Crea, declare y reciba
Por mucho tiempo he venido meditando en la fe. Usted también. Nos asiste un común denominador. Una pregunta: “¿Por qué hay quienes ven milagros poderosos en sus vidas, y otros no?”.
Dios es el mismo. ¿Acaso le responde solamente a unos cuantos? Por cierto que no. Lo que marca la diferencia es el grado de fe de cada uno.
Una ruta sencilla para que las señales y prodigios se produzcan, tiene al menos tres ingredientes: Creer, declarar y recibir. Dios libera poder de manera sobrenatural. Honra nuestra fe.
Le invito a considerar cuatro elementos que dinamizarán su forma de creer.
1.- Andamos por fe, no por vista
El Dios en el que hemos creído, es un Dios de poder. Si Su poder es ilimitado, debemos estar convencidos de que aquello que pedimos es lo que recibiremos.
El apóstol Pablo escribió: “Así que vivimos confiados siempre, y sabiendo que entre tanto que estamos en el cuerpo, estamos ausentes del Señor (porque por fe andamos, no por vista)…” (2 Corintios 5:6, 7)
Creer y movernos por fe. Aun cuando parezca que nada va a ocurrir, simplemente dar nuevos pasos.
2.- Creemos y declaramos
Si tenemos fe y atesoramos el convencimiento de que los milagros se producirán, aquello que esperamos, sucederá.
En la Palabra de Dios leemos lo que escribe el apóstol Pablo: “Pero teniendo el mismo espíritu de fe, conforme a lo que está escrito: Creí, por lo cual hablé, nosotros también creemos, por lo cual también hablamos…” (2 Corintios 4.13)
En adelante sus palabras deben expresar la fe que tiene en su corazón. Jamás olvide que las palabras de fe liberan poder.
3.- Crea que Dios suplirá sus necesidades
No importa qué sea aquello que requiera. No mire el costo o las probabilidades de que ocurra. Simplemente crea y declare. Esté convencido que si es en la voluntad de Dios, sucederá.
El apóstol Pablo escribió: “Pero todo lo he recibido, y tengo abundancia; estoy lleno, habiendo recibido de Epafrodito lo que enviasteis; olor fragante, sacrificio acepto, agradable a Dios. Mi Dios, pues, suplirá todo lo que os falta conforme a sus riquezas en gloria en Cristo Jesús.” (Filipenses 4:18, 19)
Pablo no se angustiaba. Es cierto, tenía necesidades, pero confiaba en la provisión de Dios que no falla.
4.- Somos herederos de las bendiciones
Dios llamó a Abraham y a su generación a ser un linaje de bendición. No obstante, el pecado levantó una enorme barrera que impedía tales regalos de Dios.
La obra redentora del Señor Jesús derribó todos los obstáculos. El apóstol Pablo lo dejó claro cuando escribió: “Cristo nos redimió de la maldición de la ley, hecho por nosotros maldición (porque está escrito: Maldito todo el que es colgado en un madero, para que en Cristo Jesús la bendición de Abraham alcanzase a los gentiles, a fin de que por la fe recibiésemos la promesa del Espíritu.” (Gálatas 3:13, 14)
Usted y yo somos herederos de las bendiciones. Debemos creer, declarar y prepararnos para recibir. Dios desea bendecirnos, pero usted y yo estamos llamados a derribar aquello que impide que las experimentemos en nuestra vida y en la de nuestra familia.
Publicado en: Estudios Bíblicos
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