Edificando relaciones familiares sólidas
1. Lectura Bíblica: Romanos 13:8
2. Versículo para memorizar:
“No debáis a nadie nada, sino el amaros unos a otros; porque el que ama a su prójimo, ha cumplido la ley.” Romanos 13:8)
3. Reflexión en la Palabra de Dios:
¿Se ha preguntado por qué a algunas personas se les facilita entablar relaciones, mientras que para otras representa una verdadera odisea? La respuesta está orientada, sin duda, al trato que les damos a las personas con quienes interactuamos diariamente.
El asunto no se circunscribe solamente a nuestro desenvolvimiento social, sino también a nuestra familia.
Haga un breve inventario de la forma como habla y expresa el reconocimiento y valor a los demás. Probablemente usted es inexpresivo. Si es su caso, no puede esperar que tenga un cónyuge amoroso si usted no le manifiesta amor, ni tampoco una buena relación con los hijos a quienes quizá no les manifiesta ternura, comprensión y disposición de escucharles en sus inquietudes.
Una sola palabra marca la diferencia. Saber decir las cosas en el momento oportuno. El cambio comienza cuando deseamos imprimir un cambio a nuestra existencia y de otras personas.
El autor y conferencista, John C. Maxwell, reconoce y recomienda ser cuidadosos en el trato a las personas porque en la misma medida que les tratamos, ellos nos tratarán a nosotros:
“¿Cuál es la clave de las relaciones con los demás? Ponerse en el lugar de la otra persona. Es fundamental en lugar de esperar que ellas se pongan en nuestro lugar… Las personas más felices son aquellas que han invertido su tiempo en los demás. Las personas más infelices son las que se pregunta cómo el mundo puede hacerlos felices a ellos.” (John C. Maxwell. “Liderazgo eficaz-Cómo influir en los demás”. Editorial Vida. 2002. EE.UU. Pg. 11, 16)
Recuerde que mejorar nuestras relaciones es fundamental. Es un proceso que inicia con nuestra familia y se irradia a todo nuestro entorno. Pero usted no dará pasos sólidos en esa dirección hasta tanto no evalúe cómo es su trato con los demás.
Pueda que sienta que es el mejor padre y cónyuge, pero si las cosas no van bien con la esposa, los hijos, las amistades y los compañeros de trabajo, es señal inequívoca de que algo anda mal.
El apóstol Pablo hizo una valiosa recomendación que comparto con usted: “No debáis a nadie nada, sino el amaros unos a otros; porque el que ama a su prójimo, ha cumplido la ley.” (Romanos 13:8)
¿Es asunto de religiosidad? En absoluto. Es un asunto de relaciones humanas. Amar al prójimo no es cuestión de andar diciendo sino haciendo. Si desea una buena relación con su familia, comience el cambio. ¿De qué manera? Evaluando el trato que les da. Igual con aquellos con quienes interactúa diariamente.
Recuerde que la vida cristiana debe ser práctica. Buenas relaciones con los demás, edifican nuestra vida. La sicología moderna lo expone como un gran descubrimiento; sin embargo, el libro de los triunfadores que es la Biblia, lo había enseñado muchos siglos atrás.
Hoy es el día para comenzar a cambiar, y esa transformación inicia cuando abrimos las puertas de nuestro corazón a Jesucristo. Es el inicio de un maravilloso camino de crecimiento personal y espiritual. De hoy ese paso. Ábrale a Dios las puertas de su corazón, no se arrepentirá.
4. Preguntas para el crecimiento personal y espiritual:
a. ¿Qué trato damos a las personas que nos rodean?
b. ¿Qué trato damos a nuestra familia?
c. ¿Mide el alcance de sus palabras?
d. ¿Está dispuesto a cambiar el trato con las personas que aprecia?
Con ayuda de Dios comenzaré a imprimir cambios en mi relación familiar.
Publicado en: Devocionales Diarios
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