¿Qué hago con un hijo adicto a las drogas?

Solamente Jesucristo nos liberta de las ataduras a la drogadicción.

“La mayor sorpresa que nos llevamos como padres, fue descubrir que nuestro hijo menor es drogadicto. Podríamos asegurar que no le ha faltado nada, sin embargo, hace algún tiempo su padre al tocar a la puerta de su habitación, percibió el olor a marihuana. Lo confrontamos, y lo admitió. Sencillamente, estamos destrozados. Y, para ser sinceros, sin saber qué hacer.”

L.M.J., desde Santa cruz, Bolivia.

Respuesta:

Infortunadamente nadie está exento de que en su hogar haya alguien químico dependiente o adicto a las drogas. Una vez se cae en el consumo, se es enfermo. Y la enfermedad pervive en el tiempo porque progresivamente las sustancias que se consumen, generan tolerancia que va de la mano con la dependencia.

El comienzo es gradual hasta que la persona pierde el control. Esto explica al menos tres niveles de dependencia:
  • Dependencia primaria. Cuando las experiencias de consumo son eventuales.
  • Dependencia crónica. Cuando el consumo de sustancias se torna constante, continuado.
  • Dependencia progresiva. Cuando además de crónica, la adicción está ligada al consumo de sustancias de mayor nivel (por ejemplo pasar de la marihuana a la cocaína y de ahí a la heroína)
La más común de todas es la marihuana, pero al mismo tiempo, es la puerta a otras. Se pasa fácilmente a la cocaína, heroína, crack, barbitúricos, anfetaminas.

Estamos tratando con alguien enfermo

Quien cae en la drogadicción, es alguien enfermo. Por supuesto, una enfermedad a la que se llega voluntariamente.

Ser químico dependiente es tanto como vivir en la cautividad, experiencia que describen los salmos 126:4-6 y 143:6-12, aun cuando enfatizan al mismo tiempo que quien trae liberación de tal encarcelamiento espiritual es Dios. En nuestro criterio, los tratamientos son un paliativo porque el único que nos ayuda a romper las cadenas, es el Señor. Para Él nada es imposible (Lucas 1:37)

Todos nos vemos afectados

Como la drogadicción afecta a todos por igual, podemos anotar que al menos cuatro personas son tocadas en cada hogar cuando alguien cae en esta situación. A todos les asiste, en diferente grado de incidencia, el dolor, la desilusión y el desaliento.

A esta conclusión llegamos cuando tenemos en cuenta los siguientes hechos:
  • Quien consume drogas se torna compulsivo de manera progresiva. Sabe cuándo comienza pero no cuánto termina.
  • Quien consume drogas se torna manipulador.
  • Quien consume drogas llega a gobernar el control emocional, espiritual y económico en su entorno familiar.
Como su mente se ve afectada, también su comportamiento experimenta cambios significativos que tienden a agravarse.

¿Cuáles son las etapas de un drogadicto?

Alguien que consume drogas, generalmente atraviesa por varias etapas que describimos a continuación:

Negación. Asegura que no es drogadicto y que puede parar en cualquier momento.

Proyección. Levanta una barrera como mecanismo de defensa y acusa a quienes le rodean, especialmente a los miembros de la familia, de ser culpables de su situación.

Cauterización de la conciencia. Al comienzo le preocupa lo que hace, luego simplemente se acostumbra y llega a considerar que es algo normal.

Distanciamiento de Dios. No quiere sabe nada que tenga relación con principios y valores.

Aislamiento. Se aísla inicialmente de su familia pero luego de todo, llegando al ostracismo, es decir, como si estuviera dentro de una burbuja.

Dios es el camino

La única salida está en Dios. Los tratamientos son valiosos y necesarios, pero sólo se lograrán resultados, cuando las personas perseveran, por supuesto, perseverarán cuando dependan de Dios.

Para encontrar la salida al laberinto, le animamos a volver la mirada al Señor. Él le permitirá encontrar una ruta práctica y eficaz para rescatar a ese familiar que se encuentra involucrado en las drogas.

Escrito por: Fernando Alexis Jiménez

Artículo Original: https://www.mensajerodelapalabra.com/site/?p=9735


Publicado en: Consejería Familiar

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