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El cristiano y la Guerra Espiritual


(Lección 8 – Nivel 2)

El cristiano y la Guerra Espiritual (Lección 8 – Nivel 2)

I.- Versículo para Memorizar:

“Porque no tenemos lucha contra sangre y carne, sino contra principados, contra potestades, contra los gobernadores de las tinieblas de este siglo, contra huestes espirituales de maldad en las regiones celestes.” (Efesios 6:12).

II.- ¿Qué posición debemos asumir ante la Guerra Espiritual?

Cuando recibiste al Señor Jesús como único y suficiente Salvador, comenzaste un proceso que no concluye cuando vas a la congregación, oras o lees la Biblia. Es mucho más complejo. Te desenvuelves en dos mundos: el material y el espiritual.

Desde el plano material, enfrentamos oposición de quienes están alrededor y no quieren que experimentemos el cambio y crecimiento personal y espiritual. En el plano espiritual, son Satanás y sus demonios los que buscarán ponernos tropiezo.

En esta Lección aprenderemos valiosas pautas, con fundamento en la Biblia, para saber de qué manera enfrentar exitosamente la guerra en la que estamos inmersos.

1.- Peleamos contra un ejército organizado.

Con frecuencia nos enfrascamos en librar la batalla que tenemos frente a nuestros ojos, pero el apóstol Pablo advierte que el asunto va mucho más allá: “Porque no tenemos lucha contra sangre y carne, sino contra principados, contra potestades, contra los gobernadores de las tinieblas de este siglo, contra huestes espirituales de maldad en las regiones celestes.” (Efesios 6:12).

Además de adversario constante, Satanás y sus huestes son muy organizados. Observe que su organigrama lo componen principados, potestades y gobernadores de las tinieblas de este siglo.

Aunque no podamos verlos, los demonios ejercen una singular influencia y así como Dios tiene instrumentos para usarlos en la extensión de Su Reino y en hacer el bien, los espíritus de maldad se valen de personas que están abiertas a la maldad.

Es evidente entonces que no debemos ni podemos librar la batalla en las fuerzas humanas sino en las de nuestro amado Señor y Dios.

2.- El cristiano debe estar preparado para la batalla

Cuando leemos Efesios 6:10-20 que alude a la guerra espiritual de los hijos de Dios, indica que se requiere de un lado de la intervención divina, de otra la humana y todos estos componentes protegidos con una armadura especial que le invito a examinar cuidadosamente en las Escrituras.

Es imperativo que no pasemos por alto esta realidad y, tal como expone el apóstol Pablo, estemos dispuestos a dar la batalla: “Pues aunque andamos en la carne, no militamos según la carne; porque las armas de nuestra milicia no son carnales, sino poderosas en Dios para la destrucción de fortalezas, derribando argumentos y toda altivez que se levanta contra el conocimiento de Dios, y llevando cautivo todo pensamiento a la obediencia a Cristo... ” (2 Corintios 10:3-5).

No podemos retroceder en nuestra lucha. Es necesario seguir firmes, adelante, dispuestos a no rendirnos y menos, a volver atrás.

3.- Estamos llamados a vencer en la guerra espiritual.

Aunque Satanás y sus demonios nos venden la idea de que son muy poderosos, el verdadero poder lo tenemos los hijos de Dios quienes somos llamados a vencer en el Nombre y poder de Jesucristo.

No estamos ajenos al conflicto espiritual y físico y no podemos creer tampoco que el ser cristianos nos torna exentos a los problemas que desencadena. Por el contrario, es algo previsible, como describen las Escrituras: “Tú, pues, sufre penalidades como buen soldado de Jesucristo.... en el cual sufro penalidades, hasta prisiones a modo de malhechor; mas la palabra de Dios no está presa. Por tanto, todo lo soporto por amor de los escogidos, para que ellos también obtengan la salvación que es en Cristo Jesús con gloria eterna.” (2 Timoteo 2:3, 9, 10)

No obstante y aunque arrecien las batalles, nada ni nadie nos podrán vencer porque quien va adelante, como poderoso capitán, es Cristo Jesús.

Sobre el particular, hay un texto revelador que debemos recordar ahora: “Tú, enemiga mía, no te alegres de mí, porque aunque caí, me levantaré; aunque more en tinieblas, Jehová será mi luz.” (Miqueas 7:8).

El propio apóstol Pablo, uno de los hombres de mayor reconocimiento en la propagación del cristianismo, admitió: “Porque de cierto, cuando vinimos a Macedonia, ningún reposo tuvo nuestro cuerpo, sino que en todo fuimos atribulados; de fuera, conflictos; de dentro, temores.” (2 Corintios 7:5).

Quizá se pregunte, pero ¿cómo podemos vencer si por momentos nos sentimos débiles?

Jamás olvide que el Señor Jesús vertió su sangre por usted en la cruz. Esa sangre, como anotan las Escrituras, es la que le lleva a la victoria: “Y ellos le han vencido por medio de la sangre del Cordero y de la palabra del testimonio de ellos, y menospreciaron sus vidas hasta la muerte.” (Apocalipsis 12:11).

Una de las tareas que tenemos para esta semana, es meditar en el conflicto en el que nos vemos inmersos, aprestarnos a pelear con la armadura de Dios y depender en todas las jornadas, hoy y mañana, del Señor Jesucristo.

III.- Retos en la Vida Cristiana Práctica:

1.- ¿Cuál es tu percepción respecto a la guerra espiritual?

2.- ¿Habías meditado antes en la trascendencia de la guerra espiritual en la vida del cristiano?

3.- En el mundo espiritual, ¿has librado batallas en tus fuerzas o en las de Dios?

4.- ¿Estás preparado para librar la batalla, armado con la armadura espiritual?

5.- ¿Estás dispuesto a enfrentar los ataques del mundo espiritual fortalecido en Jesucristo el Señor?

Publicado en: Escuela de Discipulado


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