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Hable con Dios, Él le escucha…  


(Lección 2 – Nivel 3)

Hable con Dios, Él le escucha…  (Lección 2 – Nivel 3)

No oro porque Dios no escucha mis oraciones.”, se lamentó Ricardo, inquietud que también comparte Olga Lucía: “Hay momentos en que siento desánimo cuando oro. Pareciera que nadie me escucha al otro lado de la línea…”. Dos comentarios sin aparente trascendencia pero que encarnan la queja que asiste a millares de cristianos en todo el mundo. Probablemente usted también se identifica con esa sensación de vacío cuando termina de clamar y considera que no habrá respuesta.

Es probable que le asalten interrogantes como: ¿Nos escucha Dios cuando oramos? ¿Debo seguir clamando si no hay respuesta a mis peticiones? ¿Será que no oro apropiadamente? La lista de cuestionamientos podría resultar interminable.

Si bien es cierto hay un hecho esencial, y es que la oración marca la diferencia en la vida de un cristiano, lo es también que debe constituir nuestra prioridad y no podemos desmayar cuando la respuesta no se produce inmediatamente. Leemos en las Escrituras que Cierto día, Jesús les contó una historia a sus discípulos para mostrarles que siempre debían orar y nunca darse por vencidos.” (Lucas 18:1. NTV)

Esa línea nos indica que es necesario seguir perseverando en la oración —no importa que de inmediato pareciera que no se produce una transformación en las circunstancias— sino que además, no podemos ni debemos darnos por vencidos.

¿Cómo lograrlo? Creyendo que Dios ha prometido responder. Apropiarnos de esa promesa. Seguir avanzando. La respuesta, si nuestra petición esta en la voluntad del Padre celestial, vendrá. No nos debe caber la menor duda.

Creer, simplemente creer

Cuando llega a casa y ha caído la noche, ¿qué es lo primero que hace? De acuerdo: Encender una bombilla. Pero, ¿qué le garantiza que al accionar el interruptor la bujía dará luz? ¿Acaso duda usted, cuando va a accionar el mecanismo, que fluirá la energía y calentará los filamentos? Por supuesto, usted no lo duda ni se pregunta la disponibilidad de energía eléctrica que tiene la compañía. Simplemente enciende el interruptor, convencido que se desvanecerá la oscuridad.

En el buen sentido de la palabra eso es fe. Ahora, trasladémoslo al plano espiritual: Fe en Dios es tener la firme convicción de que si oramos, Él hará algo especial, producirá milagros y cambiará las circunstancias. El Señor Jesús lo expresó en los siguientes términos: Les digo, ustedes pueden orar por cualquier cosa y si creen que la han recibido, será suya.” (Marcos 11:24. NTV)

Ahora, los hechos sobrenaturales se producen como consecuencia de creer, no por repetir oraciones sin sentido ni tampoco por tratar de quebrantar el corazón de Dios para generarle compasión, como también instruyó nuestro amado Salvador: “Cuando ores, no parlotees de manera interminable como hacen los seguidores de otras religiones. Piensan que sus oraciones recibirán respuesta solo por repetir las mismas palabras una y otra vez.” (Mateo 6:7. NTV)

Esa certeza se desprende de desarrollar una relación de intimidad con Dios. Ir a Él en todas las circunstancias, someterle nuestra situación y confiar que hará algo. Hasta tanto no haya intimidad no experimentaremos crecimiento.

El autor cristiano, Enrique T. Blackaby, enseña:
“La oración es un compañerismo y comunicación de doble vía con Dios. Usted le habla a Dios y Él a usted. No es un monólogo. Su vida personal de oración en el momento presente tal vez sea un monólogo en un solo sentido: Usted le habla a dios. La oración es mucho más que eso. La oración incluye igualmente escuchar. En verdad, lo que Dios le dice en oración es mucho más importante de lo que usted le dice a Él.”(Enrique T. Blackaby y Claudio V. King. “Mi experiencia con Dios”. Casa Bautista de Publicaciones. 2012. EE.UU. Pg. 113)
Dios nos escucha…

Uno de los grandes secretos para orar con eficacia es tener la certeza de que hablamos con Dios, la plena conciencia que Él nos escucha.

Quizá se pregunte: ¿Qué prueba tengo de ser escuchado por el Hacedor, Aquél que todo lo puede? Mi respuesta invariablemente será que allí está su principal problema: La duda. Hasta tanto logre superar la barrera y reconozca que no está hablando al aire, que Alguien no solamente le oye sino que ese Alguien especial que es nuestro Padre celestial, responderá, no dará pasos significativos en su crecimiento espiritual y más en la dimensión de la oración.

El  reconocido conferencista, Myles Munroe, escribe:
“La oración está destinada a ser contestada; de otra forma Dios no nos habría pedido que oráramos. Dios no tiene interés en que usted desperdicie su tiempo y esfuerzo. Saber cómo acercarnos a Dios y saber la clase de oraciones que Dios contesta.”(Myles Munroe. “Entendiendo el propósito y poder de la oración”. Whitaker House. 2005. EE.UU. Pg. 32)
En adelante, cuando doble rodilla en oración, no solo espere sino muévase bajo la convicción de ser escuchado por el Supremo Creador, de quien anotan las Escrituras: “Esto dice el Señor, el Señor que hizo la tierra, que la formó y la estableció, cuyo nombre es el Señor: pídeme y te daré a conocer secretos sorprendentes que no conoces acerca de lo que está por venir.”(Jeremías 33:2, 3. NTV) Tenga presente, como dice el doctor Myles Munroe que:
“La oración es una relación, no simplemente una actividad religiosa. La oración está más diseñada para que usted ajuste su vida a Dios, antes que para que dios se ajuste a sus deseos. Dios no necesita de sus oraciones, pero Él quiere que usted ore. Usted necesita orar debido a lo que Dios quiere hacer en y a través de su vida durante su oración. Dios le habla a Su pueblo por el Espíritu Santo y por medio de la oración.”( Enrique T. Blackaby y Claudio V. King. “Mi experiencia con Dios”. Casa Bautista de Publicaciones. 2012. EE.UU. Pg. 113)
Le invito a superar las barreras, dejar de lado la incertidumbre y la duda y—en adelante—acercarse al Padre celestial en oración con el pleno convencimiento que le está escuchando. Él está atento a lo que decimos, y desea respondernos, demostrándonos que nos ama y cuida de nuestras necesidades.

Un ejemplo durante el ministerio terrenal del Señor Jesús lo hallamos cuando oró por la resurrección de Lázaro. El hombre llevaba varios días sepultado. Decenas de ojos estaban puestos sobre lo que hacía el amado Maestro. Él, por su parte, estaba convencido que el Padre le escuchaba y lo expresó con Palabras, anticipando su gratitud por el milagro: Así que corrieron la piedra a un lado. Entonces Jesús miró al cielo y dijo: «Padre, gracias por haberme oído. Tú siempre me oyes, pero lo dije en voz alta por el bien de toda esta gente que está aquí, para que crean que tú me enviaste».” (Juan 11:41, 42. NTV)

Le invito a considerar que no son frases de cajón sino por el contrario, palabras nacidas en lo más profundo del corazón de Jesús, quien sabía que su Padre le oye. Esa misma convicción nos debe asistir en adelante.

Si deseamos revolucionar nuestra vida de oración, es necesario que creamos que somos escuchados. Dios hará algo especial en nuestra existencia y nos llevará siempre a nuevos niveles. ¡Hoy es el día para asumir ese compromiso!

Cuestionario para profundizar en la Lección 2:

Por favor, lea detenidamente los textos y postulados de cada pregunta, y teniendo a mano su librera de apuntes, por favor, anote las respuestas:

a.- Cuando usted ora, ¿tiene la certeza de que Dios lo escucha?

b.- ¿Qué le lleva a dudar que será escuchado por el Señor durante los períodos de oración?

c.- ¿Qué nos enseña el Señor Jesús en cuanto a la oración (Lucas 18:1)?

d.- ¿Qué papel juega la perseverancia en la oración?

e.- Si la Biblia está llena de promesas, ¿por qué debemos apropiarnos de ellas para experimentar la ocurrencia de milagros?

f.- ¿Cómo estorba la duda en su vida de oración?

g.- ¿Cómo definiría usted la relación que hay entre fe y oración?

h.- ¿Qué promete el Señor Jesús en cuanto a la oración y cuáles son los requisitos (Cf. Marcos 11:24)?

i.- ¿Por qué razón no es aconsejable una vana repetición de frases durante la oración (Mateo 6: 7)?

j.- ¿Qué promete Dios en cuanto a la oración (Jeremías 33:2, 3)?

k.- ¿Dudaba el Señor Jesús que su Padre lo escuchaba cuando oraba (Juan 11:41, 42)?

Publicado en: Escuela de Oración


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