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¿Porque orar si Dios conoce nuestras necesidades?


(Lección 3 – Nivel 5)

¿Porque orar si Dios conoce nuestras necesidades? (Lección 3 – Nivel 5)

Para quienes llevan muchos años orando, una pregunta alrededor de por qué deberíamos seguir orando si Dios conoce nuestras necesidades, puede que les tome por sorpresa. Sin embargo, es uno de los cuestionamientos que se hacen con mayor frecuencia.

Millares de personas en todo el mundo tienen la concepción de un Dios gruñón con el ceño fruncido detrás de nosotros para pillarnos en algún error para castigarnos; y en segundo lugar, de un Padre que provee todo sin necesidad de que se lo pidamos.

En uno y otro caso están en un error. Primero, porque el nuestro es un Dios de amor que nos concede oportunidades para cambiar, y también porque obra en consonancia con lo que le pidamos.

Oraciones específicas, respuestas específicas

Imagine que usted quisiera una motocicleta para ir de paseo los domingos en la tarde, cuando la suave brisa baña la ciudad.

¿Cómo debería ser esa motocicleta? ¿Qué color querría? ¿Cuántas velocidades? ¿Qué modelo? Y los interrogantes podrían extenderse mucho más.

Ese hecho lleva a la comprensión de que seamos específicos en la oración, y más importante aún: que le pidamos a Dios cuando necesitemos algo.

Le cito dos versículos interesantes que ilustran este principio. El primero está en el libro de los Salmos: "Tan solo pídelo, y te daré como herencia las naciones, toda la tierra como posesión tuya.” (Salmos 2:8. NTV)

, y el segundo, está en Jeremías y es uno de los más conocidos por todos nosotros: ”...pídeme y te daré a conocer secretos sorprendentes que no conoces acerca de lo que está por venir. “ (Jeremías 33:3. NTV - Lea también Mateo 9:38)

En los dos casos, el Señor nos manda pedirle aquello que anhelamos o necesitamos. ¿Por qué habría de requerir que le pidamos si no tiene sentido? Creo

a pie juntillas que es un Padre proveedor que está atento a las peticiones que elevamos diariamente.

Ayudamos transformando el curso de la historia

Otro pasaje revelador fue escrito en un período en el que Israel estaba nuevamente distante de Dios, por fluctuar en su fe y dependencia divina como consecuencia del pecado y la idolatría.

En ese momento trascendental para su historia, en la que su economía había tocado fondo, el Señor se manifestó a través de un profeta para decir:

"Si cierro los cielos para que no haya lluvia, o si mando la langosta a devorar la tierra, o si envío la pestilencia entre mi pueblo, y se humilla mi pueblo sobre el cual es invocado mi nombre, y oran, buscan mi rostro y se vuelven de sus malos caminos, entonces yo oiré desde los cielos, perdonaré su pecado y sanaré su tierra. Ahora mis ojos estarán abiertos y mis oídos atentos a la oración que se haga en este lugar,…” (2 Crónicas 7:13-15. La Biblia de las Américas)

¿Acaso Él no conocía de su situación pecaminosa? ¿Por qué deberían convertirse de sus malos caminos y clamar a Él?

La respuesta está en el libro de los Salmos: "Cuando veo tus cielos, obra de tus dedos la luna y las estrellas que tú has establecido, digo: ¿Qué es el hombre para que de él te acuerdes, y el hijo del hombre para que lo cuides? ¡Sin embargo, lo has hecho un poco menor que los ángeles, y lo coronas de gloria y majestad! Tú le haces señorear sobre las obras de tus manos; todo lo has puesto bajo sus pies...” (Salmos 8:3-6. La Biblia de Las Américas)

Lea cuantas veces sea necesario este pasaje. Le mostrará el infinito amor de Dios que aun cuando somos creación de sus manos, nos ha permitido ejercer dominio sobre todo cuanto nos rodea y ejercer influencia transformadora en el curso de la historia humana a través de la oración.

El Padre nuestro, otro ejemplo

¿Cuántas veces ha pasado por la descripción bíblica del Padre nuestro, la oración universal que enseñó Jesús a sus discípulos y a nosotros? Sin duda muchas veces. No obstante, convendría leer este pasaje una vez mas:

"Vosotros, pues, orad de esta manera:``Padre nuestro que estás en los cielos, santificado sea tu nombre.``Venga tu reino. Hágase tu voluntad, así en la tierra como en el cielo.``Danos hoy el pan nuestro de cada día. ``Y perdónanos nuestras deudas, como también nosotros hemos perdonado a nuestros deudores.``Y no nos metas en tentación, mas líbranos del mal. Porque tuyo es el reino y el poder y la gloria para siempre jamás. Amén.” (Mateo 6:9-13. La Biblia de Las Américas)

Observe cuidadosamente que todo cuanto necesitamos, en las dimensiones personal, espiritual y material, están resumidas en ese modelo de oración.

Ahora, ¿por qué habríamos de pedirle el pan cada día si ya Él conoce nuestra necesidad de provisión alimentaria?; ¿Por qué pedirle perdón por nuestros pecados si Él ya está dispuesto a perdonarnos?; ¿Por qué pedir que nos libre de tentaciones si Él nos rodea con su protección y guianza?...

La respuesta es sencilla: Dios sabe todo esto pero obra a través de nosotros, somos sus mayordomos en la creación, y desde la antigüedad hasta nuestros tiempos, demanda que elevemos clamor por aquello que requerimos.

¿Por qué cerrarnos a una realidad y principio del Reino, que nos permite desarrollar intimidad con Él, y pretender cambiar la ruta para que se desate el poder divino? No hay lógica, no de parte del Padre celestial sino de parte de todos nosotros cuando razonamos así.

El apóstol Pablo escribió unas líneas que llaman poderosamente la atención y encajan con el asunto que venimos tratando. En su segunda carta a los creyentes de Tesalónica escribió: "Finalmente, amados hermanos, les pedimos que oren por nosotros. Oren para que el mensaje del Señor se difunda rápidamente y sea honrado en todo lugar adonde llegue, así como cuando les llegó a ustedes. Oren, también, para que seamos rescatados de gente perversa y mala, porque no todos son creyentes. Pero el Señor es fiel; él los fortalecerá y los protegerá del maligno.” (2 Tesalonicenses 3:1-3. NTV)

Si la voluntad de Dios era que alcanzaran a millares de personas en muchos países, ¿por qué pedir a Dios que les abriera puertas y les brindara protección?

El apóstol había descubierto el secreto de la oración que pide e intercede, que cambia la historia, y sabía perfectamente que el clamor de muchos cristianos traería la victoria en la tarea evangelística que estaban desarrollando entre los gentiles.

Oraciones transformadoras

Cuando oramos, el poder de Dios se libera. Aun cuando enfrentemos oposición como el profeta Daniel (Lea Daniel 9), finalmente encontramos respuesta de Dios y el curso de la historia en una vida, en una familia y en una nación, pueden cambiar.

La oración es la que, en todos los casos, marca la diferencia.

No es algo nuevo. Desde siempre nuestro amado Hacedor ha esperado que asumamos un papel de intercesores, de hombres y mujeres que no se conforman y claman por la voluntad y el poder de divino (Ezequiel 22:30, 31; 33:11)

Al hacerlo, cuando oramos, nos involucramos en el plan de Dios y comenzamos a colaborar con su propósito eterno. A pesar de que Él tiene todo planeado, escucha nuestras oraciones y responde produciendo hechos específicos por los que clamamos (Cp. Hechos 17:24, 25; Job 41:11; Salmos 50:10-12)

La decisión es nada más que nuestra. Nos conformamos con que todo siga igual, o nos decidimos a sumarnos al obrar de Dios. Y la mejor forma de hacerlo es cuando oramos.

No deje de perseverar

Las personas que renuncian cuando no ven inmediatamente la ocurrencia de milagros o de hechos portentosos, fácilmente cierran las puertas a hechos poderosos incluso cuando están a las puertas de producirse.

El autor y conferencista, Dutch Sheets, escribió: “La falta de perseverancia en la oración es una de las causas de derrota, especialmente en la oración. No sabemos pesperar correctamente. Estamos en la era del microondas. Sin embarego, Dios siempre está ocupando preparando un plato que además de complicado, demora mucho en su cocción.” (Dutch Sheets. “Oración intercesora”. Editorial Unilit.1997. Ee.Uu. Pg.18)

Este principio lo conocía el apóstol Pablo, quien escribió: "Y no nos cansemos de hacer el bien, pues a su tiempo, si no nos cansamos, segaremos.…” (Gálatas 6:9,10. la Biblia de Las Américas)

Cuando elevamos oraciones delante de Dios, estamos avanzando en la dirección correcta. Sin duda, estamos obrando bien. Y Pablo insiste sobre la necesidad de no cansarnos sino de perseverar.

Puedo asegurarle que si proseguimos orando, aquél milagro o intervención especial que hemos pedido de Dios, se producirá y tendremos el gozo de ver el mover poderoso de nuestro amado Señor en medio de nosotros...

Cuestionario para la profundización de la Lección 3:

Por favor, lea detenidamente los textos y postulados de cada pregunta, y teniendo a mano su libreta de apuntes, por favor, anote las respuestas:

a.- ¿Por qué debemos clamar a Dios si Él ya conoce cuáles son nuestras necesidades?

b.- ¿Cuál es la razón por la que Dios nos llama a pedirle lo que necesitamos (Lea Salmos 2:8; Jeremías 33:3)?

c.- ¿Qué reclamaba Dios del pueblo de Israel cuando estaban en pecado y querían que cesara la sequía y la ruina (2 Crónicas 7:13-15)?

d.- ¿Qué maravillosa expresión eleva el rey David al referirse a la posición del hombre en la creación (Salmos 8:3-6)? ¿Cómo aplica este pasaje Escritural a la oración?

e.- ¿Ha meditado en la oración del Padre nuestro. Hágalo hoy y profundice en cuanto nos enseña (Mateo 6:9-13)?

f.- ¿Podríamos afirmar que el apóstol Pablo descubrió y aplicó el principio de orar e interceder para que el curso de la historia cambie (2 Tesalonicenses 3:1-3)?

g.- ¿Por qué insiste el apóstol Pablo que debemos perseverar (Gálatas 6:9,10)?

Publicado en: Escuela de Oración


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