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No renuncie a la bendición de su vida familiar

No renuncie a la bendición de su vida familiar

1.- Lectura Bíblica : 1 Corintios 13:4-8

2.- Meditación familiar:

¿Alguna vez ante las primeras dificultades con su cónyuge, pensó en divorciarse? Si hay algo que despierta un profundo dolor es saber que una relación matrimonial está en franco detrimento. No solo por el daño emocional para los componentes de la pareja sino por la carga traumática que encierra para los hijos.

El propósito original de Dios no fue el divorcio. Jamás siquiera pasó por su mente. Por el contrario, lo que leemos en la Biblia es que nuestro amado Creador concibió una familia sólida. Si no lo hemos logrado no ha sido porque Él lo ha querido así, sino por el orgullo que nos impide reconocer que lo necesitamos ocupando un lugar privilegiado en nuestra casa.

Si queremos evitar que la relación conyugal entre en franco detrimento, es necesario alimentarla cada día. Se que resultará trivial que lo diga por el cúmulo de veces que se ha repetido, pero el amor hay que regarlo como a una plantita para que crezca y se mantenga firme.

Un segundo elemento son las revisiones periódicas. El propósito es identificar los errores y disponernos a corregirlos. Es algo imperativo. Si no lo hacemos, lo más probable es que la relación de los esposos irá desmoronándose hasta llegar al punto en el que la separación será inevitable.

Esas evaluaciones permiten además, sacar de nuestro corazón todo aquello que podríamos tener contra nuestra pareja. Además, disponernos a perdonarle. Comenzar de cero cada vez que logramos superar un conflicto. No guardar enconos en el corazón, que no contribuyen a nada.

El apóstol Pablo escribió al respecto: “El amor es paciente, es bondadoso. El amor no es envidioso ni jactancioso ni orgulloso. No se comporta con rudeza, no es egoísta, no se enoja fácilmente, no guarda rencor. El amor no se deleita en la maldad sino que se regocija con la verdad. Todo lo disculpa, todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta. El amor jamás se extingue”. (1 Corintios 13: 4-8)

Comprensión, tolerancia, diálogo, perdón y muchos elementos están conjugados en esta poderosa palabra que encontramos en la Escritura.

En esta dirección se orienta el consejo de Gary Chapman, afamado autor y conferencista cristiano:
“Si hemos herido a nuestro cónyuge, debemos reconocer que algo está mal y que la sola disculpa no es suficiente. También tenemos que hacer un plan para cambiar nuestra conducta con el fin de no lastimar nuevamente y de la misma manera, a la persona a quien amamos.” (Gary Chapman. Devocionales “Lenguajes del Amor”. 10/01. Tyndale House Publishers. 2012. EE.UU.)
Por supuesto, rescatar el matrimonio de la crisis en que se encuentra, amerita dos componentes. El primero, reconocer que quizá hemos fallado y tenemos mucho para aportar en las soluciones, y el segundo: pedir a Dios que nos ayude a encontrar soluciones.

Es posible que aún nuestro amado Padre celestial no reine en su vida y en su familia. Si es así, le invitamos para que le abra las puertas de su corazón a Jesucristo. Es una decisión de la que jamás se arrepentirá.

3.- Oración familiar:

“Mi amado Dios y Señor, gracias por este nuevo día que nos regalas. Es una oportunidad de vida, pero también para nuestra familia, que anhelamos aprovechar al máximo. Coloca tu infinito amor en nuestra vida y la capacidad de perdonar, con el fin de superar cualquier dificultad que haya tenido con mi cónyuge o con mis hijos. En tus manos sometemos este día. Amén”

4.- Una Meta familiar para hoy:

No permitiré que el rencor, el resentimiento o alguna otra emoción dañina aniden en mi corazón contra mi cónyuge o mis hijos.

Publicado en: Altar Familiar


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