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No deje de orar hasta que Dios responda

No deje de orar hasta que Dios responda

1.- Lectura Bíblica : Mateo 7:9-11

2.- Versículos para memorizar:

“Pues si ustedes, aun siendo malos, saben dar cosas buenas a sus hijos, ¡cuánto más su Padre que está en el cielo dará cosas buenas a los que le pidan!” (Mateo 7:11).

3.- Reflexión en la Palabra de Dios:

¿Se ha preguntado cuántas veces renunció a la oración sencillamente porque no recibió respuesta inmediata de parte de Dios? Haga el ejercicio. Piénselo aun cuando sea por unos cuantos segundos. Se sorprenderá de los resultados.

Toda persona anhela que Dios responda a sus oraciones; de lo contrario, no se tomarían el trabajo de elevar sus peticiones delante del Padre. La respuesta se produce como consecuencia de cuatro aspectos de suma importancia:

El primero, que exista una motivación específica que puede partir de una necesidad tal como lo hallamos en Mateo 7:9 y 10. El segundo, si clamamos Dios responde porque es un Padre amoroso para con sus hijos. “Pues si ustedes, aun siendo malos, saben dar cosas buenas a sus hijos, ¡cuánto más su Padre que está en el cielo dará cosas buenas a los que le pidan!” (Mateo 7:11).

El tercer elemento estriba en la importancia de que orar vaya acompañado de dos actitudes: Creer y Perseverar.

Usted y yo tenemos libertad de clamar porque tenemos acceso al trono celestial. En las Escrituras leemos una premisa del autor de la carta a los Hebreos: “Así que acerquémonos confiadamente al trono de la gracia para recibir misericordia y hallar la gracia que nos ayude en el momento que más la necesitamos” (Hebreos 4:16. Nueva Versión Internacional).

Sobre esta premisa, tenemos la certeza de que Él nos atenderá y podemos ir a su presencia cuantas veces sea necesario.

Ahora, una pregunta apenas natural: ¿Por qué demora Dios la respuesta a nuestras oraciones? Hay por lo menos cuatro razones que comparto con ustedes: La primera, para probar nuestra sinceridad; la segunda, para probar nuestra fe (fortalecernos); la tercera, porque albergamos pecado: rebelión, amargura, falta de perdón, desobediencia etc., y la cuarta, para enseñarnos a perseverar hasta el tiempo perfecto de Dios en el cual se produce la respuesta.

Es probable que dejemos de orar porque, de un lado no hemos aprendido el valor de la perseverancia; nos encontramos tan “ocupados” en las cosas del reino de Dios que pocas veces entramos en contacto con el “Jefe Supremo”, y además, no estamos dispuestos a dejar que el Señor trate con nosotros. ¿Cuál de esas circunstancias ha tocado a su puerta? Es hora de hacer una revisión juiciosa y proceder a aplicar los cambios pertinentes.

No permita jamás que el enemigo de los cristianos, Satanás, le haga sentir indigno de ir a la presencia de Dios en oración; tampoco deje que siembre dudas en su mente y rechace todo pensamiento de distracción que traiga su corazón cuando está orando.

Recuerde siempre: el éxito de la oración estriba en perseverar...

No podría despedirme sin antes invitarlo para que le abra las puertas de su corazón a Jesucristo. Puedo asegurarle que es la mejor decisión que jamás podrá tomar. Si Cristo mora en su corazón emprenderá el maravilloso proceso de crecimiento personal, espiritual y familiar que tanto anhela. Decídase hoy por Jesucristo.

4.- Preguntas para el crecimiento personal y espiritual:

a.- ¿Qué enseña a su vida el texto Bíblico de (Mateo 7:9-11)?

b.- ¿Por qué creería usted que Dios tarda en responder a nuestras oraciones?

c.- ¿Comparte con su familia la necesidad de perseverar en oración?

d.- ¿Lidera usted en su hogar el Altar Familiar en su hogar?

e.- ¿Está dispuesto a asumir un mayor compromiso con Dios en oración?

Publicado en: Devocionales Diarios


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