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Un buen trato a los hijos los afianza emocionalmente

Un buen trato a los hijos los afianza emocionalmente

“Tengo en casa dos problemas: mis hijos. Mi hija de dieciséis años es rebelde, no presta atención a mis sugerencias y mi hijo, de trece años, se ha tornado distante. Mi esposa reclama más tiempo con la familia. Personalmente tengo una razón justa para mis ausencias: mucho trabajo. En la situación desesperante en la que me encuentro, necesito un consejo.”

L.R.B., desde Barrancabermeja, Colombia:

Respuesta:

Con el paso de los años, el desempeño de los esposos ha comenzado a tomar mayor fuerza y no se circunscribe únicamente a proveer el sustento para la familia mientras que se la crianza quedaba en la esfera específica de la madre.

En muchos casos eran ellas quienes tenían sobre sus hombros prodigarles cuidado, afecto, el desarrollo y la formación de los chicos en principios y valores.

El panorama hoy es distinto de lo que fuera hace diez años y, tiempo atrás. Los progenitores están llamados a asumir un papel protagónico en todo el proceso.

La sicóloga, Vicky Phares, de la Universidad de South Florida, explicó que:
“Gracias a una nueva línea investigativa en áreas de la psicología y la biología, se ha descubierto que el papel del padre en la crianza de los hijos es tan relevante como el de la madre. La influencia, claro está, puede ser positiva o negativa. Por ejemplo, los papás sanos disminuyen el impacto negativo de una madre depresiva en el niño. Al mismo tiempo, cuando un padre sufre de depresión, una condición que es más común de lo imaginado, su hijo tendrá un riesgo aumentado de padecerla de adulto.” (Revista Semana. Colombia. 16/06/2014. Edición digital)
Cada papá tiene en su haber la responsabilidad de orientar la formación de los hijos. Es una responsabilidad que no se puede eludir y sobre la cual Dios enseñó:

“Y estas palabras que yo te mando hoy, estarán sobre tu corazón; y diligentemente las enseñarás a tus hijos, y hablarás de ellas cuando te sientes en tu casa y cuando andes por el camino, cuando te acuestes y cuando te levantes. Y las atarás como una señal a tu mano, y serán por insignias entre tus ojos.” (Deuteronomio 6:6-8. Biblia de Las Américas)

La influencia que ejercen los padres es muy grande, y como tal, se de tener en cuenta. “Los padres son importantes en la vida de los hijos de muchas maneras que los académicos y los expertos en crianza han subestimado”, asegura Paul Raeburn, un autor de textos científicos quien compiló las evidencias en el libro “Do Fathers Matter”.

Está comprobado por estudios genéticos que “Estar al lado de los papás afecta su estado mental, la felicidad y el éxito en la vida”, dice el escritor.

El propio Lamb encontró en uno de los estudios más relevantes que los padres, más que las madres, promovían en los hijos la capacidad de explorar y asumir retos. “Jugar, patanear y retar a los niños son características emblemáticas de esa relación entre ellos y sus hijos en todas las edades”, agrega Raeburn. El juego rudo y la tolerancia hacia el riesgo les dan destrezas diferentes de las que brindan las madres.

Raeburn, además, encontró que la ausencia del papá puede incidir en el bajo peso o en el parto prematuro de sus hijos. En la adolescencia se ha demostrado que la presencia paterna protege a las niñas de tener un desarrollo temprano, y por lo tanto retarda el inicio de las relaciones sexuales y los embarazos en la juventud.

Una posible explicación es que las feromonas del padre afectan el comportamiento y la biología de las hijas.

Recuerdos que perduran

Otros expertos, como Sarah E. Hill, de la Christian University of Texas, dicen que los padres afectan la manera como sus hijas buscan sus parejas cuando son adultas. En sus estudios, Hill encontró que aquellas que recuerdan un incidente en el cual los padres estuvieron poco comprometidos con ellas durante la infancia tuvieron más comportamientos sexuales riesgosos en su etapa adulta.

Está probado además que los hijos terminan asumiendo comportamientos muy similares a los de sus padres, reacciones que podrían parecer idénticas e, incluso, el vocabulario.

La Universidad de Carolina del Norte, demostró con estudios que las mamás —que son quienes pasan más tiempo al lado de los niños —, ajustan su lenguaje al de los pequeños, y les hablan en los mismos términos de ellos.

Mientras tanto, los progenitores, que están menos en contacto con sus hijos por razones de ocupación laboral, les influencian con nuevas palabras, lo que redunda en beneficios para ellos pues el robustecimiento del vocabulario incide positivamente en su desempeño escolar.

Afectación por el rechazo

Lisa tiene 23 años. Terminó Administración de Empresas, carrera que había anhelado desde su adolescencia. No obstante ir las cosas bien, la joven mantenía un estado de tristeza permanente. “No le encuentro sentido a la vida”, solía repetir.

Esa actitud negativa explica por qué intentó quitarse la vida tres veces en menos de un año. Atenderla mediante consejería permitió establecer que la muchacha enfrentaba desde su más tierna infancia el rechazo de sus padres, que le mantenían en un estado de desazón permanente.

Ronald Rohner, investigador de la Universidad de Connecticut, asegura después de un estudio pormenorizado que “…el rechazo o la aceptación del padre hacia su hijo influye en aspectos importantes de su personalidad. Los rechazados son hostiles, negativos y tienen una idea pesimista de la vida. Los niños aceptados son, por el contrario, estables e independientes.” (Revista Semana. Colombia. 16/06/2014. Edición digital)

De acuerdo con los especialistas, los padres no pueden eludir la enorme responsabilidad que les asiste en la tarea de dar solidez y seguridad emocional a sus hijos. “Injustamente se culpa a las madres por este tipo de comportamiento –inseguridad, frustración, vacío — cuando son los padres quienes determinan problemas de personalidad como estos”, precisa el especialista.

¿Qué hacer? Revisar cuál es nuestra actitud frente a los hijos. No son una carga, son una bendición. Los hijos constituyen un aliciente para vivir, para fijarnos metas, para luchar por nuevos propósitos cada día.

El rey David enseñó al respecto: “Los hijos son un regalo del Señor; son una recompensa de su parte. Los hijos que le nacen a un hombre joven son como flechas en manos de un guerrero. ¡Qué feliz es el hombre que tiene su aljaba llena de ellos! No pasará vergüenza cuando enfrente a sus acusadores en las puertas de la ciudad.” (Salmos 127:3-5. NTV)

Si los hijos son un regalo que viene de Dios, no podemos ser irresponsables con ellos y –por el contrario— velar por ellos, cuidarlos, prodigarles amor, comprensión y motivación.

Tenga presente que sus palabras como padre, marcarán la vida de su hijo. Es algo que jamás podrá dejar de lado. Sus pequeños serán como una sombra: pendientes de cuanto usted haga para hacer lo mismo. El ejemplo que les brinde es fundamental.

Si no ha recibido a Jesús como Señor y Salvador, hoy es el día oportuno para que lo haga. Le aseguramos que no se arrepentirá.

Publicado en: Consejería Familiar


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