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¿Permitimos que nos gobierne el orgullo?

¿Permitimos que nos gobierne el orgullo?

1.- Lectura Bíblica: Salmos 131: 1-3

2.- Versículo para memorizar:

“Jehová, no se ha envanecido mi corazón, ni mis ojos se enaltecieron; ni anduve en grandezas, ni en cosas demasiado sublimes para mí. En verdad que me he comportado y he acallado mi alma como un niño destetado de su madre; como un niño destetado está mi alma. Espera, oh Israel, en Jehová, desde ahora y para siempre.” (Salmos 131: 1-3| RV 60)

3.- Reflexión en la Palabra de Dios:

Todo ser humano enfrenta dos poderosos enemigos: el orgullo y la soberbia. Dos componentes destructivos si los anidamos en el corazón. El rey David los aborda, reconociendo la importancia de la humildad. Un ejemplo para nosotros hoy. Una recomendación que debemos acoger, porque si algo no podemos pasar por alto, es que aun cuando creamos que somos humildes, nadie conoce la profundidad del corazón (Jeremías 17: 9). Con frecuencia nos traiciona.

De hecho, quizá en nosotros o en las personas con las que interactuamos diariamente, descubriremos que dependen de la adulación y la honra ajenas. Los han convertido en alicientes adictivos. Si no los reciben, se sentirán ofendidos y, lo más probable, es que reaccionarán.

Cabe preguntarnos, entonces, qué grado de orgullo nos domina y hacer un alto en el camino para imprimir cambios en nuestro ser, con ayuda de Dios. ¿La razón? Ser orgulloso trae perjuicios a nuestra existencia y, lo más importante, no honra a Dios (Isaías 2: 12; Cf. Malaquías 1: 1, 2). Es el Señor mismo quien exalta a los humildes (Isaías 5. 15; Lucas 14:11)

Insistimos en las pautas que trazó el rey David. Dependía de Dios, desechó la autosuficiencia, jamás despreció a los demás, no buscaba su propia grandeza, sino exaltar al Padre, nunca pretendió tener renombre, reconocía sus errores, se mantuvo fiel al Creador y jamás se glorió de sus logros.

Por ese motivo, el mejor lugar para un desenvolvimiento exitoso es allí donde Dios nos ponga. Si tenemos planes y proyectos, es pertinente someterlos al Supremo Hacedor, para que nos ayude a materializarlos con Su poder. Él abre puertas y cierra puertas.  Dios da a cada uno conforme Él quiere.

Lecturas bíblicas recomendadas: 1 Timoteo 6: 6, 7; Salmos 6:3;  30: 3; 57:6; 62: 1, 5

4.- Preguntas para el crecimiento personal y espiritual:

a.- ¿Confiamos realmente en lo que Dios está haciendo con nosotros?

c.- ¿Sometemos nuestros planes y proyectos en manos de Dios (Salmos 37: 5) o pensamos que tenemos la capacidad para lograrlo todo?

d.- ¿Permitimos que el orgullo nos gobierne (Isaías 2: 12)?

e.- ¿Qué características del rey David admiramos y decidimos asumir en nuestra vida desde hoy?

Publicado en: Devocionales Diarios


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