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Desea que Dios more en su hogar

Desea que Dios more en su hogar

“Hemos venido teniendo problemas en familia. No ha sido fácil manejarlos. Reconozco que a veces los problemas, antes que resolverse, se agigantan. ¿Cómo podría volver a tener calma en casa? Por momentos he pensado incluso en divorciarme, pero reconozco íntimamente que esa no es la solución.”

L.H.J., desde ciudad de Guatemala

Respuesta:

Los problemas son naturales en toda familia. No los podemos evitar. Ocurren en la relación de pareja pero también en la crianza de los hijos. El primer elemento que notamos ausente en las familias que enfrentan problemas, es que no oran.

¿Cuándo fue la última vez que realizaron el altar familiar? ¿Acaso lo olvidaron? Probablemente llevan meses o tal vez años sin que se reúnan en torno a la mesa o en la sala de estar para elevar plegarias al Señor Jesús e invocar su sabiduría para todo cuanto debemos realizar en cada jornada.

Distanciarnos de Dios es justo el factor desencadenante de crisis. Sin Dios en medio nuestro, lo más probable es que se aviven las dificultades, no haya diálogo y procuremos resolver los problemas a nuestra manera, generando mayores crisis.

Dios debe morar en nuestra familia

Una joven mujer compartía su desesperación por la situación de su hogar. “Mi esposo no es el mismo que conocí, es decir, el novio de mi tiempo de universidad. Es desconsiderado, bebedor y en algunos casos agresivos.”. Compartir la vida juntos se había tornado en un infierno.

Cuando profundizamos un poco en el asunto descubrimos que al comienzo iban juntos al servicio dominical. Hasta allí todo iba bien. El asunto comenzó a complicarse  cuando decidieron quedarse un poco más descansando, en cama. Iban al mediodía a la reunión de la Iglesia. La costumbre tomó tal fuerza que ya ni siquiera iban al templo. ¡Habían llegado los problemas! Dejar de lado a Dios no es nada bueno. Optaron por vivir la vida a su manera. No querían rendirse.

¿Qué ocurre? La autora Nancy Leigh De Moss, lo describe de la siguiente manera:
“¿No quiere rendirse al control de Dios?¿No quiere doblegar su voluntad en la relación matrimonial? ¿Desea vivir sin moral, sus actitudes, sin controlar su lengua y sus hábitos?¿No quiere rendir sus gastos o quizá la manera como emplea el dinero? Entonces téngala seguridad de que los mismos aspectos sobre los que  no se rendirá se convertirán en los enemigos que le gobernarán: la lascivia, la codicia, las posesiones, la conflictividad… ”(Nancy Leigh De Moss. “Rendición: El corazón en paz con Dios”. 2003. Colombia. Pg. 36)
Cuando vamos a las Escrituras leemos que traer la Presencia de Dios a nuestra casa, nos acarrea bendiciones. ¿Recuerda la Arca del Pacto? Relata la Biblia que tras dos batallas con los filisteos, cayó en manos de los paganos y la condujeron a Asdod. Como allí fueron castigados por plagas, la llevaron a Ecrom y finalmente a Bet Semes.

La Arca donde moraba la Presencia de Dios, fue dejada en casa de Obed Edom porque cuando intentaban movilizarla, Uza tomó un costado y murió. El rey David dio esa orden. No obstante, durante los tres meses que la tuvieron en su aposento, el panorama cambió radicalmente. Leemos que: “El Arca del Señor permaneció tres meses en casa de Obededón, el de Gat, y el Señor lo bendijo a él y a toda su familia.  Cuando informaron al rey David que el Señor había bendecido a la familia de Obededón y toda su hacienda a causa del Arca de Dios, entonces David fue a trasladar el Arca de Dios de la casa de Obededón a la ciudad de David con gran alegría.” (2 Samuel 6:11, 12. NTV)

Por favor, mediten en este pasaje y trasládenlo a la relación de pareja y con los hijos. Descubrirán que la Escritura es clara al enseñar que traer a nuestra familia la Presencia del Señor, tiene una consecuencia poderosa: llegan las bendiciones. Ocurrió en la época del Rey David y aplica a nuestro tiempo.

Si hay problemas, vuelvan su mirada a Dios

Es probable que su situación matrimonial sea difícil. “Mi hogar está arruinado— me escribió Luis Mario desde México —. He cometido tantos errores que ni mi esposa ni los hijos creen en mí.”. Nuestra respuesta se orientó a recordarle que cuando todo parece ir mal y volvemos nuestra mirada al Señor, Él responde con poder. Nuestro hogar torna al curso que debiera tener desde un principio.

El autor cristiano, Bill Wiese, sostiene:
“Yo creo que al ser uno solo, en nuestra condición de pareja, es lo que hace tan especial el matrimonio. La relación matrimonial  debe ser un paralelismo que el Señor quiere con cada uno de nosotros: Una relación profunda e íntima en la que se comparten las emociones, puntos de vista, deseos y pensamientos mutuos.”(Bill Wuese. “23 minutos en el infierno”. 2006. Casa Creación. EE.Uu. Pg. 52)
Desarrollar esa unidad sí es posible, aun cuando pareciera que el panorama que tiene delante de usted es sombrío. No se de por vencido. Vuélvase a Dios. Él ha prometido que obrará poderosamente.

No en vano lo anuncia nuestro Padre celestial: “Si cierro los cielos para que no haya lluvia, o si mando la langosta a devorar la tierra, o si envío la pestilencia entre mi pueblo, y se humilla mi pueblo sobre el cual es invocado mi nombre, y oran, buscan mi rostro y se vuelven de sus malos caminos, entonces yo oiré desde los cielos, perdonaré su pecado y sanaré su tierra.” (2 Crónicas 7:13, 14)

Hay esperanza, aunque todos alrededor consideran que usted va camino de la separación. “Yo creo, ahora sí, que mi hogar puede restablecerse”, escribió tiempo después Luis Mario desde México. Había comenzado a orar y poco a poco vio cambios. La hostilidad de su esposa disminuyó y, por primera vez en muchos años, sus hijos estaban dispuestos al diálogo.

No olvide que la solución está en nuestras manos. Radica en entregarle la situación que estamos viviendo a Aquél que tiene el poder para hacer posible lo que a simple vista parece imposible. Él lo anunció a través del autor sagrado: “Si los cielos se cerraren y no hubiere lluvias, por haber pecado contra ti, si oraren a ti hacia este lugar, y confesaren tu nombre, y se convirtieren de sus pecados, cuando los afligieres, tú los oirás en los cielos, y perdonarás el pecado de tus siervos y de tu pueblo Israel, y les enseñarás el buen camino para que anden en él, y darás lluvia sobre tu tierra, que diste por heredad a tu pueblo.” (2 Crónicas 6:26, 27. RVR 1960)

Pueden venir tiempos mejores. Basta que dispongamos nuestro corazón. El Señor puede cambiar las circunstancias, y más allá: Transformar el corazón de las personas que amamos. Hoy es el día propicio para tomar la decisión y volvernos a Dios. Él hará algo especial. Y si todavía no le ha abierto las puertas de su corazón a Cristo Jesús, tome la decisión. ¡No se arrepentirá!

Publicado en: Consejería Familiar


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