Dios descubre joyas donde los demás ven ruinas
1.- Lectura Bíblica : Marcos 1:16-20
2.- Versículo para memorizar :
“Jesús los llamó: «Vengan, síganme, ¡y yo les enseñaré cómo pescar personas!». Y enseguida dejaron las redes y lo siguieron.” (Marcos 1: 17, 18. NTV)
3.- Reflexión en la Palabra de Dios :
Su nombre es curioso: la joya. Pero no es una piedra preciosa sino el lugar donde los habitantes de Granada, una ciudad colonial de Nicaragua, arrojan los desperdicios. Alrededor, decenas de casas en desvencijadas. Allí viven quienes cada mañana esculcan entre la basura. Procuran amontonar papel, vidrio, metales y todo cuanto puedan vender para sobrevivir.
“Una vez encontré una billetera con mucho dinero y un anillo de compromiso. Nadie quiso buscar en un arrume de papel picado, y me tomé ese trabajo. Fue una gran sorpresa.”, relata Denisse, que aun cuando tiene nombre aristocrático, ha esquivado la miseria por mucho tiempo. Por más de un mes y medio tuvo provisión para ella y sus hijos.
¿Quién arrojó esos billetes y el anillo en la bolsa plástica abandonada? Nunca se sabrá. Lo cierto es que un aparente desperdicio guardaba una tremenda sorpresa.
Dios anda en búsqueda de tesoros en los lugares que los demás rechazan. Él encuentra joyas donde otros ven ruinas. Valora a cada hombre o mujer, no por las apariencias sino por aquello que pueden llegar a ser en Sus poderosas manos. Él cambia personas rechazadas por los demás, y los convierte en valiosos instrumentos para transformar su familia y las vidas de quienes se encuentran alrededor.
Un ejemplo lo encontramos en unos rústicos pescadores a quienes Jesús halló en las playas del mar de Galilea. Hombres sin modales, culturalmente relegados humildes y con una vida rutinaria. Y los llamó para que fueran sus discípulos:
“Cierto día, mientras Jesús caminaba por la orilla del mar de Galilea, vio a Simón y a su hermano Andrés que echaban la red al agua, porque vivían de la pesca. Jesús los llamó: «Vengan, síganme, ¡y yo les enseñaré cómo pescar personas!». Y enseguida dejaron las redes y lo siguieron. Un poco más adelante por la orilla, Jesús vio a Santiago y a Juan, hijos de Zebedeo, en una barca, reparando las redes. Los llamó de inmediato y ellos también lo siguieron, dejando a su padre Zebedeo en la barca con los hombres contratados.” (Marcos 1:16-20. NTV)
La confianza en Aquél que llama; el reconocer que Él puede cambiar personas y aún circunstancias; tener claro que el poder transformador no depende de nosotros sino de Él, y obedecer, son en su conjunto los ingredientes que llevaron a estos pescadores a un nuevo nivel, e igual ocurrirá con nosotros si seguimos Sus pasos.
Su vida puede ser transformada; también su relación con el cónyuge y los hijos. Basta que se rinda a los pies de Jesús. Él sabe cómo producir cambios en nuestra forma de pensar y de actuar. Trata con nosotros de una manera amorosa pero eficaz. Quita de raíz aquello que no necesitamos y siembra en nosotros nuevos principios y valores.
Esa posibilidad de transformación está a su alcance. Basta que le abra las puertas de su corazón a Jesucristo. Él lo hará. Pero algo más: traerá un renuevo a su relación familiar. Encontrará en su interacción con el cónyuge y los hijos, algo gratificante y enriquecedor. Decídase hoy por Cristo en su corazón.
4.- Preguntas para el crecimiento personal y espiritual:
a.- ¿Qué se le ha dificultado cambiar en su vida personal y espiritual?
b.- ¿A qué cree que se deben esas dificultades para experimentar cambios permanentes?
c.- ¿Ha pedido la ayuda de Dios para ser cambiado?
d.- ¿Podría mencionar qué aprendió del pasaje bíblico de Marcos 1.16-20?
e.- ¿Qué cambios específicos en su vida personal y familiar realizará desde hoy con ayuda de Dios?
Publicado en: Devocionales Diarios
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