Cúrese de la enfermedad espiritual que lleva a la muerte

Una investigación de 15 años realizada por la Universidad del Bosque de Colombia, identificó cuatro bacterias que son muy resistentes a los antibióticos.

De acuerdo con los científicos, estas expresiones microscópicas de vida  que podrían conducir a la muerte, se reproducen en los hospitales a donde llevan pacientes enfermos.

Lo grave del asunto es que los  microorganismos se están multiplicando en países latinoamericanos a una velocidad muy rápida.

Las cuatro superbacterias tienen una inexplicable capacidad para tornarse resistentes a los medicamentos y causan múltiples infecciones a los pacientes hospitalizados.

La investigadora, Virginia Villegas, dijo que los países más afectados son Colombia, Brasil, Argentina, Ecuador y Perú.

Los especialistas trabajan en alternativas para combatirlas, las cuales incluyen el levantamiento de barreras para que dejen de reproducirse.

El virus del pecado

La noticia llamó poderosamente mi atención, y sin duda, la suya también. Pensé inmediatamente en un peligroso germen que se enquista en nuestra vida y produce muerte espiritual.

Me refiero al pecado. Desde hace siglos, Dios advirtió que la pecaminosidad pone una venda en nuestros ojos y endurece el corazón. Al respecto leemos en las Escrituras:

“Endurecieron su corazón como la piedra para no oír las instrucciones ni los mensajes que el Señor de los Ejércitos Celestiales les había enviado por su Espíritu por medio de los antiguos profetas. Por eso el Señor de los Ejércitos Celestiales se enojó tanto con ellos.” (Zacarías 7:12. NTV)

La única forma de resistir a la bacteria del pecado que nos destruye, es someternos a Jesucristo y permitir que Él nos sane y los libre.

El apóstol Pablo lo dejó claro al escribir a los creyentes de Éfeso:

“Benditos los que tienen temor de hacer lo malo; pero los tercos van directo a graves problemas.”  (Efesios 4:18)

Usted puede iniciar una nueva vida hoy. El paso inicial es recibir a Jesucristo y permitirle que reine en su corazón. Puedo asegurarle que es una decisión que marcará un antes y un después en su existencia. Ábrale hoy las puertas de su corazón a Jesucristo.