que destruyen la sociedad, que no tendría espacio para describir en detalle. Tenga presente que el pecado de un territorio abre puertas al enemigo. Y, cuando se abren puertas al Adversario espiritual, se produce destrucción (Juan 10:10 a) Su propósito indeclinable es causar nuestra muerte.
Volvernos a Dios es la clave para recobrar el dominio de los territorios. La Biblia nos enseña que sólo Dios es quien rompe la maldición de la tierra, y por ende, el Evangelio podrá fluir eficazmente trayendo transformación al género humano. Él dijo: “Puede ser que yo a veces cierre los cielos para que no llueva o mande langostas para que devoren las cosechas o envíe plagas entre ustedes. Pero si mi pueblo que lleva mi nombre, se humilla y ora, busca mi rostro y se aparta de su conducta perversa, yo escucharé desde el cielo, perdonaré sus pecados y restauraré la tierra.” (2 Crónicas 7:13, 14. Nueva Traducción Viviente)
Grábeselo en el corazón: El curso de su historia puede cambiar y la del territorio que habita puede cambiar. Basta con volverse a Dios.
Utilizando el poder sobrenatural
El mundo oculto es real. Lo gobiernan Satanás y sus huestes. Usted y yo como pastores, obreros, líderes y cristianos comprometidos, estamos inmersos en una batalla contra las fuerzas del bien, confrontación que se desencadena en la dimensión espiritual y que a su vez ejerce una poderosa influencia en la esfera física o natural.
Probablemente usted es consciente de esta realidad; no obstante no le encuentra relación a la confrontación con el reino de la maldad y los tropiezos a los procesos de evangelización y siembra de nuevas iglesias.
Deseo ilustrarlo de una manera sencilla: En cierta ocasión el Señor Jesús envió a setenta de sus inmediatos colaboradores a predicar las Buenas Nuevas. “Los setenta y dos discípulos que Jesús había enviado regresaron muy contentos, y le dijeron: — ¡Señor, hasta los demonios nos obedecen cuando los reprendemos en tu nombre! —. Jesús les dijo: — Yo vi que Satanás caía del cielo como un rayo. Yo les he dado poder para que ni las serpientes ni los escorpiones les hagan daño, y para que derroten a Satanás, su enemigo. Sin embargo, no se alegren de que los malos espíritus los obedezcan. Alégrense más bien de que sus nombres estén escritos en el cielo —.” (Lucas 10:17-20, Traducción en Lenguaje Actual)
Del pasaje se desprenden elementos que le invito a considerar cuidadosamente: El primero, que aun cuando estaban predicando el evangelio, los discípulos experimentaban resistencia. Ellos no podían darse cuenta, pero sí el Señor Jesús, quien les dijo: “: — Yo vi que Satanás caía del cielo como un rayo...”
Probablemente ha pasado por alto la infinidad de ocasiones en que se vio enfrentado a situaciones inexplicables. Es cierto, usted estaba predicando con denuedo, alegre, convencido de estar haciendo la obra de Dios y, era así; sin embargo, su adversario Satanás no estaba dispuesto a darse por vencido. Él no quería perder las almas que por años ha mantenido atadas al pecado y la perdición. Por esa razón, quizá produjo en usted momentos difíciles.
¿Comprende ahora la importancia de tomar territorios, pero primero en oración? Recuerde que también fue el Señor Jesús quien dijo a sus discípulos tras advertirles que Satanás se les había opuesto: “…Yo les he dado poder para que ni las serpientes ni los escorpiones les hagan daño, y para que derroten a Satanás, su enemigo.” (Lucas 10:17-20, Traducción en Lenguaje Actual)
¿Por qué habría de darnos ese “poder” sino fuera para enfrentar los ataques de nuestro adversario espiritual? Piénselo por un instante: la guerra contra el mundo de la maldad también forma parte del alistamiento cuando vamos a evangelizar y sembrar nuevas iglesias.
Dando la batalla con las armas espirituales
“El que está quieto se deja quiero”, me dijo un líder cristiano después de leer algunos de mis artículos: “No comprendo por qué usted se empecina en andar alborotando al demonio a toda hora. ¡Déjelo quieto!”. Como él, hay muchos. Incluso pastores que no encuentran relación entre un proceso serio de evangelización y siembra de nuevas iglesias y la guerra espiritual.
No obstante, los hechos demuestran que los tropiezos para que el evangelio sea proclamado tiene buena parte de su origen en la oposición de Satanás, como advirtió el apóstol Pablo: “Si algunos no entienden nuestro evangelio, son aquellos que están perdidos, pues el dios de este mundo los ha cegado y no pueden contemplar la gloriosa luz de la buena noticia acerca de Cristo que brilla ante ellos…” (2 Corintios 4:3, 4. Nueva Biblia al Día)
Esta realidad amerita que las estrategias orientadas a proclamar las Buenas Nuevas de salvación involucren el componente de la oración para enfrentar a las fuerzas territoriales que tienen asiento en pueblos y ciudades.
Recuerde siempre que a nuestro enemigo espiritual lo enfrentamos con armas espirituales como escribió el apóstol en su carta a los creyentes de Corinto en donde la evangelización fue obstaculizada muchas veces por el accionar de las tinieblas: “Si, es cierto, vivimos en este mundo, pero nunca actuamos como el mundo para ganar nuestras batallas. Para destruir las fortalezas del mal, no empleados armas humanas, sino armas del poder de Dios. Así podemos destruir la altivez de cualquier argumento y cualquier muralla que pretenda interponerse para que el hombre conozca a Dios.” (2 Corintios 10:3-5, Nueva Biblia al Día)
Es cierto que nuestro adversario tiene serias limitaciones; sin embargo, tiene poder. Recuerde; se lo otorga al género humano mediante el pecado y sabe que aún tiene la capacidad de generar problemas ejerciendo influencia sobre el mundo físico desde la dimensión espiritual, nos asecha, como advirtió el apóstol Pedro: “Tengan cuidado y estén siempre alertas, pues su enemigo el diablo, anda como león rugiente buscando a quien devorar. Resistan sus ataques manteniéndose firmes en la fe…” (1 Pedro 5:8, 9. Nueva Biblia al Día)
El enemigo espiritual no se queda quiero. Trabaja veinticuatro horas, siete días, todo el año. No podemos descuidarnos ni un solo minuto porque él querrá impedirnos la extensión del Evangelio y el establecimiento de nuevas congregaciones. Es necesario que libremos las batallas en oración, sabiendo que nos queda poco tiempo (Cf. 1 Tesalonicenses 5:17; Génesis 3:1; 1 Crónicas 21:1; Mateo 4:1-11; Lucas 11:18; Apocalipsis 12:9)
El enemigo despliega toda su artillería
Un experimentado estratega militar relataba que la forma más contundente y eficaz para destruir el ejército contrario se fundamentaba en conocerlo en detalle y atacar sus puntos neurálgicos. “Es necesario adentrarse en el territorio enemigo para asestarle duros golpes”, explicó.
Como cristianos comprometidos, usted y yo estamos en la línea de batalla. Si queremos avanzar en la extensión del Reino de Dios, debemos estar preparados para dar la batalla. No olvide que Satanás tratará de impedir a toda costa que invadamos con el Evangelio transformador de Jesucristo, las áreas geográficas sobre las cuales gobierna.
Tras el incidente en el mar de Galilea, el Señor Jesús arribó a Gadara, ciudad en la que el Adversario tenía una verdadera fortaleza. Inmediatamente le salió al paso un endemoniado. “Ese hombre no vivía en una casa, sino en el cementerio, y hacía ya mucho tiempo que andaba desnudo… Cuando ese hombre vio a Jesús, lanzó un grito y cayó de rodillas ante él. Entonces Jesús ordenó a los demonios que salieran del hombre, pero ellos gritaron: — ¡Jesús, Hijo del Dios Altísimo!¿Qué vas a hacer con nosotros? Te rogamos que no nos hagas sufrir! (Lucas 4:26-29, Traducción en Lenguaje Actual)
¡Satanás pone tropiezos! Olvida que Cristo lo venció en la cruz, y en medio de su tozudez, persiste desplegando ataques contra el Reino de Dios.
Cuando Jesús les ordenó que salieran del hombre, “Los demonios le rogaron a Jesús que no los mandara al abismo, donde se castiga a los demonios. Cerca de ahí, en un cerro, había muchos cerdos comiendo. Los demonios le suplicaron a Jesús que los dejara entrar en esos animales, y él les dijo permiso.” (Lucas 8:31, 32, Traducción en Lenguaje Actual)
¿Cuál era el motivo de aquellos seres inicuos? Quedarse en Gadara, que consideraban territorio de su propiedad. Dominaba sobre sinnúmero de per4sdonas hasta tal punto que, una vez libertado aquel hombre y tras precipitarse los cerdos endemoniados en el mar, “…los habitantes de la región de Gerasa le rogaron a Jesús que se fuera de allí, porque tenían mucho miedo.” (Lucas 4:37, Traducción en Lenguaje Actual).
Nuestro enemigo espiritual ejerce dominio sobre áreas geográficas específicas. Usted y yo, como cristianos comprometidos, estamos llamados a recobrar esos territorios. Lo hacemos extendiendo el Reino de Dios mediante la proclamación del Evangelio.
Es una arremetida que emprendemos mediante oración y la identificación de los puntos donde opera el mundo de las tinieblas. Batallamos en oración y clamor, y tenemos asegurada la victoria.
El mapeo espiritual, como se denomina a la cartografía, debemos realizarlo de una la mano de una búsqueda sincera de Dios.
Publicado en: Escuela Bíblica Ministerial
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