El divorcio no está en la “agenda” de Dios
1. Lectura Bíblica: Mateo 19:3-6.
2. Meditación familiar:
El divorcio jamás estuvo ni estará en el plan eterno de Dios. Es algo que debemos entender en el proceso de eliminar la palabra “separación” de nuestro vocabulario, principalmente cuando tenemos diferencias con nuestra pareja.
Si ese término todavía ronda nuestra cabeza y golpea nuestros sentimientos, le aseguro que el enemigo espiritual aprovechará cualquier ocasión para llevarles a pensar en la posibilidad de romper la relación matrimonial.
Relata la Escritura que en alguna ocasión “Algunos fariseos se acercaron a Jesús y, para tenderle una trampa, le preguntaron: — ¿Le está permitido a uno divorciarse de su esposa por un motivo cualquiera? Jesús les contestó: — ¿No han leído ustedes en la Escritura que el que los creó en el principio, “hombre y mujer los creó”? Y dijo: “Por eso, el hombre dejará a su padre y a su madre para unirse a su esposa, y los dos serán como una sola persona.” Así que ya no son dos, sino uno solo. De modo que el hombre no debe separar lo que Dios ha unido. ” (Mateo 19:3-6. Versión Popular)
Cuando escuchamos esa enseñanza de labios del amado Maestro, comprendemos que por grandes que parezcan los conflictos al interior de la pareja, no podemos pensar en renunciar ante las primeras dificultades. Eso no es, al menos, lo que Dios espera.
Fue nuestro amado Padre celestial quien instituyó el matrimonio. La Palabra registra que “Dijo entonces Adán. Esto es ahora hueso de mis huesos y carne de mi carne; ésta será llamada Varona, porque del varón fue tomada. Por tanto, dejará el hombre a su padre y a su madre, y se unirá a su mujer, y serán una sola carne.” (Génesis 2:23-24).
Este pasaje es muy importante y nos debe llevar a evaluar que si Dios concibió que los dos componentes de la pareja se unieran, no era por unos cuantos días sino por siempre. Unidad ante todo, porque esa unidad termina incidiendo en nuestros hijos, asegurándoles solidez en sus relaciones futuras.
Cuando los seres humanos permitimos que el orgullo nos gobierne, no damos lugar al diálogo y cerramos toda posibilidad de perdonar a nuestra pareja cuando han ocurrido diferencias. Esa es la razón por la que está tomando fuerza inusitada el divorcio en nuestra sociedad.
El Señor Jesús, al ser interpelado por algunos fariseos, dejó el asunto muy claro: “Ellos le preguntaron: — ¿Por qué, pues, mandó Moisés darle a la esposa un certificado de divorcio, y despedirla así? Jesús les dijo: — Precisamente por lo tercos que son ustedes, Moisés les permitió divorciarse de su esposa; pero al principio no fue de esa manera. Yo les digo que el que se divorcia de su esposa, a no ser en el caso de una unión ilegal, y se casa con otra, comete adulterio.” (Mateo 19:7-9. Versión Popular)
Si se producen diferencias, es menester que dejemos que Dios tome control de casa. Tenga presente que toda unión matrimonial comienza con la ilusión de pasar el resto de los días unidos.
Llevar a cabo el sueño ideal se torna cada vez más difícil, sobre todo cuando se van conociendo los integrantes de la pareja. ¿Hay salida? Por supuesto que sí. La encrucijada se puede resolver cuando permitimos que el Señor tome control de la relación de pareja, y comprendemos que es necesario poner freno a toda posibilidad de divorcio.
Si la hemos pronunciado como pareja, hoy es el día para pedirnos perdón y reconocer que es necedad delante de Dios. No contribuye a la relación de pareja, antes pone tropiezo. Hoy es el día de tomar una decisión: Por la unidad familiar.
Si aún no ha recibido a Jesucristo en su corazón como Señor y Salvador, hoy es el día para que lo haga porque prendidos de la mano del Señor Jesús emprendemos el proceso de crecimiento personal y espiritual que tanto hemos anhelado y necesitamos.
3. Oración familiar:
“Amado Señor Jesús, Hijo del Dios Altísimo, reconocemos que el paso del tiempo, la rutina, los problemas económicos o quizá la diferencia en el ejercicio de autoridad con los hijos, ha minado nuestra relación de pareja. Reconocemos también que el orgullo nos impide reconocer que hemos fallado y generalmente esperamos que sea la otra persona quien pida perdón. Hoy reconocemos que si Tú no reinas en nuestro hogar, los problemas tenderán a ser mayores. Te pedimos que tomes control de nuestra relación y nos ayudes a encontrar soluciones. Quedamos como familia en tus manos. Amen”
4. La Meta familia para hoy:
Si he ofendido a mi cónyuge o a mis hijos, hoy les pediré perdón…
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Publicado en: Altar Familiar
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