Evangelizando a través de los recursos que tenemos a mano
(Lección 2 – Nivel 1)
El enorme despliegue que tiene hoy cualquier información que se genera, gracias a las Redes Sociales y otros medios virtuales, hace posible que a la par de los contenidos destructivos que hallamos en la Internet, se puedan propagar las Buenas Nuevas de Salvación.
Cada vez que usted publica algo a través del correo electrónico o del muro de la Red a la que tenga acceso, tiene la posibilidad de que esas líneas le den la vuelta al mundo en cuestión de tres horas, según explican los expertos en temas informáticos.
¿Qué relevancia tienen estos dos aspectos? Mucha porque si bien es cierto cuando nuestro Señor Jesús desarrolló su ministerio terrenal parecía imposible alcanzar rápidamente al mundo entero, con la tecnología hallamos esa posibilidad mucho más próxima, como también cercana la posibilidad de ver materializado el anuncio de nuestro amado Salvador: “Y se predicará la Buena Noticia acerca del reino por todo el mundo, de manera que todas las naciones la oirán; y entonces vendrá el fin.” (Mateo 24.14. NTV)
Las estrategias de evangelización han evolucionado bastante. Ya los mecanismos que rindieron resultado en otras épocas, quizá no tengan el mismo impacto.
Lo que jamás cambiará es el testimonio que damos de Cristo Jesús a través de nuestra forma de vida, y que termina ejerciendo una poderosa influencia en la vida de las personas, como anota el evangelista Billy Graham:“Las Sagradas Escrituras indican que estamos viviendo en el día del hombre., pero llegará un día que será llamado el Día del Señor. En medio de la desesperanza hay esperanza. Ella está centrada en Jesucristo, nuestro Salvador, Actualmente la voluntad del hombre con sus excesos, todo lo cubre en la tierra. Pero entonces, sólo será cumplida la voluntad del Señor, hasta que llegue ese día, el Rey de reyes nos ordena que proclamemos su mensaje. Cuando predicamos el evangelio, estamos obedeciendo su mandato de “ir y proclamar”, Y al hacerlo, apresuramos el día de su regreso a la tierra.”(Joan Winmill Brown, “Día tras día con Billy Graham”. Casa Bautista de Publicaciones. 2010. EE.UU. Abril 14)El amado Salvador lo dejó muy claro cuando nos instruyó: “Así alumbre vuestra luz delante de los hombres, para que vean vuestras buenas obras, y glorifiquen a vuestro padre que está en los cielos.”(Mateo 5.16)
A partir de estos elementos cabe insistir: Nuestro testimonio de vida es un poderoso instrumento, seguido de la urgencia y a la vez necesidad de aprovechar todos los mecanismos que tenemos a disposición, de alcance masivo, para proclamar las Buenas Nuevas Jesucristo.
Cumpliendo el propósito eterno de Dios
El pecado termina por arrastrarnos a una vida de perdición, tanto física como espiritualmente, si lo permitimos. A nuestro alrededor, millares de almas corren hacia la perdición como consecuencia del pecado. El curso de sus vidas sólo cambiará cuando les hablemos del poder liberador del Señor Jesucristo.
Cuando nos damos a la tarea de proclamar a Cristo como Señor y Salvador de la humanidad, estamos cumpliendo el propósito eterno del Creador (Mateo 6:33; 18:20)
Ahora, para dinamizar esa labor, es necesario que le imprimamos pasión. No es otra cosa que volcar todos nuestros esfuerzos para hacer las cosas bien, pensando en el enorme bien que hacemos cuando logramos rescatar a alguien de las garras del pecado.
El apóstol Pablo se refirió a la pasión por lo que hacemos cuando escribió a los creyentes de Colosas: “Trabajen de buena gana en todo lo que hagan, como si fuera para el Señor y no para la gente.” (Colosenses 3:23. NTV)
Pasión, es un ingrediente que debemos aplicar a nuestra vida. En adelante, si usted de verdad ama las almas que corren el peligro de perderse, hará todo lo que está a su alcance por evitarlo. Cada vez que suba un post en la Red social, lo hará no tanto para exaltarse usted o compartir trivialidades, sino para proclamar la obra de Jesús. En otras palabras, es utilizar aquello de que disponemos, imprimiéndole pasión.
Ganar almas, una meta permanente
¿Tenía pasión nuestro amado Señor Jesús por las almas? Sin duda que sí. Y él compartió esa pasión en la siguiente parábola: ““Entonces Jesús les contó la siguiente historia:
«Si un hombre tiene cien ovejas y una de ellas se pierde, ¿qué hará? ¿No dejará las otras noventa y nueve en el desierto y saldrá a buscar la perdida hasta que la encuentre? Y, cuando la encuentre, la cargará con alegría en sus hombros y la llevará a su casa. Cuando llegue, llamará a sus amigos y vecinos y les dirá: “Alégrense conmigo porque encontré mi oveja perdida”. De la misma manera, ¡hay más alegría en el cielo por un pecador perdido que se arrepiente y regresa a Dios que por noventa y nueve justos que no se extraviaron! Parábola de la moneda perdida. O supongamos que una mujer tiene diez monedas de plata y pierde una. ¿No encenderá una lámpara y barrerá toda la casa y buscará con cuidado hasta que la encuentre? Y, cuando la encuentre, llamará a sus amigos y vecinos y les dirá: “¡Alégrense conmigo porque encontré mi moneda perdida!”. De la misma manera, hay alegría en presencia de los ángeles de Dios cuando un solo pecador se arrepiente».” (Lucas 15:3-10. NTV)
Lea el pasaje cuantas veces sea necesario, y descubrirá que nuestro amado Señor nos llamó a tener pasión, compromiso y perseverancia en la tarea de ganar almas para el Reino.
Esa pasión es la que ha llevado a infinidad de personas en el mundo entero, a dedicar sus aptitudes, conocimientos y disposición, a llevar las Buenas Nuevas de Salvación a otras personas.
El evangelista Billy Graham, lo describió con las siguientes palabras:“Un testigo fiel vale por mi profesantes mudos. Tom Allan, el famoso predicador escocés, fue llevado a los pies de Cristo mientras un soldado negro norteamericano cantaba un himno espiritual… Decía Allan que no fue la canción ni la voz, sino el espíritu con el que cantaba ese soldado; algo en su sinceridad de expresión le hizo arrepentirse de su vida de pecado y volverse al Salvador. Nuestra fe crece cuando la expresamos. Si deseamos conservarla, debemos compartirla al testificar.” (Joan Winmill Brown, “Día tras día con Billy Graham”. Casa Bautista de Publicaciones. 2010. EE.UU. Abril 12)Si imprimimos pasión a la tarea de Evangelizar, sin duda encontraremos el respaldo de nuestro amado Señor en cada paso que demos.
No desperdicie oportunidad para evangelizar
Me impactaron dos historias que conocí. La primera, de una mujer en nuestra amada ciudad que tomaba frascos vacíos de compotas, les colocaba dentro un versículo bíblico y lo dejaba expuesto a los recicladores. Era una forma sencilla pero práctica y eficaz de llevar a otros las Buenas Nuevas de Salvación.
El otro caso es el de un hombre en los Estados Unidos que tomaba pasajes de la Biblia, los colocaba en botellas de vino vacías y las arrojaba al mar. El evangelizador de las botellas se hizo famoso. Compartió en alguna oportunidad, que muchas personas de diferentes partes del mundo, habían respondido a su llamado para que conocieran al Señor Jesús.
Nuestro amado Salvador no solo tenía pasión por las almas sino que aprovechaba cualquier oportunidad para evangelizar. Lo evidenciaba en su ministerio terrenal: Pasión por la proclamación de la Palabra, y lo dejó muy claro cuando instruyó:
“Jesús recorrió todas las ciudades y aldeas de esa región, enseñando en las sinagogas y anunciando la Buena Noticia acerca del reino; y sanaba toda clase de enfermedades y dolencias. Cuando vio a las multitudes, les tuvo compasión, porque estaban confundidas y desamparadas, como ovejas sin pastor. A sus discípulos les dijo: «La cosecha es grande, pero los obreros son pocos. Así que oren al Señor que está a cargo de la cosecha; pídanle que envíe más obreros a sus campos” (Mateo 9:35-37. NTV)
Nuestra sociedad reclama hombres y mujeres comprometidos con la evangelización. Son los obreros que aprovechan todos los vehículos para compartir el mensaje de Salvación.
Dependa de Dios para testificar con poder
La salvación de muchas personas en el mundo depende de la fidelidad con la que hagamos nuestro trabajo al evangelizar. La clave está en aprovechar todos los medios de los que podamos disponer, imprimirle pasión y compromiso a nuestro trabajo, y depender de Dios. Si lo hacemos, Él respalda nuestra labor y siembra semillas poderosas en las personas, semillas que germinan para traer transformación en todas las áreas de sus vidas (Isaías 55:10, 11)
En nuestras fuerzas quizá encontremos frustración, pero no ocurre lo mismo cuando dependemos de Dios. Él nos concede el poder necesario para proclamar eficazmente las Buenas Nuevas (Hechos 1:8; Lucas 24:49)
¿Qué recibimos del Supremo Hacedor? Al menos tres cosas: Poder para ser testigos, fruto espiritual (aquellos que ganamos para Cristo), y dones espirituales (que nos ayudan a desarrollar el ministerio para ganar almas).
Es tiempo de asumir compromiso con Dios, con la extensión del Reino, y no desperdiciar oportunidad para decirle a cuantos tengamos cerca: Jesucristo es la Salvación, el camino, la verdad y la vida.
Publicado en: Escuela Bíblica Ministerial
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