No permita que satanás le acuse por sus errores del pasado
(Lección 1 – Nivel 3)
No podía negar un pasado de pecado y ocultismo. De un lado, aun cuando era madre soltera, siguió buscando la relación que trajera estabilidad a su vida sentimental. Cada nueva relación, terminaba en intimidad. Y como generalmente esos noviazgos de ocasión terminaban en fracaso, acudía a las adivinas y agoreras en procura de “soluciones”.
Y ahí estaba, dándole vueltas a la vida mientras iba de un canal a otro en el receptor de televisión. No podía encontrar sosiego. Le parecía que absolutamente nada tenía sentido. Y aunque Patricia estaba pasando por un buen momento en su vida espiritual, siempre concluía en lo mismo: sensación de fracaso.
Satanás le echaba en cara sus errores. Y ella quería reemprender el camino. No obstante, los pensamientos de acusación volvían de nuevo y llegaba incluso a cuestionarse, en la soledad de la noche, si Dios realmente la había perdonado…
¿Realmente nos perdona Dios?
Cuando vamos a las Escrituras encontramos un pasaje extraordinario que nos habla de la misericordia y amor divinas. “Si el malvado se arrepiente de todos los pecados que ha cometido, y obedece todos mis decretos y practica el derecho y la justicia, no morirá; vivirá por practicar la justicia, y Dios se olvidará de todos los pecados que ese malvado aya cometido. ¿Acaso creen que me complace la muerte del malvado? ¿No quiero más bien que abandone su mala conducta y que viva? Yo, el Señor lo afirmo.” (Ezequiel 18:21-23. Nueva Versión Internacional).
El amado Padre perdona todas nuestras trasgresiones cuando recibimos al Señor Jesús en nuestro corazón como Salvador y borra todo archivo que hubiere en nuestra contra.
El apóstol Pedro lo explicó a un grupo de personas reunidas en Jerusalén cuando se produjo un derramamiento del Espíritu Santo. Él aprovechó la ocasión para hablarles acerca de la redención que obtenemos en Cristo. “Cuando oyeron esto, todos se sintieron profundamente conmovidos y les dijeron a edro y a los otros apóstoles: — Hermanos, ¿qué debemos hacer?.— Arrepiéntase y bautícese cada uno de ustedes en el nombre de Jesucristo para perdón de sus pecados-les contestó Pedro — , y recibirán el don del Espíritu Santo” (Hechos 2:37, 38. Nueva Versión Internacional).
Lo que hizo nuestro Padre celestial fue sacrificar a su Hijo en la cruz para que el derramamiento de su preciosísima sangre cubriera todos nuestros pecados, abriéndonos las puertas a una nueva existencia.
El apóstol Pablo explica que “...Dios nos dio vida en unión con Cristo, al perdonarnos todos los pecados y anular la deuda que teníamos pendiente por los requisitos de la ley. Él anuló esa deuda que nos era adversa, clavándola en la cruz.” (Colosenses 2:13, 14. Nueva Versión Internacional).
La inmensa misericordia de Dios es la que nos permite reemprender el camino de nuevo, disfrutando de la libertad.
Comprendiendo el perdón de Dios
Dios perdona todos nuestros pecados. El concepto de perdón, que en el hebreo es bastante amplio, proviene del vocablo salah que expresa la condonación de una deuda.
En la Biblia encontramos una excelente ilustración en el libro de Números. Se produce cuando Moisés ora por Israel en el momento en que expresaron rebeldía. El intercedió por todos: “Perdona ahora la iniquidad de este pueblo según la grandeza de tu misericordia, y como has perdonado a este pueblo desde Egipto hasta aquí” (Números 14:19. Reina Valera 1960).
El sentido que le imprime el autor sagrado a la expresión de perdón es la misma que refiere –en una imagen gráfica aplicada a nuestro tiempo — a alguien que una vez considera que quedó saldada la deuda en contra suya, arroja al cesto de papeles el pagaré que estaba pendiente.
Hay una descripción preciosa que hace el profeta del perdón divino. Escribió: “Sin duda, fue para mi bien pasar por tal angustia. Con tu amor me guardaste de la fosa destructora, y le diste la espalda a mis pecados” (Isaías 38:17. Nueva Versión Internacional).
Eso es lo que hace nuestro Supremo Hacedor: echa tras Él nuestros pecados una vez nos perdona.
Es importante comprender este aspecto porque de lo contrario seguirá arrastrando ese sentimiento de culpa, que es el que favorece a Satanás porque usted entrará en desánimo progresivamente— pensando que todavía es deudora— y desechará la posibilidad de seguir creciendo en su vida cristiana.
Cuando vengan pensamientos que lo conduzcan a un estado de minusvalía, que no tiene sentido avanzar porque todavía sus pecados están en la presencia de Dios, recuerde que no es así. Usted tiene ahora control de lo que entra a su mente (Filipenses 4:8) y no puede dar margen a ese tipo de ideas que le llevarán a un estado de estancamiento.
El Señor Jesús describió el asunto de la siguiente manera:”Dos hombres le debían dinero a cierto prestamista. Uno le debía quinientas monedas de plata, y el otro cincuenta. Como no tenían con qué pagarle, les perdonó la deuda a los dos. Ahora bien, ¿cuál de los dos lo amará más?” (Lucas 7:41, 42.Nueva Versión Internacional).
Lea el texto de nuevo. Hágalo con una disposición meditativa. Observe que refiere, de una manera sencilla, que no importa el monto de los pecados que traíamos encima. El perdón simplemente se dio. Nos corresponde asumirlo y dar pasos hacia delante, porque a la victoria y a una vida renovada nos llama el Señor...
Preguntas para evaluar la Lección 1:
Es importante que al terminar de estudiar la Lección se formule unas sencillas preguntas de repaso:
a.- ¿Siente que el enemigo espiritual lo acusa por los errores cometidos en el pasado?
b.- ¿Comprende claramente que al aceptar la obra redentora de Jesús el Señor en su vida, todos sus pecados del ayer fueron perdonados?
c.- Cuando el enemigo le acusa con pensamientos de derrota, ¿le recuerda que usted ya fue perdonado por Cristo en la cruz?
d.- ¿Cómo aplica en su vida la enseñanza de Colosenses 2:13 14?
e.- ¿Qué enseña a nuestra vida el texto de Hechos 2:37, 38?
Publicado en: Guerra Espiritual
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