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Obstáculos para la Sanidad Interior


(Consejería Pastoral – Cap. 13)

Obstáculos para la Sanidad Interior (Consejería Pastoral – Cap. 13)

El proceso de Sanidad Interior –que personalmente considero el más eficaz sin que, por supuesto, tenga nada en contra de la sicología como disciplina psicoterapéutica— , puede enfrentar algunos obstáculos que es necesario, de un lado identificar, y de otro, corregir.

Los impedimentos están representados en la imagen errada que pudiéramos tener de Dios como autoridad suprema, temor a reconocer que tenemos un problema, echar la culpa a los demás por los desequilibrios emocionales que experimentamos, e incluso, la ansiedad que despierta hacer un examen interior para descubrir qué hay guardado desde nuestra niñez, adolescencia y período juvenil, que está afectando nuestro presente.

1.- Una imagen errada de Dios

Cuando niños quizá tuvimos un padre intolerante, carente de amor y de ternura, despiadado y que todo error lo relacionaba con un fuerte castigo y, además, que no escuchaba cuando queríamos hablarle.

Es el primer contacto que tenemos con una figura paterna y de autoridad, que en la juventud e incluso edad adulta, homologamos con Dios.

Es probable que consideremos que Él es castigador, que no podemos llegar a su santa presencia, que está pendiente de pillarnos en una falla para traernos dolor, que no nos ama y además, no comprende ni los problemas ni nuestras expectativas.

Esa es la asociación de ideas que hacen millares de personas en todo el mundo. Para ellos Dios es muy lejano.

Si esa es la situación de la persona a quien usted aconseja, sin duda el proceso de Sanidad Interior se encontrará boicoteado y es fundamental que le guiemos para que cambie su imagen del Padre.

La tarea que le asiste como Consejero es tomar el tiempo suficiente, acompañado de textos bíblicos, para mostrarle las características amorosas del Dios en el que hemos creído, quien es precisamente el Sanador del ser en su totalidad.

2.- Temor a decir la verdad

Una mujer había practicado el aborto. Se deshizo de su criatura en gestación a los cuatro meses.

¿Sabe qué impedía el que avanzáramos en el proceso de Sanidad Interior? El temor de esta joven a decir la verdad. Creía que su pecado era tan terrible, que sin duda yo jamás habría oído algo así.

La concepción que tenía la llevaba además, a tratar –por supuesto, algo imposible— de Dios. “No puedo decírselo a Él porque me castigaría”, repetía una y otra vez.

Igual ha ocurrido, por ejemplo, con un ejecutivo de una agencia de seguros, casado y con dos hijos, que tenía un enorme temor de confesar que era homosexual.

Carlos José, otra persona a quien brindamos apoyo a través de la Consejería, se negaba a contar que— tres años atrás y mientras ejercía como sicario— había dado muerte a dos personas.

Estas personas inconscientemente levantaban muros que impedían dar pasos sólidos hacia la Sanidad Interior.

¿Qué paso se siguió? Darle confianza a cada uno de ellos para que comprendiera que, quien perdona los pecados y nos ayuda sobrenaturalmente a sanar las heridas del alma, es el Señor Jesucristo.

Él es nuestro amigo, quiere ayudarnos y nos guía en el camino para ser libres.

3.- ¿Quién fue el culpable?

Un tercer obstáculo está representado en el temor de admitir que quizá fueron sus hermanos, padres, familiares cercanos, vecinos o compañeros de estudio o de trabajo, quienes provocaron –-en muchos casos sin proponérselo — , una situación traumática que golpea todavía sus vidas.

Reconocer que nos hicieron daños no es culpar. Es, por el contrario, mirar dentro de nuestro ser en procura de encontrar dónde está el asunto que nos causa dolor para proceder a arrojarlo de nuestra alma para alcanzar la libertad que el Señor Jesucristo quiere para nosotros.

Temor a lo desconocido

Cuando estamos brindando orientación a través de la Consejería Pastoral y al conocer que como cristianos pediremos al Señor Jesús que nos ayude en el proceso de Sanidad Interior, es probable que nos pregunte: “¿Qué puede ocurrirme?”.

Es algo apenas previsible. Todos los seres humanos, en mayor o menor medida, enfrentamos el temor a lo desconocido.

A su manera, creen que tienen el control de todo, aunque por supuesto, están equivocados.

Esta es la razón por la que haya quienes, en medio de sus crisis o situación traumática, sientan relativa comodidad.

Simplemente ya se acostumbraron al sufrimiento y prefieren seguir sujetos a él, que abrir las puertas al mover de Cristo en su corazón. La realidad es que temen encontrarse con “sorpresas” al auscultar su ser interior.

Una vez descubrimos que el aconsejado está atravesando por una situación así, es necesario con paciencia, comprensión y seguridad, despejar todas sus inquietudes. En particular enfatizar en el hecho de que sólo un auto examen— con ayuda de Dios— permitirá dejar atrás el sufrimiento producto de situaciones traumáticas del pasado, y ser libres.

Recuerde que generalmente todo ser humano es producto de una cadena de sucesos que marcaron su existencia. Y a menos que se produzca la Sanidad Interior, la cadena proseguirá y golpeará a nuestros hijos, nietos y toda la generación que se desprenda de nosotros...

En su condición de Consejero cristiano, el reto que tiene es enorme, pero debe asumirlo. Aquél a quien brinda acompañamiento debe dejar de lado los temores, encontrar seguridad y abrir su corazón a avanzar en los siguientes pasos...

Publicado en: Escuela Bíblica Ministerial


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