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Ore por su familia y por quienes no tienen a Cristo

Ore por su familia y por quienes no tienen a Cristo

Lectura Bíblica: Nehemías 1:1-11

Versículo para memorizar:

“Cuando oí esto, me senté a llorar, y durante varios días estuve muy triste y no comí nada.” (Nehemías 1:4. Traducción en Lenguaje Actual)

Reflexión en la Palabra de Dios:

¿Sintió alguna vez inquietud por un familiar, próximo o muy cercano, y dijo tal vez: “Tengo en mi mente a esta persona; mejor me voy a orar”? Sin duda que sí. A todos aquellos que procuramos caminar en la dimensión sobrenatural de Dios alguna vez nos ha pasado.

O tal vez fue alguien que vio y sabe que necesita de Dios. Usted comienza a orar por esa persona, y lo hace por días, meses o años hasta que por fin— en circunstancias que las personas no comprenden pero nosotros sí— aquél recibió a Cristo como Señor de su vida.

Son las Cargas de Oración. Todos las hemos tenido alguna vez. El asunto es que quizá cuando llegaron a su vida, no las asumió por desconocimiento o tal vez, pensó eran muy pesadas para llevarlas sobre sus hombros.

Uno de los mejores ejemplos lo encontramos en el apasionante relato que hace Nehemías de su llamado a servir a Dios:

“En el mes de Quislev, cuando Artajerjes llevaba veinte años de reinar, yo estaba en el palacio del rey en Susa. En ese momento llegó allí mi hermano Hananí con unos hombres que venían de Judá. Cuando les pregunté cómo estaba la ciudad de Jerusalén, y cómo estaban los judíos que no fueron llevados prisioneros a Babilonia, ellos me respondieron: «Los que se quedaron en Jerusalén tienen graves problemas y sienten una terrible vergüenza ante los demás pueblos. Los muros de protección de la ciudad están en ruinas, y sus portones fueron destruidos por el fuego». Cuando oí esto, me senté a llorar, y durante varios días estuve muy triste y no comí nada. Entonces le dije a Dios en oración: «Dios grande y poderoso... Hemos actuado muy mal y no hemos obedecido los mandamientos que nos diste por medio de Moisés. Acuérdate de lo que le dijiste a Moisés: Le advertiste que si no te obedecíamos en todo, tú nos enviarías a países muy lejanos. Pero también dijiste que si nos arrepentíamos y obedecíamos tus mandamientos nos volverías a reunir. También dijiste que tú nos traerías de vuelta al sitio que has elegido para que te adoremos, aun cuando estuviéramos en los lugares más lejanos.».En ese tiempo yo era copero del rey Artajerjes.” (Nehemías 1:1-11. Traducción en Lenguaje Actual)

Este judío sincero no fue ajeno a la realidad de las circunstancias adversas por las que estaba atravesando su pueblo, Israel; la nación a la que pertenecía; la tierra de sus padres. Es así como dice el versículo 4 señala que Nehemías la Carga de Oración vino sobre Nehemías: “Cuando oí esto, me senté a llorar, y durante varios días estuve muy triste y no comí nada.”

Lo más probable es que al igual que él, usted y yo en muchas ocasiones hemos sentido que la situación de una persona o algo en especial demanda que oremos. Esas son las Cargas de Oración. Es esencial que las aprendamos a identificar y respondamos a ellas, doblando rodilla, lo que Dios espera de nosotros.

Una de las preguntas más frecuentes cuando dicto conferencias sobre Oración es: “¿Cómo se manifiestan las Cargas de Oración?”. Y es muy importante ese cuestionamiento porque nos lleva a tomar las decisiones apropiadas en el momento oportuno.

Las Cargas de Oración constituyen una experiencia maravillosa, como relata el autor y conferencista internacional, Charles Stanley:
“A menudo, cuando Dios satisface nuestras necesidades, tenemos la impresión de que fue resultado de nuestras oraciones solamente. Pero nunca sabemos a quién Dios le ha dado carga por nosotros. Cuando lleguemos al cielo y veamos quiénes estuvieron orando por nosotros, y cuándo oraron ellos, nos sorprenderemos y quizá, sentiremos humillados. Nadie es autosuficiente. Todos necesitamos de las oraciones de los demás.” (Charles Stanley. “Trátelo con oración”. Editorial Vida. EE.UU. 1994. Pgs. 57, 58)
Hay varias formas ya que las Cargas de Oración producen en cada uno de nosotros profundo deseo de orar por algo o alguien y no descansamos hasta que lo hacemos, como ocurrió con Nehemías. Eso demanda, por supuesto, sensibilidad de nuestra parte.

Hay pasaje revelador del Evangelio que nos muestra la sensibilidad del amado Salvador, al ver la necesidad de millares de personas. Dice el texto que: “Y al ver la gran cantidad de gente que lo seguía, Jesús sintió mucha compasión, porque vio que era gente confundida, que no tenía quien la defendiera. ¡Parecían un rebaño de ovejas sin pastor!” (Mateo 9:36. Traducción en Lenguaje Actual)

La desorientación, desesperanza y angustias de estas personas tocó las fibras más sensibles del Señor Jesús y se vio motivado a actuar. ¿Es eso lo que está llevándole a obrar o tal vez orar?

Probablemente Dios le está llamando a orar por alguien o algo. Hoy es el día para que no rehúya esa maravillosa convocatoria y se una al Reino para contribuir a transformar personas y circunstancias. Puede ser su familia, alguien en particular en su hogar, alguien en el trabajo o alguna circunstancia. No cese de orar. Hágalo hasta que, con ayuda de Dios, lo imposible se haga real.

Que no pase este día sin que tome la mejor decisión de su vida: Abrirle las puertas de su corazón al Señor Jesús. Puedo asegurarle que es la mejor decisión que jamás pueda tomar.

Preguntas para el crecimiento personal y espiritual:
  1. ¿Ha sido motivado por Dios a orar por algo o alguien en su núcleo familiar?
  2. ¿Cuál fue su respuesta a ese llamado de oración?
  3. ¿Qué le tornó insensible a este compromiso de ayudar en el Reino?
  4. ¿Respondió pero se desanimó pronto?¿Cuál fue la razón?
En adelante procuraré un corazón sensible a la voz de Dios para asumir las Cargas de Oración.

Publicado en: Devocionales Diarios


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