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Desea afianzar su relación familiar

Desea afianzar su relación familiar

"Cuando iniciamos la construcción de la familia, teníamos muchas ilusiones. De hecho, cuando nuestros hijos estaban pequeños, todo iba bien. Sin embargo, últimamente estamos teniendo muchos problemas. Por supuesto, esto nos llena de desaliento. Y realmente, admito que necesito un consejo."
L.M.M., desde San Pedro Sula, Honduras.

Respuesta:

Las familias sólidas no alcanzan ese nivel de la noche a la mañana. Son el fruto de un proceso que involucra la revisión de nuestro proyecto de vida, disposición de renuncia y sacrificio, visión a largo plazo, capacidad de reinventarnos–en un área tan delicada como las relaciones intrafamiliares–, la aplicación de principios y valores y, por encima de todo, la dependencia de Dios.

Es precisamente el creador de la institución familiar, quien deja muy claro el basamento para que los lazos con el cónyuge y con los hijos, se fortalezcan:
“El amor es sufrido, es benigno; el amor no tiene envidia, el amor no es jactancioso, no se envanece; no hace nada indebido, no busca lo suyo, no se irrita, no guarda rencor; no se goza de la injusticia, más se goza de la verdad. Todo lo sufre, todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta. El amor nunca deja de ser; pero las profecías se acabarán, y cesarán las lenguas, y la ciencia acabará.  Porque en parte conocemos, y en parte profetizamos; más cuando venga lo perfecto, entonces lo que es en parte se acabará. Cuando yo era niño, hablaba como niño, pensaba como niño, juzgaba como niño; más cuando ya fui hombre, dejé lo que era de niño. Ahora vemos por espejo, oscuramente; más entonces veremos cara a cara. Ahora conozco en parte; pero entonces conoceré como fui conocido. Y ahora permanecen la fe, la esperanza y el amor, estos tres; pero el mayor de ellos es el amor.” (1 Corintios 13: 4-13 | RV 60)
Ahora, con este cimiento, cabe anotar que se pueden desarrollar tres pilares que revisten singular importancia:
  • Comunicación
  • Tolerancia
  • Respeto
Le invitamos a considerar los tres elementos de manera individual y con sumo cuidado:

Una buena comunicación permite el entendimiento  

La mayor dificultad que enfrentan las familias hoy día, es que no hay comunicación. El padre y la madre terminan inmersos en sus asuntos y, los hijos, ocupados en la revisión de las redes sociales, con lo cual cualquier canal de comunicación, se rompe o, al menos, sufre interrupciones.

La autora y conferencista, Carmen Fernández Etreros, anota que:

“Aunque parece fácil, muchas veces es complicado propiciar un ambiente de diálogo en la familia. El primer motivo es la falta de tiempo; hoy en día tenemos pocos momentos al día para conversar y dialogar. Sin embargo, como bien corrobora un estudio desarrollado por la Universidad Nacional Abierta y a Distancia, debe ser totalmente necesario. Lo importante es intentar que el diálogo no se convierta en un monólogo de padres a hijos. Ellos también tienen que exponer sus opiniones e ideas. Si están en contra de lo que les estamos contando, deben tener la oportunidad de respondernos en un clima de libertad y tranquilidad.”

Aun cuando estemos ocupados, es necesario sacar tiempo para el diálogo con los miembros de nuestro hogar. Debido a que manejamos lenguajes distintos en muchas ocasiones, vale la pena hacer el esfuerzo para generar entendimiento.

En esa dirección, debemos hacer el mayor esfuerzo para librarnos de prejuicios y escuchar, bien sea a nuestra pareja o a nuestros hijos.

Desarrollar una buena comunicación nos permite transmitir principios y valores, pero también, materializar el amor y la ternura con los seres que amamos.

¿Por qué es importante la tolerancia?

Toda persona es un mundo diferente. Eso salta a la vista con hacer un ejercicio simple de tratar de describir la utilidad de un objeto, el que sea. Las apreciaciones son distintas, de acuerdo con el enfoque de cada quien.

Imaginemos, entonces, lo complejo que puede resultar la convivencia al interior de casa. No es nada fácil y, de hecho, no deberíamos esperar que lo sea. Es apenas previsible que haya opiniones contrarias. Y pese a que nos incomode, debemos aceptarlo y darle manejo al asunto.

El diario español El Mundo, en la sección de convivencia familiar, publicó recientemente la siguiente nota:

“Una de nuestras misiones como padres es lograr inculcar a nuestros hijos durante su infancia una serie de valores. Entre todos estos valores, el respeto y la tolerancia van a ser fundamentales para todas las etapas de su vida. Los niños de hoy en día serán los adultos de mañana y los encargados de prevenir y luchar contra la desigualdad y la intolerancia. Nuestros hijos no nacen tolerantes, ya que su conducta natural es egoísta y solo piensan en sí mismos. Es preciso un proceso de aprendizaje sobre la tolerancia desde pequeños. Educar a nuestros hijos en la igualdad y el respeto es muy importante para desarrollo personal y social.”

La tolerancia es la que nos permite superar las diferencias y desescalar los conflictos. En otras palabras, respetar que hay criterios distintos, pero buscando llegar a puntos de coincidencia y de entendimiento.

Cuando lo hacemos, la calidad de vida familiar mejora ostensiblemente.

El respeto, garante para que las relaciones crezcan  

Si tenemos claro que la comunicación es fundamental para afianzar las relaciones familiares y que, un segundo elemento es la tolerancia, descubrimos que, de la mano con estos dos fundamentos, va el respeto.

Cuando se pierde el respeto hacia la otra persona, es decir, hacia el cónyuge o los hijos, cruzamos una barrera que nos lleva al progresivo desmoronamiento en las relaciones. Es un asunto al que debemos prestar especial cuidado.

Por este motivo, es esencial que hagamos un alto en el camino y evaluemos cómo anda nuestra vida familiar. Probablemente descubrimos que hay muchas grietas que están minando la estructura del hogar. ¡Es necesario repararlas cuanto antes!

Ahora, algo en lo que debemos coincidir es que no es en nuestras fuerzas, sino con la ayuda de Dios. El Padre celestial nos ayuda a identificar en qué estamos fallando, y a aplicar correctivos, profundos y duraderos.

Nuestra familia es muy valiosa, tanto para el Hacedor de ella que es Dios, como para nuestra existencia. De ahí que debemos procurar su solidez. No es asunto de un día, sino algo permanente. Hoy es el día para emprender el cambio.

A propósito, ¿ya recibió a Jesucristo como su único y suficiente Salvador? Hoy es el día para que lo haga. Permita que Él reine en su vida y en su hogar, es la mejor decisión que podemos tomar.

Publicado en: Consejería Familiar


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