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¿Qué importancia revisten las doctrinas para el cristiano?

¿Qué importancia revisten las doctrinas para el cristiano?

Las doctrinas constituyen la fundamentación para el cristiano. Son los cimientos que impiden que, ante las crisis o las dudas, volvamos atrás. El gran reto lo representan las múltiples corrientes de pensamiento que hoy priman en las comunidades de creyentes y que, en la mayoría de los casos, carecen de asidero Escritural. Sin embargo, son las que más atraen, porque tocan las emociones o prometen prosperidad fácilmente.

El Señor Jesús lo enseñó durante su ministerio terrenal a multitudes, y a nosotros hoy:“Cualquiera, pues, que me oye estas palabras, y las hace, le compararé a un hombre prudente, que edificó su casa sobre la roca. Descendió lluvia, y vinieron ríos, y soplaron vientos, y golpearon contra aquella casa; y no cayó, porque estaba fundada sobre la roca. Pero cualquiera que me oye estas palabras y no las hace, le compararé a un hombre insensato, que edificó su casa sobre la arena; y descendió lluvia, y vinieron ríos, y soplaron vientos, y dieron con ímpetu contra aquella casa; y cayó, y fue grande su ruina.” (Mateo 7:24-27 | RV 60) ¿Cómo aprendemos sobre doctrina y, cómo nos afianzamos en ellas? Aprendiéndolas y llevándolas a la práctica. Vivenciar lo que hemos aprendido.

Mantenernos alerta

El apóstol Pablo advirtió a los creyentes del primer siglo sobre los tiempos difíciles que vendrían (1 Tesalonicenses 5:1-10). Son los que estamos viviendo. Espinosos y complejos. Conforme se acerca el regreso del Señor Jesús, arrecian los ataques de nuestro adversario, satanás, principalmente con doctrinas de error. Procura que caigamos de la fe y que la pecaminosidad vuelva a enredarnos (1 Pedro 5:8).

¿Qué hacer entonces? Fue Pablo quien dio la fórmula: “...estad firmes, y retened la doctrina que habéis aprendido, sea por palabra, o por carta nuestra.” (2 Tesalonicenses 2:15-17).

Por supuesto, infinidad de creyentes que van de iglesia en iglesia y no corroboran si la enseñanza está en consonancia con la Biblia, son fácilmente confundidos en sus creencias. Es así como pronto están moviéndose alrededor de declarar bendiciones, pero sin comprometerse con Dios; considerarse salvos por siempre salvos aun cuando haya pecados ocultos que acaricien en su corazón, o simplemente, se muevan alrededor de la prosperidad que esperan obtener sin comprometerse con la fe y el buen testimonio.

Esa inclinación a escuchar enseñanzas sin valorarlas con detenimiento, nos exponen a la contaminación (1 Corintios 5:6), una realidad a la que no podemos ser ajenos.

Simplemente, no se confíe

Es cierto, en la medida que profundizamos en las Escrituras aprendemos cosas nuevas. Dios se revela a nuestra vida por Su Palabra. Un punto en el que todos coincidimos. Sin embargo, por confiarnos y en muchos casos, por creer que tenemos la verdad revelada, podemos caer de nuestra fe.

El apóstol Pablo alrededor de la autosuficiencia y jactancia, incluso doctrinal en la que podemos caer, recomienda: “Así que, el que piensa estar firme, mire que no caiga.” (1 Corintios 10:12 | RV 60)

Piense por un instante que se encuentra en un bosque precioso junto a un lago. Está feliz. El atardecer es cautivador. Hay un letrero grande que advierte: “Peligro, cocodrilos” ¿Qué haría usted, se confiaría? Por cierto, que no. Igual en su vida cristiana. No se confíe. Hay muchos peligros alrededor.

Satanás acude a múltiples estratagemas para confundirlo, llevarlo a un laberinto en sus creencias o conducirlo al estancamiento espiritual y personal.

Vivos pero muertos

Puede que considere avivada la denominación en la que se congrega. Hay alabanza, ruido, emoción en las predicaciones. “Este es el lugar en el que siempre quise estar”, reflexiona. Pero, ¿enseñan allí lo que la Biblia dice? Eso es fundamental. Examínelo sin apasionamiento de ninguna clase.

El Señor Jesús en los mensajes a las siete iglesias, tal como lo describe el Apocalipsis, llamó la atención a los creyentes de Sardis: “Yo conozco tus obras, que tienes nombre de que vives, y estás muerto.” (Apocalipsis 3:1)

No basta con creer que se esta en la verdad, es esencial estar en la verdad. Lo comprobará si todo cuanto dice y hace se ciñe a lo que enseña la Palabra de Dios.

Hoy más que nunca debemos estar apercibidos de la verdad porque han salido por todos partes falsos maestros, como le advirtió el apóstol Pablo a su discípulo Timoteo (2 Timoteo 3:14-17), cuando le insistió en persistir en lo que había aprendido. Guardar la doctrina bíblica es fundamental en nuestros tiempos. — (Lea también 2 Pedro 2:1-3)

¿Qué hacer entonces?

Para evitar caer de nuestra fe, de aquellos principios en los que fuimos enseñados, es esencial que mantengamos una relación permanente con Dios a través de la oración (1 Pedro 4:7; Efesios 6:18) Él nos habla y nos advierte cuando estamos caminando por terreno peligroso.

Un segundo elemento lo constituye el que revisemos permanente nuestras creencias. ¿Están en consonancia con la Biblia? Si es así, debemos avanzar y afianzarnos en las doctrinas que aprendemos en las Escrituras.

Si algo nos suena extraño, revisemos de nuevo aquello que profesamos. Probablemente es necesario aplicar correctivos. Todo, absolutamente todo, debe coincidir con las enseñanzas bíblicas.

¿Comprende ahora la importancia que tienen las doctrinas para el creyente? Pueden afirmar su fe o hacerlo volver atrás.

No podría despedirme sin antes invitarlo para que le abra las puertas de su corazón a Jesucristo. Él trae salvación y vida eterna.

Publicado en: Estudios Bíblicos


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