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¿Qué hacer cuando persisten los problemas familiares?

¿Qué hacer cuando persisten los problemas familiares?

Una esposa me escribía desalentada por que el trabajo le estaba robando a su marido. Es cierto, tenían una buena situación económica y posición social, pero el distanciamiento con el marido y los hijos era evidente. Estaban a las puertas del divorcio. ¿Debería ser así? Por supuesto que no.

Una buena parte de las relaciones de pareja terminan en un estado de estancamiento como consecuencia de la rutina. Los miembros de la pareja sencillamente se resignan a vivir juntos, a sobrevivir, dejar que los días pasen sin que nada extraordinario ocurra con sus vidas, la de su cónyuge y la de sus hijos. No les anima otro interés que procrear, llevar sus niños y adolescentes al nivel de adultez, proveer para la universidad y emprender un nuevo ciclo cuando ellos abandonan el seno del hogar.

También es probable que en el proceso se produzca la separación. ¿Es este el propósito de Dios para la familia? Sin duda que no. Él tiene planes maravillosos, entre otros, que podamos experimentar una vida plena como padres y cónyuges. La familia es también nuestro lugar de realización.

Unidad en la relación de pareja

¿Cuál es el primer paso que damos para salir del nivel “promedio” en la relación familiar? Se fundamenta en la unidad de los componentes de la pareja. Tener claro que sea que atravesemos por momentos difíciles o períodos de victoria, los componentes de la pareja deben permanecer juntos. Librar las batallas de la mano.

Hablando al pueblo de Israel y a nosotros hoy, el Señor llama la atención: ¿Pueden dos caminar juntos sin estar de acuerdo adonde van?” (Amós 3.3. NTV) Este llamamiento tiene especial validez porque los más afectados con las discusiones son nuestros hijos. Dado que están viviendo el proceso de formación, su mente es fácil de influenciar, y si están en un ambiente de conflicto, las huellas que marcarán su vida serán negativas. Lo más preocupante es que tenderán a repetir ese patrón de conducta cuando tengan su propia familia.

Cuando persisten los conflictos de pareja aflora la posibilidad de acudir al divorcio. Esa sopla palabra y sus alcances, cuando se materializa la separación, son algo doloroso y produce heridas emocionales. Permitir que los conflictos tomen fuerza e inclinarse por la separación, es lo que hace el promedio de las parejas. Ante los primeros tropiezos toman cada uno por su lado.

¿Qué hace el promedio de los matrimonios? El promedio de los esposos proveen para la familia pero descuidan a su cónyuge; el promedio de los esposos pasa tiempo con los amigos pero pocas horas las pasa con su familia; el  promedio de los esposas se ocupan de sus hijos y descuidan al marido; el  promedio de las esposas dedican tiempo a la familia pero pocas veces preguntan al esposo: ¿Cómo te fue en el trabajo hoy? La lista podría ser muy extensa, pero con estos breves ejemplos debemos reflexionar en la necesidad de no resignarnos a permanecer en el mismo punto.

Nuevos niveles en la relación familiar

Tenga presente que Dios desea que lleguemos a nuevos niveles, y que bajo ninguna circunstancia lleguemos al nivel de la resignación, cuando pase lo que pase “simplemente aguantamos” y no procuramos encontrar salidas a los conflictos de pareja o de familia, o cuando caemos en el punto más bajo: El estancamiento. Es el nivel cuando estamos más cerca del divorcio.

Si vamos a las Escrituras leemos: “Aun los mancebos se fatigan y se cansan, y los jóvenes tropiezan y vacilan, pero los que esperan en el SEÑOR renovarán sus fuerzas; se remontarán con alas como las águilas, correrán y no se cansarán, caminarán y no se fatigarán.” (Isaías 40:30, 31. Biblia de las Américas)

Permítanos insistir: El propósito de Dios es que no sigamos siendo parte del promedio en la relación de pareja y de familia, y que lleguemos siempre a nuevos niveles. Él mismo  nos ayuda a salir del nivel promedio para llegar siempre a nuevas alturas en la relación familiar. Es necesario confiar, tener fe, ya que tenemos fe en Dios Él responderá con poder, nos concede nuevas fuerzas, levantamos alas como águilas y, en medio del esfuerzo,  caminamos sin experimentar cansancio.

Las crisis podrán asaltar nuestro hogar, pero con ayuda de Dios podemos superar todos los conflictos, Jhon T. Baldwin el conferencista y autor cristiano: “… a los seres humanos se les da la capacidad y la responsabilidad de “multiplicarse”: producir hijos y aumentar la población. Eso significa establecer familias y comunidades. La familia es el bloque fundamental de la sociedad. Si Dios es un Dios de relaciones, ayudarnos a desarrollar familias sólidas refleja parte de sus maravillosas características.” (Jhon T. Baldwin. Más allá de la imaginación.” APIA Editorial. 2013. EE.UU. Pg. 53)

Hoy es el día de tomar la decisión. No resignarnos a un estado caótico en la familia, sino levantarnos para retomar el curso y experimentar una realización plena en nuestra vida personal, de pareja y con los hijos.

Si no ha recibido a Jesús como Señor y Salvador, hoy es el día para que lo haga. Ábrale las puertas de su corazón. No se arrepentirá.

Publicado en: Estudios Bíblicos


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