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El Amor de un padre que sacrificó a Su Hijo nos hizo vencedores

El Amor de un padre que sacrificó a Su Hijo nos hizo vencedores

1.- Lectura Bíblica: Lucas 9:35; Mateo 21:22.

2.- Reflexión en la Palabra de Dios:

Cuando Jesús fue bautizado en el río Jordán, el Padre celestial dio testimonio de Él y dijo: “Este es mi Hijo elegido; escúchenlo.” (Lucas 9:35)

Aquí el énfasis es “mi hijo”. Si hemos decidido realizar este tiempo en familia, es porque además de cónyuge hay hijos en el hogar. ¿Es cierto? Si es así, pregúntese: ¿Sería usted capaz de sacrificar a su propio hijo para salvar a quienes causan daño, dolor y maldad a la humanidad? Esta pregunta sin duda toca el corazón de todo ser humano, y no tiene una respuesta fácil. ¿O usted sí puede decir que dejaría que su hijo muriera para salvar a los culpables?

Jesús era Hijo de Dios y Rey del Universo. Cuando alguien se lo preguntó, en el momento del juzgamiento, Él dijo: “Soy rey como tú dices y mi misión consiste en dar testimonio de la verdad”. (Juan 18,37)

No obstante, Jesús siguió adelante para cumplir su misión. Y hoy, gracias a su sacrificio, podemos asegurar: Él, nuestro amado Señor, limpió nuestros pecados, nos hizo libres de toda atadura y nos asegura la vida eterna. ¡Eso es maravilloso!

Una mujer me escribió recientemente desde Atlanta, Estados Unidos. “Estoy desesperada por mi hogar. Se está desmoronando. Quizá es porque en el pasado fui muy pecadora y no merezco al marido que compartió conmigo varios años”, decía.

Le respondí asegurándole que al arrepentirse de sus pecados, todo su pasado fue perdonado (Leer Miqueas 7:18, 19) y que, gracias al sacrificio de Jesús, podía tener la certeza de que Dios restauraría su hogar. Le indiqué que la oración liberaría el poder de Dios.

Tiempo después me escribió de nuevo para contarme la buena noticia. Sin duda quien lo hizo fue el Señor Jesús. Él limpia nuestros pecados pero hace posible que los milagros ocurran en nuestra vida.

Durante esta Semana Santa en Familia deberíamos reflexionar sobre aquella aseveración que hizo Jesús: “Yo soy la luz del mundo, el que me siga no caminará en tinieblas, sino que tendrá la luz de la vida”. (Juan 8: 12) La muerte en la cruz rompió las cadenas de la oscuridad y nos muestra un sendero de victoria. ¡Cristo lo hizo posible!

Al cerrar la jornada de hoy en oración, agradezcámosle al Señor su divina ayuda para liberarnos y ofrecernos la posibilidad de experimentar una nueva vida. Eso solamente lo hizo posible Él. Nuestra actitud debe ser de agradecimiento y de confianza: El pecado no puede tener ya ningún poder sobre nosotros. ¡Él nos hizo vencedores!

3.- Texto Bíblico para el Día: Salmos 47:8; Salmos 24:7; Salmos 145:3; Mateo 21:22.

Publicado en: Eventos Especiales


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