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Cristo nos liberta de las “cárceles espirituales”


(Parte 1)

Cristo nos liberta de las “cárceles espirituales” (Parte 1)

Alguien me escribió desde Chile, para cuestionarme la existencia de “cárceles espirituales”. No existen, dice en su mensaje electrónico. En su criterio no hay fundamento para asegurar que el mundo de las tinieblas puede llevarnos a un arrinconamiento que afecte nuestra vida física y espiritual. Pero, ¿es realmente así?

Piense por un instante en el hombre que no puede vivir sin consumir drogas. “No puedo controlarlo, es más fuerte que yo”, asegura.

Luisa es una buena empleada. Trabaja en un banco. No obstante, siente que la promiscuidad es un laberinto del que no puedo salir. En su niñez fue abusada por un tío. “No concibo mi vida sin relaciones sexuales”, me dijo en un diálogo procurando aconsejamiento.

A Darío le asaltan raptos de ira. No se puede controlar. Cuando algo le molesta, su mente se nubla y agrede, física y verbalmente, a los blancos de su rabia descontrolada. “He tratado de superar este comportamiento, pero no puedo”, asegura.

Estos tres casos son algunas ilustraciones gráficas pero sin duda hay muchísimos más que consideran atados por un comportamiento incontrolable. Esa es, entre otras, una de las manifestaciones de las “cárceles espirituales

Una realidad que no podemos ocultar

Las cárceles o prisiones espirituales son reales. Procuran la destrucción de las personas. Forma parte de las estrategias del mundo de las tinieblas para acabar con la creación más preciada de Dios: usted y yo…

El rey David experimentó múltiples períodos de persecución, desánimo y temor. Una conjunción peligrosa que lleva a muchos a asumir una actitud de resignación frente a las circunstancias, a enfrentar un estancamiento o sencillamente, a volver atrás.

Él como un hombre cuyo corazón estaba puesto en la voluntad de Dios, sabía más que nadie la necesidad de depender de Él porque los ataques eran sucesivos en contra suya.

Tras vivenciar múltiples situaciones que afectaban su vida en las dimensiones física y espiritual, escribió: “Aun cuando yo pase por el valle más oscuro, no temeré, porque tú estás a mi lado. Tu vara y tu cayado me protegen y me confortan.” (Salmos 23:4, Nueva Traducción Viviente)

El hecho de sirvamos a Dios no significa que no habrán tropiezos e incluso, ataques de nuestro Adversario espiritual, Satanás.

En cierta ocasión el Señor Jesús comisionó a sus discípulos a predicar las Buenas Nuevas de Salvación y liberar a los cautivos espirituales. “Cuando los setenta y dos discípulos regresaron, le informaron llenos de alegría: — ¡Señor, hasta los demonios nos obedecen cuando usamos tu nombre! — Sí — les dijo—. Vi a Satanás caer del cielo como un rayo. Miren, les he dado autoridad sobre todos los poderes del enemigo; pueden caminar entre serpientes y escorpiones y aplastarlos. Nada les hará daño.” (Lucas10:17, 18. Nueva Traducción Viviente)

Mientras los seguidores del Maestro caminaban entusiasmados por Palestina compartiendo el Evangelio, desde el mundo satánico se libraban ataques contra ellos. Jesús lo describió como “un rayo”. Directo al punto, con el propósito de generar destrucción.

A renglón seguido el Salvador les hizo notar que, si bien es cierto enfrentarían ese tipo de oposición— que les ponía en peligro — , no debían temer porque ellos— y nosotros hoy— tenemos autoridad sobre los demonios y, como lo anunció el Señor, “Nada les hará daño”.

Posesión e influencia demoníaca, dos cárceles espirituales

Hay dos formas como Satanás ata a las personas, llevándolas a prisiones espirituales. La primera es mediante la posesión demoníaca entre quienes no tienen a Cristo en su corazón y viven en pecado, y la segunda, a través de la influencia de los demonios, produciendo opresión.

Él no puede poseer al cristiano –que es templo del Espíritu Santo (cf. Colosenses 3:16, 1 Corintios 6:19, 20 — , pero sí generarle tribulación.

Recuerde que Satanás sólo quiere “robar, matar y destruir” a la creación de Dios y a nosotros, que somos sus hijos (Cf. Juan 10:10)

Solamente Cristo tiene poder para hacernos libres de las cárceles espirituales. Él ya pagó por nuestras almas en la cruz. Nos compró a precio de sangre, de Su preciosa sangre.
Mi novio hizo un pacto con Satanás. Enriqueció, no puedo dudarlo. Es muy joven pero ya tiene una empresa de importaciones que vale varios millones de dólares. Me confesó que le vendió su alma al diablo. Usa un anillo de oro con una esmeralda tallada que es una figura de una estrella invertida, que usan los satanistas”, me escribió una abogada desde ciudad de México.
El problema es que el enemigo le ha inducido a quitarse la vida. Ha intentado suicidarse en varias ocasiones.— relataba —. Y él quiere salirse de esa situación pero se siente encarcelado”.

Le respondí que los pactos con Satanás si pueden romperse cuando reconocemos a Jesucristo como nuestro Señor y Salvador, y además, le permitimos que reine en nuestra vida. “Podrá ser libre y salir de esa prisión espiritual”, le expliqué.

Usted mismo puede salir del encarcelamiento. Basta que rinda su vida a Cristo. Las cárceles espirituales no son para siempre porque Cristo nos saca de allí, así se trate de una adicción que considere incontrolable.

Hoy es el día para que rinda su vida a Jesús. Puedo asegurarle que no se arrepentirá.

Publicado en: Guerra Espiritual


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