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El secreto que debemos descubrir y vivir cada día


(Lección 9 – Nivel 2)  

El secreto que debemos descubrir y vivir cada día (Lección 9 – Nivel 2)  

¿Cómo imagina usted que debemos librar las batallas los cristianos? Probablemente tenga una idea; le formulo la pregunta en otros términos: ¿Cómo pelea usted las batallas cotidianas?

La razón por la que el hospital espiritual se encuentra lleno de heridos, se debe fundamentalmente a que los creyentes libran las batallas en sus propias fuerzas. Creen más en sus habilidades o conocimiento, que en el poder que se libera cuando vamos al Padre de poder, en procura de guía o ayuda.

¡Ése es el error! Creer que usted y yo tenemos la capacidad suficiente para enfrentar las arremetidas de nuestro enemigo espiritual, Satanás, o las adversidades cotidianas.

Hace muchos siglos un profeta recibió revelación del Señor, creador del cielo y de la tierra, sobre la forma como deberían darse todas las confrontaciones: “Así que el ángel me dijo: «Ésta es la palabra del Señor para Zorobabel: “No será por la fuerza ni por ningún poder, sino por mi Espíritu — dice el Señor Todopoderoso—. ¿Quién te crees tú, gigantesca montaña? ¡Ante Zorobabel sólo eres una llanura! Y él sacará la piedra principal entre gritos de alabanza a su belleza.” (Zacarías 4:6, 7)

La falta de oración es el origen de nuestra derrota, como escribe Larry Lea:

“Sería imposible calcular los fracasos, las reputaciones arruinadas, las derrotas, los hogares desechos y muchas otras tragedias que podían haberse evitado si los creyentes hubieran orado. Sería imposible de medir la destrucción que podría haberse evitado y el juicio que se habría eludido, si tan solo el pueblo de Dios hubiera tomado tiempo para orar. Yo soy culpable, y usted también lo es” (Larry Lea. “¿Ni tan solo una hora?”. Editorial Betania. 2009. EE.UU. Pg. 7)

Inevitablemente muchas personas asumen una actitud defensiva cuando hablamos del problema que se desencadena en el creyente cuando pasa poco tiempo en oración. “Yo suelo orar unos minutos antes de salir a trabajar”, me decía una joven que, sin embargo, se quejaba por la falta de victoria en todo cuanto emprendía.

Puedo asegurarle que no es la única persona que considera suficiente arrodillarse, saludar a Dios e incorporarse de nuevo. Después andan pensando por qué todo va de mal en peor.

Pero, en realidad, ¿qué ocurre cuando oramos? La respuesta es sencilla y toma como fundamento la misma Biblia: Dios responde. Este secreto lo conocía muy bien el rey David quien escribió: “En cuanto oro, tú me respondes; me alientas al darme fuerza.” (Salmos 138:3)

El fundamento para movernos en la dimensión de Dios y experimentar una vida cristiana victoriosa es la oración. No hay otro cimiento. Esa es la esencia.

Las jornadas del Señor Jesús

Cuando leemos la Palabra encontramos que las jornadas de nuestro amado Señor Jesús comenzaban y terminaban con oración. El evangelista Marcos cuenta que: “A la mañana siguiente, antes del amanecer, Jesús se levantó y fue a un lugar aislado para orar.” (Marcos 1:35)

Separarse, aislarse, orar. Tres elementos que van ligados de la mano. ¿Cuánto tiempo hace que no aparta un tiempo para orar? Le invito para que considere este interrogante y, tras un análisis honesto, se disponga a aplicar correctivos en su vida devocional.

Larry Lea, uno de los autores más reconocidos en el mundo por abordar el tema de la oración, escribe:

“Y en la medida que redescubrimos el poder y la necesidad de la oración, nuestra vida de oración va pasando de un deseo, a una disciplina y de ahí, a ser un deleite” (Larry Lea. “¿Ni tan solo una hora?”. Editorial Betania. 2009. EE.UU. Pg. 45)

Orar no debe ser motivo de angustia o de preocupación, debe ser una disposición de búsqueda del rostro del Señor que nos llene de gozo.

Aun cuando sus jornadas eran intensas, Jesús no cerraba las puertas y se iba a dormir. Relata el Evangelio que: “Después de despedir a la gente, subió a las colinas para orar a solas. Mientras estaba allí solo, cayó la noche.” (Mateo 14:23)

Tome unos cuantos minutos para preguntarse: ¿Cuántas veces encontramos en el cansancio físico la excusa perfecta para no orar?

Otro aspecto que sorprende es que el Salvador enseñó el secreto del poder divino tras la oración a sus discípulos: “Luego, acompañado por sus discípulos, Jesús salió del cuarto en el piso de arriba y, como de costumbre, fue al monte de los Olivos. 40Allí les dijo: «Oren para que no cedan a la tentación».” (Lucas 22:39)

Puedo asegurarle que si las personas que profesamos la fe en Jesús, tomáramos tiempo para orar, todo sería diferente. Larry Lea escribe:

“No todo creyente quizá sea llamado a predicar, pero todo creyente está llamado a orar. Orar es nuestra obligación. Orar es nuestro privilegio. Orar es necesario para nuestra supervivencia y crecimiento tanto como lo es el agua, el aire y la comida. Pero hay muchos creyentes convencidos de que la oración es opcional y no algo fundamental para el creyente.” (Larry Lea. “¿Ni tan solo una hora?”. Editorial Betania. 2009. EE.UU. Pg. 23)

Experimente transformación en su vida física y espiritual

Los cristianos estamos llamados a experimentar transformación en nuestra vida física y espiritual. ¿De qué manera? A través de la oración. Lo completo estriba en que deseamos crecer en todas las áreas de nuestra vida pero no pagar el precio de orar, de buscar el rostro del Señor.

Larry Lea, el autor y afamado conferencista sobre temas de espiritualidad a quien he citado en esta ocasión, señala que:

“No todo creyente quizá sea llamado a predicar, pero todo creyente está llamado a orar. Orar es nuestra obligación. Orar es nuestro privilegio. Orar es necesario para nuestra supervivencia y crecimiento tanto como lo es el agua, el aire y la comida. Pero hay muchos creyentes convencidos de que la oración es opcional y no algo fundamental para el creyente. Cuando oramos la vida y ministerio son transformados radicalmente.” (Larry Lea. “¿Ni tan solo una hora?”. Editorial Betania. 2009. EE.UU. Pg. 23)

Ha llegado el momento en el que usted examine su vida: ¿Se encuentra estancado espiritualmente? Si es así, revise si uno de los elementos en los que está cojeando es la oración. Si llega a esa conclusión, es importante aplicar correctivos.

Puedo asegurarle que una vida de oración constante, dependiendo en todo momento del Señor, nos lleva a crecer y llegar a nuevos niveles, en lo personal y espiritual. La decisión está en sus manos.

Cuestionario para profundizar en la Lección 9:

Por favor, lea detenidamente los textos y postulados de cada pregunta, y teniendo a mano su librera de apuntes, por favor, anote las respuestas:

a. ¿Cuánto tiempo hace que no aparta un tiempo para orar?

b. ¿Qué nos enseñan pasajes Escriturales como Marcos 1:35? ¿Por qué debemos ir a un “lugar secreto” para orar?

c. ¿Cuántas veces encontramos en el cansancio físico la excusa perfecta para no orar? ¿Qué aprendemos de Mateo 14:23?

d. ¿Qué aprendemos del pasaje Escritural de Mateo 26:40, 41? ¿Qué nos enseñó el Señor Jesús?

e. ¿Cuáles son las barreras que encuentra en su vida de oración? ¿Presiones, fatigas, interrupciones o el desánimo?

f. ¿Se encuentra estancado espiritualmente?

Publicado en: Escuela de Oración


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