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Todavía hay oportunidad para comenzar una vida en victoria


(Vida Victoriosa – Cap. 1)

Todavía hay oportunidad para comenzar una vida en victoria (Vida Victoriosa – Cap. 1)

A José Roberto lo detuvieron por ignorancia. Una mañana soleada. Una brisa fresca proveniente de una playa cercana bañaba su rostro.

Será un día maravilloso”, se repitió sonriendo al despertar.

Ansiaba estar junto a las olas. Quería disfrutar al máximo cada instante de sus vacaciones. Pero lo detuvieron. “Ha cometido una infracción”, le anunció el guarda, al tiempo que le pedía su identificación. Para colmo de males, había dejado el Pasaporte en el hotel. Y así lo repitió una y otra vez en la delegación policial.

Lo sentimos, señor… ¿me recuerda su nombre, por favor?— le inquirió el oficial, frunciendo el ceño.

José Roberto…— dijo él, expectante.

Bien, señor José Roberto. En nuestro país usted no puede cruzar el semáforo cuando esté en rojo… — explicó, al tiempo que buscaba en un Manual de Legislación de Tránsito.— Incluso, su infracción da lugar a una sanción económica — -

Pero no venía ningún auto. En mi país es permitido… — Tiene razón, señor José… José Roberto— le dijo, señalando un Código —. Es su nación no hay problema si lo hace, pero en esta república está prohibido…

Pero no lo sabía…. — se defendió el joven turista.

No saber las leyes acá no lo exime de la sanción. La secretaria le extenderá el comparendo cívico — , y le indicó con la mano hacia dónde debía dirigirse para recibir la multa.

Sobra decir que aquel día se tornó sombrío. Hubiese deseado regresar a Colombia en el primer avión de ruta, pero ¡todavía quedaban doce días de vacaciones!

Las leyes son para cumplirlas

Un territorio, además de extensión geográfica y densidad poblacional, está estrechamente relacionado con unas leyes que son de carácter ineludible. Se establecen con el propósito de ejercer control y guardar equilibrio en el gobierno. Son principios de obligatorio cumplimiento, y más cuando tienen la fuerza de Constitución Política de una Nación. Es claro, ¿verdad?

Igual ocurre en el Reino de Dios. Tiene unas pautas que se deben atender. Pero como en un gobierno terrenal, el cumplimiento de tales directrices nos asegura tranquilidad y posibilidades de realización en todos los órdenes.

En las dimensiones espiritual, personal y familiar, atender las leyes nos lleva a la victoria en el proceso de crecimiento que estamos decididos a emprender.

Ahora bien, el hecho de que desconozcamos tales principios, por ignorancia o deliberadamente, no nos exime de las consecuencias en las que incurrimos al transgredirlos. Ocurre en todos los países y también el reino de Dios.

En cierta ocasión el Señor Jesucristo le dijo a sus discípulos: “— Como ustedes saben, los gobernantes de las naciones oprimen a los súbditos, y los altos oficiales abusan de su autoridad. Pero entre ustedes no debe ser así. Al contrario, el que quiera hacerse grande entre ustedes deberá ser su servidor, y el que quiera ser el primero deberá ser esclavo de los demás; así como el Hijo del hombre no vino para que le sirvan, sino para servir y para dar su vida en rescate por muchos.” (Mateo 20:25-28, Nueva Versión Internacional)

Aquellas palabras, sencillas y profundas, rompieron todos los esquemas. No las esperaban. Los aterrizó. Les permitió entender que el Reino de Dios tiene unas leyes infalibles del éxito.

El hecho de que todo el mundo se mueva alrededor de unos principios e incluso, que por fuerza de la tradición haya dado validez a su existencia, no significa que ocurra igual con quienes esperamos la realización plena de nuestra existencia. Si anhelamos el cambio y el subsecuente crecimiento, debemos guiarnos bajo unos parámetros claros que están trazados en ese libro maravilloso que se llama Biblia.

Las leyes para la victoria: aprenderlas, comprenderlas y aplicarlas

¿Qué es la victoria? El significado depende de la cosmovisión de cada quien. Para algunos será la consecución de dinero; para otros, tener fama, y mujeres hermosas alrededor. Es posible que unos cuantos consideren que una vida victoriosa es tanto como escalar en posiciones de trabajo, y hay quien dirá que es graduarse en una carrera profesional y ejercer por años en una empresa, gozando de estabilidad laboral y económica.

Para quienes profesamos fe en Jesucristo, la victoria está asociada con la realización personal y una vida plena. En otras palabras, lograr el crecimiento en dos dimensiones trascendentales: la personal y la espiritual. Si escalamos en estos dos aspectos, los logros tendrán directa incidencia en nuestra vida familia. Crecer en la relación con nosotros y con los demás, y en nuestra relación con Dios, el Supremo Hacedor.

¿Cómo lograrlo? Aplicando dos principios: fidelidad y perseverancia

. Solo quienes se mueven bajo tales parámetros, logran avanzar.

El Señor Jesucristo lo explicó en términos sencillos cuando dijo a sus discípulos, y también a nosotros hoy: “Les aseguro que entre los mortales no se ha levantado nadie más grande que Juan el Bautista; sin embargo, el más pequeño en el reino de los cielos es más grande que él. Desde los días de Juan el Bautista hasta ahora, el reino de los cielos ha venido avanzando contra viento y marea, y los que se esfuerzan logran aferrarse a él, porque todos los profetas y la ley profetizaron hasta Juan.” (Mateo 11:11-13, Nueva Versión Internacional)

Si tiene la disposición en el corazón y se toma de la mano del amado Salvador, podrá avanzar en el proceso de crecimiento hacia la victoria.

Recuérdelo siempre: fidelidad y perseverancia. Dos palabras claves.

Personalmente las relaciono con la historia de un atleta keniano que por años compitió en la Maratón Internacional de mi amada ciudad, Santiago de Cali. Ganó muchas veces, cada año.

Cuando le preguntaron cuál era su secreto, sonriendo ante la cámara de televisión dijo, con ayuda de su traductor: “Vengo de una aldea muy pobre y lejana. Allá esperan que gane. Y no vine desde tan lejos, cruzando el océano, para perder. Así llegara de último, llegaría a la meta”.

Esa respuesta, que guardo anotada en una libreta, expresa determinación, fundamentada en fidelidad y perseverancia. Fidelidad a nuestras metas y perseverancia para alcanzarlas, por encima de la adversidad. Y todo esto será posible si damos pasos firmes, no en nuestras fuerzas sino en las del Señor Jesucristo. Con su ayuda, alcanzaremos la victoria, el éxito que tanto soñamos…

Le invito para que iniciemos hoy un apasionante recorrido camino hacia la victoria en todas las áreas de nuestra vida.

En lo sucesivo compartiré con usted principios sencillos y prácticos. Están concebidos para que los desarrolle progresivamente. Puedo asegurarle que al término de ese período, ¡Su vida será distinta! Y podrá decir: “Con el poder de Jesucristo estoy avanzando en el crecimiento personal y espiritual”.

No olvide que inicia hoy una experiencia maravillosa e inolvidable que transformará su existencia e impactará su entorno familiar y aquellas personas con las que interactúa diariamente.

Publicado en: Libros Electrónicos


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