Salga de la prisión emocional y espiritual donde se encuentra
Las celdas son frías. Los barrotes poblados de herrumbre que a duras penas llevan a pensar que algún día estuvieron pintados de negro o blanco. La humedad se refleja en paredes agrietadas y desconchadas por doquiera, con pintura que se levanta como si se tratara de vetas que no quieren permanecer en su lugar.
–Soy inocente — aseguraba José Alberto Rosales–. Un día me movilizaba de una a otra ciudad, nos hicieron bajar en un reten militar, ingresaron mi nombre en un computador y el oficial a cargo me notificó que quedaba retenido. Dijo que aparecía relacionado como autor de un asesinato–.
A partir de ese momento inició una prolongada carrera por demostrar su inocencia. Para comprobar que se trataba de un homónimo. El día del supuesto crimen, se encontraba velando a su padre, muerto de un infarto. Pero las declaraciones de testigos no fueron tenidas en cuenta. Las desestimaron e impusieron una condena en su contra de veinte años.
–Soy inocente…–es lo único que se atreve a musicar este maestro de profesión, de 34 años, quien se sabe de memoria cuantas baldosas tiene la celda porque las ha contado una y otra vez y pude describir de memoria, las figuras que dibujan en su intercalación.
José Alberto es uno de los cientos de casos que se dan en Colombia y muchos países de Latinoamérica donde los justos pagan por los injustos; donde los inocentes están en las cárceles y los verdaderos culpables deambulando en las cases.
Pero hay algo más: de acuerdo con la Procuraduría General de la Nación, hay en suelo colombiano 2.500 detenidos que cumplieron sus condenas pero siguen en la cárcel debido a la moratoria de los jueces en expedir las boletas de libertad.
En la cotidianidad hay “encarcelados”
En la vida espiritual se presentan igualmente los dos casos: de un lado aquellos que siguen atados por el sentimiento de culpa que arrastran ya que si bien es cierto Dios les perdonó, ellos mismos no quieren perdonarse; y de otra parte, quienes siendo libres por la obra redentora de Jesucristo, se sienten acusados por Satanás por sus pecados del pasado.
Nuestro adversario espiritual, satanás, se aprovecha de complejos, temores y otros comportamientos para mantener a las personas encadenadas, sin que puedan avanzar.
Pero esto no debe ser así. En las Escrituras leemos una poderosa recomendación del apóstol Pablo: “Estad, pues, firmes en la libertad con que Cristo nos hizo libres, y no estéis otra vez sujetos al yugo de esclavitud.” (Gálatas 5:1)
El pecado no nos puede atar al pasado ni tampoco los complejos y descompensaciones que se producen en el cuadro emocional de las personas.. Los recuerdos no pueden seguir atormentándolo.
Cualquiera que haya sido nuestro error, si pedimos perdón a Dios — de corazón–, sin duda Él ya nos perdonó y debemos seguir adelante, sin mirar atrás.
Tal vez Satanás nos haga sentir mal y siembre ideas equivocadas en el sentido de que todavía no hemos recibido perdón; pero no le crea. El perdón divino es para siempre. Prosiga, recuerde que ¡hoy es el comienzo de una nueva vida…!
Disfrute la libertad de Dios
La libertad que Cristo Jesús nos dio debemos disfrutarla plenamente. No hay razón para que sigamos en las prisiones de oscuridad en la que quiso mantenernos Satanás producto del pecado. Gracias a la obra redentora del Señor Jesús, ahora somos libres.
El Rey David: “Luego que clamaron a Jehová en su angustia, los libró de sus aflicciones; los sacó de las tinieblas y de la sombra de muerte, y rompió sus prisiones. Alaben la misericordia de Jehová, y sus maravillas para con los hijos de los hombres.” (Salmos 107:13-15, Reina Valera 1960)
Lea detenidamente el texto y descubrirá que las cadenas de aflicción y de muerte, y las prisiones de maldad. ¡Hay libertad! Dios es quien nos saca de las tinieblas a la luz.
A raíz de un Estudio Bíblico que escribí: “¿Cautivo en la pornografía?”, recibí sinnúmero de correos de todo el mundo; entre ellos, un joven de Buenos Aires, en Argentina. “No puedo salir de la pornografía”, decía en su carta. Mi respuesta fue contundente: “No le crea las mentiras a Satanás. Jesucristo ya le hizo libre, ahora, disfrute esa libertad. Usted fue llamado a vencer”.
Igual con usted. Desconozco su situación, pero puedo asegurarle que la libertad para su vida ya la ganó Jesucristo en la cruz. Es menester que renuncie a toda atadura de Satanás y le de espacio al Señor Jesús en su vida.
Dios nos acompaña en el camino a la libertad
Nuestro amado Señor jesús no nos deja solos. Una vez le recibimos en el corazón como Señor y Salvador, nos acompaña en el proceso de libertad, tal como en su momento y de manera magistral, escribió un poeta de la antigüedad: “Envía tu luz y tu verdad; que ellas me guíen a tu monte santo, que me lleven al lugar donde tú habitas.” (Salmos 43.4, Nueva Versión Internacional)
Hoy es el día para ser libre. ¿De qué manera? Recibiendo a Jesús en su corazón. Dígale ahora mismo, allí donde se encuentra:
“Señor Jesucristo, gracias por morir en la cruz para darme la libertad y abrirme las puertas a una nueva vida. Acepto que por tu gracia y misericordia perdonaste mis pecados. Te recibo en mi corazón como Señor y Salvador. Haz de mi la persona que tú quieres que yo sea. Renuncio en tu Nombre a todo pacto con Satanás y el mundo de las tinieblas y declaro que voy a vivir, desde hoy, en libertad. Amén”
Como estoy seguro que hizo esta oración, le felicito y además, le comparto tres recomendaciones:
1.- Lea la Biblia. En este libro maravilloso aprenderá principios que le ayudarán en el proceso de crecimiento personal y espiritual y le cimentarán para avanzar hacia el éxito.
2.- Ore cada día. Orar es hablar con Dios. Dígale cuanto siente en su corazón. Desarrollará una intimidad con el Creador y podrá marchar de la mano con el Señor Jesús.
3. - Comience a reunirse en una iglesia cristiana. Es esencial para avanzar en el cambio y crecimiento, y permanecer libre en esa libertad que le ofrece el Señor Jesús.
Si tiene alguna inquietud, no dude en escribirnos. Nuestro propósito es despejar sus interrogantes y guiarle a la libertad que le ofrece Jesucristo, nuestro amado Señor y Salvador.
Publicado en: Guerra Espiritual
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