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Permita que Dios trate con su vida


(Lección 3 – Nivel 4 )

Permita que Dios trate con su vida (Lección 3 – Nivel 4 )

¿Le ha ocurrido alguna vez que enfrentó una situación, sin razón aparente, que quizá lo llevó a enfrentar el dolor y la desesperanza, pero años después descubrió el propósito escondido que tuvo ese período en su vida?

Una joven me compartió la tristeza que la embargó cuando perdió al chico que había amado por años. Sin mayores explicaciones decidió terminar la relación con ella. “Era perfecto; amable, estudioso, trabajador. Creo que el ideal de toda mujer.”, relató. Durante esa travesía difícil no quizo volver a la Iglesia. Creyó que Dios se había olvidado de ella.

Meses después se enteró que ese jovencito ejemplar, la envidia de muchos en la universidad, dejó embarazada a una compañera de estudios y no respondió por ella.

Cuando lo buscaba para que le ayudara con el hijito, la trataba mal y en alguna ocasión la agredió, saliendo de la universidad. ¡De lo que me libré!”, me dijo.

Alejarle a ese muchacho de su vida era parte del trato de Dios, pero además, para protegerla de un dolor posterior.

Entendí mucho después que el Señor me guardó. Y le agradezco, aun cuando en su momento sentí frustración — explicó.

Un aspecto relevante que aprendemos en la experiencia de conocer a Dios, es que cada situación en enfrentamos trae consigo una enseñanza. Cada circunstancia adversa nos puede ayudar a crecer. Todo depende de nuestra perspectiva frente a los momentos malos.

¿Por qué razón podemos decirlo? Por una razón elemental: Dios es amor. No que tenga amor sino que es amor. Es su naturaleza. Y ese amor trasciende los límites que podamos comprender. Sobre esa base, Su amor por nosotros siempre piensa en lo mejor.

El apóstol Juan, escribiendo a los cristianos del primer siglo y también a nosotros, enseñó: "Amados, amémonos unos a otros; porque el amor es de Dios. Todo aquel que ama, es nacido de Dios, y conoce a Dios. El que no ama, no ha conocido a Dios; porque Dios es amor. En esto se mostró el amor de Dios para con nosotros, en que Dios envió a su Hijo unigénito al mundo, para que vivamos por él.” (1 Juan 4: 7- 9)

¿Cree usted que Dios anda procurando el mal para su vida? ¿O que quizá se devana los sesos imaginando cómo traer tristeza a sus días? ¿O tal vez cómo mover las circunstancias en contra de usted y de su familia? Por cierto que no. Y es aquí donde debemos enfatizar que muchas de las cosas que nos suceden, no vienen de nuestro amado Padre celestial sino del pecado que gobierna el mundo e incluso, de quienes nos rodean, que andan en pecado.

El autor cristiano, Heny Blackaby, escribe que: “Algunas veces no comprendemos por qué permite Dios que ocurran ciertas cosas, y es natural que reaccionemos así. Él es Dios infinito, en tanto que nosotros somos criaturas naturales limitadas. Dios ve las consecuencias eternas de todo lo que sucede, nosotros no. Hay muchas cosas que Dios hace y nunca comprendemos o tal vez comprenderemos en esta vida; pero nos invita a conocer su naturaleza, su esencia y cómo es Él. Al disponernos a conocer a Dios y a hacer Su voluntad, primero tienes que conocer quién es Dios.” (Henry Blackaby. “Experiencia con Dios”. B&H Editores. EE.UU. Pg. 20)

Una decisión equivocada es enfocarnos en el problema y no en la enseñanza que Dios quiere impartirnos a través de ese trago amargo.

Piense en todo momento en un principio que debiera dinamizar nuestra vida espiritual: La voluntad de Dios es perfecta. Y, en esa dirección, cuando trata con nuestra vida es para llevarnos a nuevos niveles.

El final del camino es más importante que la travesía

La historia relata que era muy joven cuando lo separaron de su familia. Y después de disfrutar por años de enormes privilegios, terminó como esclavo. Lo más increíble es que quienes lo vendieron fueron sus propios hermanos. Hoy quizá no nos extrañaría un caso así, pero sí debió ser poco común en aquella época remota donde los lazos familiares parecían ser tan sólidos.

Su humildad y sencillez fueron puestas a prueba cuando una mujer que pretendía seducirlo, terminó llevándolo a la desgracia y terminó en la cárcel. Los días y las noches debieron parecerle interminables. Pero cuando creía que se encontraba al final del camino, olvidado por todos y con todas las circunstancias en contra, Dios se glorificó y llegó a ser el segundo al mando en la enorme nación de Egipto.

Y en esa posición de reconocimiento y poder, pudo ayudar a su familia e incluso, traerlos a esa próspera tierra.

Cuenta la Biblia que él se reveló a sus hermanos, y ante la enorme sorpresa que invadió a quienes lo habían vendido, les dijo: "«¡Soy José! — dijo a sus hermanos—. ¿Vive mi padre todavía?». ¡Pero sus hermanos se quedaron mudos! Estaban atónitos al darse cuenta de que tenían a José frente a ellos. «Por favor, acérquense», les dijo. Entonces ellos se acercaron, y él volvió a decirles: «Soy José, su hermano, a quien ustedes vendieron como esclavo en Egipto. Pero no se inquieten ni se enojen con ustedes mismos por haberme vendido. Fue Dios quien me envió a este lugar antes que ustedes, a fin de preservarles la vida. El hambre que ha azotado la tierra estos dos últimos años durará otros cinco años más, y no habrá ni siembra ni siega. Dios me hizo llegar antes que ustedes para salvarles la vida a ustedes y a sus familias, y preservar la vida de muchos más. Por lo tanto, fue Dios quien me envió a este lugar, ¡y no ustedes! Y fue él quien me hizo consejero* del faraón, administrador de todo su palacio y gobernador de todo Egipto.” (Génesis 45:3-8. Nueva Traducción Viviente)

José a diferencia de muchos hombres y mujeres en la historia no se preguntó el por qué de lo que estaba viviendo, sino el para qué. En otras palabras, qué iba a desencadenar cada situación difícil en su vida y en la de aquellos a quienes amaba.

Si la naturaleza de Dios es el amor (Cp. 1 Juan 4:16), todo cuanto hace está rodeado de amor para nosotros y lo hace para nuestro bien. Él tiene un propósito con cada etapa de nuestra existencia y lo que creemos motivo de dolor, lo transforma en bendiciones: “Y sabemos que a los que aman a Dios, todas las cosas les ayudan a bien, esto es, a los que conforme a su propósito son llamados.” (Romanos 8:28)

En cada momento estamos siendo moldeados por Él, nuestro Supremo Hacedor.

El reverendo Blackaby, comparte su testimonio sobre los tiempos difíciles: "La confianza que tengas en la naturaleza de Dios es de vital importancia. Eso ha tenido una poderosa influencia en mi vida. Siempre visualizo mis circunstancias en el contexto de la cruz y por esa razón sobre, las miro a la luz de todo su profundo amor por mi. Es posible que no siempre comprenda mi situación actual o cómo resultarán las cosas con el tiempo, pero puedo confiar en el amor de Cristo, que demostrò cuando dio su vida por mi en la cruz. Y decido confiar... que, a su tiempo, me ayudará a comprender las circunstancias confusas que puedan rodearme ahora.” (Henry Blackaby. “Experiencia con Dios”. B&H Editores. EE.UU. Pg. 22)

Si aspiramos ser útiles en el Reino de Dios, ahora y mañana, disfrutando hoy la travesía y en el futuro cuando estemos en Su Presencia, es necesario que permitamos Su trato poderoso en nuestra vida.

El trato del Señor, que en algunas casos es fruto de la disciplina para que corrijamos errores o retornemos al sendero apropiado (Cp. Hebreos 12:5-8), nos prepara para volar más alto, para llegar más lejos. Y algo en lo que podemos tener la plena certeza, es que Su trato es amoroso, aun cuando no lo entendamos hoy.

Dios necesita corazones dispuestos a ser tratados

Saulo por mucho tiempo fue conocido por dos razones esenciales: La primera, su proximidad a las autoridades judías gracias a su pragmatismo de fe, pero de otra parte, por su fanatismo que rayaba con la crueldad cuando se trataba de perseguir a los cristianos.

De camino a Damasco para apresar a los seguidores de Jesús, el amado Maestro se le apareció en el camino. Fue un encuentro personal con el Redentor, el mismo encuentro que necesitamos usted y yo cada día si esperamos experimentar crecimiento y llegar a nuevos niveles en la vida de fe.

Como consecuencia de esa experiencia, quedó temporalmente ciego. Y Dios habló a Ananías, un siervo de Cristo, para que fuera a visitarle.

Relata el evangelista Lucas que cuando el piadoso siervo recibió el encargo, se sorprendió y reaccionó: "— ¡Pero Señor! — exclamó Ananías—. ¡He oído a mucha gente hablar de las cosas terribles que ese hombre les ha hecho a los creyentes de Jerusalén! Además, tiene la autorización de los sacerdotes principales para arrestar a todos los que invocan tu nombre. El Señor le dijo: — Ve, porque él es mi instrumento elegido para llevar mi mensaje a los gentiles y a reyes, como también al pueblo de Israel; y le voy a mostrar cuánto debe sufrir por mi nombre.” (Hechos 9:13-16. Nueva Traducción Viviente)

Le invito a leer el texto con sumo cuidado porque encierra una poderosa enseñanza para los Discípulos de Jesús: “Ve, porque él es mi instrumento elegido para llevar mi mensaje a los gentiles y a reyes, como también al pueblo de Israel; y le voy a mostrar cuánto debe sufrir por mi nombre” ¿Qué puede usted aprender de estas líneas? Sin duda varios elementos que le invito a considerar:

a.- Saulo siempre estuvo en el plan de Dios

b.- Cada circunstancia de Saulo estaba encaminada a cumplir el propósito de Dios

c.- Para ser útil en el Reino, Saulo debería ser tratado por Dios

d.- La etapa de ser moldeado, no iba a ser fácil de entender y aceptar para Saulo

e.- Al término de la etapa de trato especial en la escuela de Dios, iba a ser muy útil para el Reino

Esa misma situación se repite en nosotros. ¿Aspiramos ser instrumentos útiles en Sus poderosas manos? Entonces debemos permitir que obre en nuestro corazón, en nuestra forma de pensar y de actuar.

Henry Blackaby, el autor cristiano, recomienda no cuestionar a Dios en los momentos difíciles: “Nunca permitas que tu corazón cuestione el amor de Dios. Cuando procures conocerlo y dispongas tu corazón para tener una experiencia con Él, debes tener ésto resuelto: Dios te ama. Lo que crees sobre el amor de Dios por ti se refleja en cómo te relacionas con Él. Si realmente crees que Dios es amor, también aceptarás que Su voluntad siempre es perfecta.” (Henry Blackaby. “Experiencia con Dios”. B&H Editores. EE.UU. Pg. 22)

No hay por qué temer. Dios sabe cómo hace sus cosas. No improvisa. Y lo mejor de todo: Las cosas obran para nuestro bien.

Si confiamos, llegamos al final del camino en victoria

Los hombres y mujeres que Dios ha utilizado a lo largo de la historia de a humanidad, tuvieron un común denominador: Confiaron en la voluntad de Dios y en Su poder ilimitado para cumplir Su propósito eterno en ellos.

Esa es la confianza que todos debemos desarrollar, a pesar de no entender hoy lo que nos está ocurriendo. Antes que los obstáculos, lo que realmente debe inquietarnos es estar en el centro mismo de la voluntad de Dios.

El Señor habló a Israel y les explicó, a las puertas de entrar a la tierra prometida, que ese largo trasegar había tenido un propósito.

Mosiés habló a la multitud en los siguientes términos: "Y te acordarás de todo el camino por donde el SEÑOR tu Dios te ha traído por el desierto durante estos cuarenta años, para humillarte, probándote, a fin de saber lo que había en tu corazón, si guardarías o no sus mandamientos. Y te humilló, y te dejó tener hambre, y te alimentó con el maná que no conocías, ni tus padres habían conocido, para hacerte entender que el hombre no sólo vive de pan, sino que vive de todo lo que procede de la boca del SEÑOR. Tu ropa no se gastó sobre ti, ni se hinchó tu pie durante estos cuarenta años. Por tanto, debes comprender en tu corazón que el SEÑOR tu Dios te estaba disciplinando así como un hombre disciplina a su hijo. “ (Deuteronomio 8: 2-5. La Biblia de Las Américas)

Muchos ya entrados en años, cuando creyeron que no tenían mayores fuerzas, estaban por entrar a la tierra que fluía leche y miel, y allí el Señor les explicó por qué había tratado con ellos de esa manera.

Igual en su vida. Como Discípulo de Jesús, hombre o mujer a quien el Señor quiere utilizar poderosamente, debe estar preparado para ser tratado por la voluntad divina. Así piense que lo abandonan las fuerzas, enfóquese en Dios, búsquelo en oración y tómese de su mano para seguir adelante. Es una decisión de la que jamás se arrepentirá. y al final de su trasegar, estará listo para llegar a un nuevo nivel, útil en las manos de Aquél que todo lo puede.

¡Hoy es el día de reemprender el camino con ayuda de Dios!

Preguntas para su auto evaluación en su avance como Discípulo de Jesús:

Le invitamos esta semana a repasar la Lección y responder los siguientes interrogantes, que le ayudarán a profundizar en las enseñanzas y a tornarlas prácticas en su vida diaria:

a.- ¿Cuál ha sido su actitud cuando le ocurrió algo que no comprendía?

b.- ¿Llegó a cuestionar a Dios por los momentos difíciles que experimentó?

c.- Cuando ocurre algo que quizá no entiende, ¿piensa que tal vez Dios le está protegiendo del mal?

d.- ¿Qué nos dicen las Escrituras en cuanto a la naturaleza de Dios (1 Juan 4: 7- 9)?

e.- ¿Por qué debemos preguntarle a Dios el para qué de cada situación adversa por la que atravesamos?

f.- ¿Qué enseña a su vida el pasaje Escritural de Hechos 9:13-16?

g.- ¿Está dispueso a seguir adelante, prendido de la mano de Dios, aún cuando las circunstancias parezcan difíciles?

Publicado en: Escuela de Discipulado


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