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El tiempo de los milagros no ha terminado


(Lección 2 – Nivel 4)

El tiempo de los milagros no ha terminado (Lección 2 – Nivel 4)

¿Cree usted que todavía hoy ocurren milagros? ¿Considera que Dios está demasiado ocupado para resolver sus actuales dificultades o quizá obrar un milagro en su vida? Estos son dos interrogantes a los que le invito responder después de un cuidadoso análisis. Las respuesta que de marcarán un antes y un después en su existencia.

Resulta lamentable escuchar a muchos que, llamándose siervos y seguidores de Jesucristo, se atreven a asegurar que el tiempo de los milagros ya pasó y que sólo constituyó un período de la etapa apostólica para confirmar el Evangelio en los primeros años del cristianismo.

Hacer tal aseveración es desconfiar del Dios de poder en el que hemos creído. La Biblia nos enseña, por el contrario, que cuando Cristo llega a la vida de alguien, se produce en su ser una transformación física y espiritual que lo hace distinto.

Un relato que grafica este principio lo hallamos en el Evangelio de Mateo, capitulo 8, versículos del 14 al 16, en el que se relata la sanidad de la suegra de Pedro.  En el pasaje aprendemos tres principios dinámicos para movernos en una dimensión de milagros: La realidad de la enfermedad e incluso de las dificultades diarias; la segunda, la necesidad que tenemos de permitirle al Señor Jesús que obre en nuestras vidas, y en tercer lugar, movernos en fe para que se libere el poder sanador del Hijo de Dios en nuestras vidas o en las de aquellos a quienes amamos.

1.- La enfermedad y los problemas siempre están presentes

Los médicos también se enferman. Incluso los más reconocidos especialistas, llega el momento en que enfrentan una dolencia, cualquiera que sea. La ciencia no tiene todas las respuestas. No podemos desconocer que ha logrado avances de mucha significación, pero aún así, enfrenta serias limitaciones. Hay dolencias que los científicos jamás podrán resolver y que demandan soluciones que escapan a toda lógica. Esas soluciones son los milagros de Dios.

La suegra de la esposa de uno de los discípulos del Señor es un vivo testimonio de esta enseñanza. Leemos que “Vino Jesús a casa de Pedro, y vio a la suegra de éste postrada en cama, con fiebre. (Mateo 8:12).

Usted puede tener todo el dinero del mundo, la posición social que otros envidian o el conocimiento académico que muchos desearían. No obstante, frente a alguna crisis o enfermedad, es probable que haya pensado que llegó al límite de sus fuerzas y que el camino llegó a su fin.

2.- Permita que Jesús libere su poder

Tras reconocer la imposibilidad de ser sanos o resolver la dificultad por nuestras fuerzas, es importante que abramos espacio al mover de Jesucristo, como enseña el Evangelio: “Y tocó su mano, y la fiebre la dejó; y ella se levantó, y les servía” (Mateo 8:13).

Conozco la historia de una mujer a quien le dijeron que el avance del cáncer era de tal magnitud que le quedaban pocas semanas de vida. Ella no discutió con el especialista en oncología, simplemente se decidió a confiar en Jesucristo. Y cuando lo hacemos, Él se manifiesta con poder.

Basta que se rinda a Jesucristo. Él hará lo que es literalmente imposible para el hombre. Con su poder infinito sanará los miembros enfermos o traerá sanidad al alma herida. Pero insisto: es esencial que le permita moverse en su ser. De lo contrario, seguirá abatido por las dificultades físicas y espirituales, sin esperanza alguna.

3.- Nada ni nadie se resisten al poder de Jesús el Señor

Es probable que usted atraviese situaciones difíciles,  tal vez enfrenta una enfermedad o se trata de situaciones que enfrenta alguien a quien ama. No obstante ora. ¿Considera justo que se angustie? No tiene lógica. Si oramos, esa comunicación la dirigimos a un Dios de poder, y –jamás lo olvide— cuando oramos, se libera el poder sanador del Señor en nuestras vidas y en las de aquellos a quienes amamos.

El apasionante relato de Mateo prosigue explicando que: “Y cuando llegó la noche, trajeron a él a muchos endemoniados; y con la palabra echó fuera a los demonios, y sanó a todos los enfermos” (v. 16).

Jesucristo puede hacer lo que la ciencia y el hombre consideran imposible. Ante su infinito poder nada ni nadie se resisten. Todo es posible para Él.

Probablemente usted se encuentra en momentos de extrema tristeza y desesperanza, incluso ha llegado a creer que no hay  ninguna forma de encontrar salida al laberinto. Pero le tenemos buenas noticias: hay esperanza. Está en Jesucristo. Él puede sanarlo hoy. Basta que deposite su confianza en Él y ore. Podemos asegurarle que la oración transforma todas las circunstancias.

Le sugerimos que vuelva su mirada a Él en oración. Pídale bajo el convencimiento de que puede y quiere hacer un milagro en su existencia.

No se desanime ni de crédito a las voces derrotistas de quienes le rodean.  Tenga el convencimiento de que la respuesta vendrá desde el mundo espiritual al mundo físico. ¡Un milagro de Dios está esperando por usted hoy!

Cuestionario para la profundización de la Lección 2:

Por favor, lea detenidamente los textos y postulados de cada pregunta, y teniendo a mano su libreta de apuntes, por favor, anote las respuestas:

a.- ¿Alguna vez pensó que el tiempo de los milagros ya pasó?

b.- ¿Podría definir qué le ha llevado a perder progresivamente la fe?

c.- ¿Cómo habla a su vida el texto de Mateo 8:14-16?

d.- ¿Cómo reacciona usted ante los problemas o la enfermedad?

e.- ¿En qué momento permitimos que se libere el poder de Dios?

f.- ¿Cuál cree usted que es el requisito fundamental para que ocurran milagros en nuestra vida?

Publicado en: Escuela de Oración


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