¡Preparándonos para la guerra!
(Introducción – Nivel 1)
— Estamos en guerra; todos a sus puestos… Vamos a resistir el ataque…— gritó un alto oficial de la Flota del Pacífico mientras corría por la plataforma naval en uno de los inmensos espacios que ocupaba la Flota del Pacífico en la Isla de Oahu, en Hawai.
A kilómetros de distancia, con un enorme mapa de las instalaciones de Pearl Harbor desplegado sobre un escritorio de pino tallado primorosamente, el almirante Isoroku Yamamoto velaba porque no escapara ningún detalle del ataque planeado con meses de anticipación.
En otro espacio, el vicealmirante Chuichi Nagumo, encargado de neutralizar la flota americana por un período largo, sudaba copiosamente en el fragor del ataque, sabiendo que cada segundo valía oro y que en cualquier momento las circunstancias podían experimentar un vuelco total, a favor o en contra.
— Corran hacia los hangares…. Protéjanse…— gritaba un marine, mientras que en derredor las explosiones sacudían la tierra, amenazando con desplomar todas las edificaciones. Los aviones japoneses sobrevolaban el área y el cielo, otrora límpido y azul, estaba poblado de luces multicolores, fruto del estallido de las cargas explosivas.
Aquélla mañana de domingo del 7 de diciembre de 1941 sería recordada por muchas décadas. Los norteamericanos fueron duramente golpeados por la Armada Imperial Japonesa. El ataque destruyó a 13 buques de guerra y 188 aeronaves, dejó a 2.403 militares y 68 ciudadanos estadounidenses muertos. Los japoneses perdieron 64 efectivos.
Los acontecimientos sentaron las bases para la Segunda Guerra Mundial, tras el desesperado intento de los japoneses de ocupar las colonias occidentales en el sudeste de Asia, para romper el embargo económico que pesaba sobre el país desde 1940.
— El ataque fue planeado silenciosamente por los japoneses y sólo tuvimos conciencia de su terrible dimensión y alcance, cuando las bombas estaban encima, destruyendo todo alrededor. — , recordaría años Thomas Tabor, uno de los sobrevivientes y quien murió a los 87 años, todavía dominado por el asombro de una guerra que transformó su apreciación de la vida.
— Yo tenía 17 años en aquel entonces, pero mi vida fue otra desde ese día. — relató Ken Crease —. La vida nos cambió a todos en cuestión de segundos —. El brillo de su mirada todavía conserva las imágenes del momento en que vio una bandera estadounidense hecha jirones por la balas.
Pero la apreciación de Charles Gamble fue todavía más dramática. Él se mostró renuente a aprender el manejo de armas, meses antes de ser enviado a Pearl Harbor. En su criterio, bastaba con dejar pasar el tiempo, cumplir su servicio militar, regresar a casa, contraer matrimonio con una hermosa chica y envejecer rodeado de nietos que jugaran en el patio de su casa.
— De pronto vi la pista de aterrizaje volar por los aires en la Isla Ford — , relataría tiempo después. — En cuestión de segundos, en esa frontera que separa la vida de la muerte, me arrepentí de no haberme aplicado a aprender las técnicas de defensa. Me preguntaba siempre: ¿Para qué necesito disparar un arma? Pero en aquél momento no hubo tiempo para albergar miedo, solamente para defenderse — , dijo.
No podemos descuidarnos
Los acontecimientos fueron y siguen siendo hoy muy impactantes, a pesar del tiempo que ha transcurrido; al profundizar en los detalles, no podemos salir fácilmente del asombro.
El asalto fue planeado con suficiente antelación, estudiando cuidadosamente cuáles podían ser los puntos débiles de la marina americana. Un trabajo perseverante, que demandó muchísimas horas identificando los puntos vulnerables y cómo desarrollar los ataques de manera que se pudiera causar el mayor daño posible.
Al repasar el acontecimiento, no pude menos que recordar al apóstol Pedro cuando escribe: “Sed sobrios y velad, porque vuestro adversario el diablo, como león rugiente, anda alrededor buscando a quien devorar.” (1 Pedro 5:8, Reina Valera 1995)
Nuestro adversario espiritual está a la espera de que nos descuidemos para atacarnos, procurando la mayor destrucción en nuestra vida personal y espiritual. Aun cuando lo ignoremos o sencillamente nos despreocupemos del tema, usted y yo estamos inmersos en una batalla que involucra las dimensiones del bien y del mal.
Se libra en el ámbito espiritual pero sus devastadores consecuencias se pueden apreciar en el mundo físico.
Debemos estar preparados siempre
No es difícil intuir que los ataques de los japoneses tomaron por sorpresa a los marines americanos. Aunque existía la posibilidad de sufrir un embate enemigo, no estaban lo suficientemente preparados, de lo contrario las bajas no hubiesen sido tantas. Igual con los cristianos cuando deliberadamente pasan por alto las advertencias sobre las arremetidas de nuestro enemigo, Satanás y todas sus huestes.
El pastor Randy Macmillan, de la Comunidad de Fe, en Santiago de Cali relata que:
“Por muchos años en mi ministerio de pastor, pasé largas horas limpiando telarañas por medio de lo que parecía ser consejo sabio y exhortación. Pero ahora, he aprendido que debo buscar y encontrar la telaraña por medio del don de discernimiento de espíritus, y echarla fuera en la autoridad del Nombre de Jesucristo, por el ministerio de liberación para que el Espíritu Santo pueda poner, realmente, en libertad a los cautivos” (Hammond, Frank e Ida Mae. “Cerdos en la sala”. Colombia. Editorial Unilit-Libros Desafío, p. 13)
Estamos en guerra, contra el mundo de las tinieblas, y en ese sentido urge que la iglesia estudie lo que dicen las Escrituras sobre las estratagemas del enemigo y que todos nos preparemos para enfrentar las confrontaciones con las huestes de las tinieblas.
El Manual de Guerra Espiritual del Instituto Internacional Tiempos de Cosecha resalta este aspecto al señalar que:
“La misma batalla espiritual continúa hoy pero en lugar de estar combatiendo al enemigo, los creyentes están frecuentemente construyendo edificios de iglesias, produciendo dramas, teniendo encuentros de fraternidad, y peleándose unos con otros mientras esta gran batalla espiritual está desatándose alrededor de ellos. Satanás incluso ha intensificado sus ataques contra una iglesia que se ha retirado de las líneas del frente de batalla.” (“Estrategias Espirituales: Un manual para la Guerra Espiritual”, Harvestime International Institute, Colorado Springs, EE.UU. p. 5)
En esa dirección, es decir, avanzando hacia un despertamiento espiritual, es necesario que desenmascaremos al adversario y mostrarle al mundo que solamente en Cristo hay vida abundante tal como lo enfatizó el amado Salvador: “El ladrón viene solamente para robar, matar y destruir; pero yo he venido para que tengan vida y la tengan en abundancia..” (Juan 10:10) Gracias a la obra del Señor Jesús, ahora somos libres y podemos disfrutar de esa libertad en todas las áreas de nuestra vida como lo explicó el apóstol Pablo a los cristianos de Colosas en el primer siglo, y a nosotros hoy: “Dios nos ha librado del poder de la oscuridad y nos ha llevado al reino de su amado Hijo, por quien hemos recibido la liberación y el perdón de los pecados.” (Colosenses 1:13,14)
No podemos olvidar que Satanás está interesado en nuestra destrucción, a menos que asumamos nuestra posición en Cristo, y nos convirtamos en sus colaboradores en la destrucción del mundo de las tinieblas y la proclamación de la libertad a los cautivos, porque: “…Para esto apareció el Hijo de Dios, para deshacer las obras del diablo.” (1 Juan 3:8 b). Recordemos que durante su ministerio terrenal, Jesús “…anduvo haciendo el bien y sanando a cuantos sufrían bajo el poder del diablo, porque Dios estaba con él...” (Hechos 10.38). Como soldados suyos no podemos hacer menos que proseguir la tarea en un mundo dominado por las tinieblas.
¿Qué estamos haciendo?
Como Iglesia de Jesucristo debemos evaluar nuestra labor y preguntarnos qué estamos haciendo. Es probable que al asumir una posición pasiva frente a los avances del mundo de las tinieblas, fruto del pecado del hombre, estemos manifestando indiferencia respecto al destino de la sociedad como ocurrió con el pueblo de Israel. De elle se quejó Dios cuando dijo: “¡Ay de los profetas estúpidos que siguen su propia inspiración y no tienen verdaderas visiones! Tus profetas, Israel, son como zorras que viven entre ruinas. No han hecho nada para defender a Israel, para que pueda resistir en la batalla cuando venga el día del Señor.” (Ezequiel 13:3-5, Versión Dios habla hoy). Y un poco más adelante advierte el profeta por inspiración divina: “Yo he buscado entre esa gente a alguien que haga algo en favor del país y que interceda ante mí para que yo no los destruya, pero no lo he encontrado.” (Ezequiel 22:30, Versión Dios habla hoy)
Es probable que usted mismo reconozca que salvo las oraciones cotidianas en el templo y quizá en su tiempo devocional, no se ha preocupado por los demás, a dónde va su vida y cuál será su destino eterno. Es más, frente a las ataduras espirituales que enfrentan millares de personas a su alrededor, se ha limitado a levantar los hombros y decir: “Ese no es asunto mío”.
Es hora de despertar. La lucha contra Satanás es real y nadie está ajeno a ella, como explica el autor Dean Sherman:
“Podemos entrar en la batalla, en la aventura más grande de todas. Podemos ver triunfar el bien sobre el mal y ver a los cautivos liberados. Esto no es la trama de un libro o el tema de una película. Es exactamente la intención de Dios para nosotros. Puede convertirse en una realidad cuando aprendemos a participar en la guerra espiritual. Lamentablemente, la mayoría de la gente tropieza con esta batalla sin darse cuenta. Toda persona que nace en este mundo, está involucrada en la guerra espiritual. Habiendo sido sumergidos en el conflicto de los siglos, no podemos quedar eximidos ni ser neutrales.” (Sherman, Dean. “Guerra Espiritual”. Editorial Betania, 1991. p. 19)
Sobre esta base comprendemos que la Guerra Espiritual no es un fin en sí misma, sino el medio para llegar a ese fin: Proclamar las Buenas Nuevas de Salvación y ministrar liberación a los cautivos. Jesucristo nos dio la autoridad.
El hecho de ignorar a Satanás para no alborotarlo, no significará que se quedará quieto. Él seguirá tras nosotros para causarnos daño, porque tal como advirtió el apóstol Pedro: “…vuestro enemigo el diablo, como un león rugiente, anda buscando a quien devorar.” (1 Pedro 5:8).
¿Qué hacer entonces? Caminar en sujeción a Dios y resistirlo. Pasar de la actitud defensiva , que caracteriza a la iglesia hoy día, a una posición ofensiva , de ataque, para recobrar los territorios que hoy dominan las tinieblas. Al respecto el apóstol Santiago fue enfático al enseñarnos: “Someteos, pues, a Dios. Resistid al diablo, y este huirá de vosotros.” (Santiago 4.7)
Él sabe quién es quien
Satanás es habilidoso y sabe quién es quien en el mundo espiritual. Conoce si usted pasivamente soporta todos sus ataques. Y créalo, no tendrá compasión porque como enseñó el Señor Jesús, vino a matar, robar y destruir (Cf. Juan 10:10 b)
La mejor ilustración el relato sobre varios exorcistas ambulantes, hijos de uno de los sacerdotes principales en Jerusalén. Para liberar a los endemoniados, invocaban a Jesús, el que predicaba el apóstol Pablo. Y Satanás les respondió a través de alguien a quien mantenía atado: “Pero en cierta ocasión les contestó el espíritu maligno: –Conozco a Jesús y sé quién es Pablo, pero vosotros, ¿quiénes sois? Al propio tiempo, el hombre que tenía el espíritu maligno se lanzó sobre ellos, y con gran fuerza los dominó a todos, maltratándolos con tanta violencia que huyeron de la casa desnudos y heridos.” (Hechos 19:15, 16. Versión Dios habla hoy)
Cuando Satanás sabe que estamos caminando de la mano del Señor Jesús, en fidelidad a Dios, se mantiene a raya. No saca ventaja de ninguna situación. Y la iglesia militante de Cristo debe asumir esa posición de entrega y consagración a Dios en procurar de librar la batalla exitosamente.
El autor y conferencista Derek Prince se refiere a la urgencia de asumir posición alrededor de la intercesión y Guerra Espiritual cuando plantea:
“Nuestra responsabilidad frente a este conflicto es única, ya que somos los únicos a quienes Cristo ha encomendado el discernimiento y las armas espirituales que pueden darnos la victoria. Los gobiernos y los ejércitos de este mundo, que solo operan en el ámbito natural, no tienen ningún entendimiento del conflicto, ni el poder para enfrentar las potestades satánicas en los lugares celestiales. Por el contrario, sin darse cuenta, ellos mismos son manipulados y controlados por estas potestades. Un requisito indispensable para lograr la victoria es identificar la naturaleza de las fuerzas que están obrando en una situación dada” (Tomado de la Website del ministerio de Derek Prince. Artículo: El humanismo: precursor del anticristo).
La enseñanza que comienza a recibir desde hoy debe involucrar oración, vida cristiana práctica— es decir de testimonio — , y aplicarnos a la asimilación de los conceptos para desarrollarlos en nuestro ministerio al interior de la Iglesia. ¡Los resultados serán sorprendentes!
Lo ideal es que cada congregación se constituya grupos de estudio que, en el proceso de formación, se animen a afianzar su compromiso con el Señor Jesucristo y ser multiplicadores del Evangelio y la ministración de libertad a los cautivos por el mundo de las tinieblas.
La tarea es grande, pero tenemos asegurada la victoria en Cristo. ¡Bienvenido a este estudio que enriquecerá su vida cristiana y dinamizará el ministerio que desarrolla en la Iglesia!
Recomendaciones para los Estudiantes
1.- Consultar los textos bíblicos en las versiones o traducciones de que disponga, lo que facilita el proceso de aprendizaje.
2.- Estudiar la totalidad de cada Lección y tomar nota de los aspectos que despierten inquietud con el propósito de despejarlas con ayuda del Maestro o escribiéndonos en nuestro Formulario de Contacto
3.- Responder las preguntas del Material adicional así como de los Devocionales, los cuales están relacionadas con el tema abordado en cada Lección así como con los textos bíblicos de referencia.
Nota Importante: Al terminar el Nivel 1 del Curso de Guerra Espiritual, podrá descargar la totalidad del material en formato de libro electrónico (PDF)
Publicado en: Cursos
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