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Volvamos a los orígenes de la familia según el modelo de Dios

Volvamos a los orígenes de la familia según el modelo de Dios

Todos anhelamos que pase ese período crítico que experimenta nuestra sociedad cuando un alto porcentaje de matrimonios terminan en separación y el alto índice de delincuencia juvenil está ligado a un trasfondo de hogares disfuncionales, donde prevalecen los conflictos de pareja.

La pregunta es si resulta posible resolver el cúmulo de problemas que atentan contra la institución familiar. La respuesta es positiva: Sí es posible. Y se suma a esta afirmación otro elemento: La necesidad de volver a los orígenes, a las pautas que aprendemos en el Génesis y otros pasajes de las Escrituras inspirados por el Creador de la familia: Dios mismo.

Por años Lucía y Roberto tuvieron conflictos. Serios. En algunos casos se iban a las manos. Las diferencias de criterio crecían, las palabras hirientes también y terminaban enfrascados en enfrentamientos graves, delicados. Estuvieron donde consejeros matrimoniales, sicólogos y líderes de grupos de superación.

El giro total en su matrimonio se produjo cuando comenzaron a buscar a Dios. Primero fue Roberto. Un viernes, cuando anticipó que tendría una nueva gresca con su cónyuge, prefirió ir a un templo pequeño, donde tocaban música alegre. Eran coros cristianos. Escuchó el mensaje, aceptó a Jesús como Salvador y en adelante, aplicó principios bíblicos a la relación. Esa decisión marcó la diferencia e impactó a su familia. Su esposa e hijos adolescentes terminaron yendo a la iglesia. Hoy su relación familiar es satisfactoria y enriquecedora. ¡Dios trajo cambios duraderos!

Es hora de involucrar a Dios en el hogar

Cuando el pueblo de Israel iba a entrar a la tierra prometida, el Señor les advirtió sobre la necesidad de ser fieles a Sus mandatos. Encierran sabiduría y poder, no solo para ayudarnos a cambiar sino también para experimentar un crecimiento personal, espiritual y familiar permanentes.

Le invito a leer y considerar detenidamente la Escritura cuando nos enseña: “Esos son los mandatos, los decretos y las ordenanzas que el Señor tu Dios me encargó que te enseñara. Obedécelos cuando llegues a la tierra donde estás a punto de entrar y que vas a poseer. Tú, tus hijos y tus nietos teman al Señor su Dios durante toda la vida. Si obedeces todos los decretos y los mandatos del Señor, disfrutarás de una larga vida. Escucha con atención, pueblo de Israel, y asegúrate de obedecer. Entonces todo te saldrá bien, y tendrás muchos hijos en la tierra donde fluyen la leche y la miel, tal como el Señor, Dios de tus antepasados, te lo prometió.” (Deuteronomio 6:1-3. NTV)

Obedecer los preceptos bíblicos, de acuerdo con lo prometido por nuestro amado Hacedor, tres elementos importantes:

a.- Larga vida

b.- Nos irá bien en todo lo que emprendamos

c.- Seremos fructíferos a nivel familiar

d.- Experimentaremos bendiciones materiales.

Todo parte de tomar una decisión: Observar la Palabra de Dios y llevarla a nuestro hogar. Si Él reina en casa, todo será diferente. Es la única manera de cambiar el panorama actual de las familias.

El autor cristiano Guillermo D. Taylor, escribe: “El problema más grande es la crisis familiar que se ha tornado cíclica. Si la mayoría de los modelos no cumplen con las normas cristianas, entonces generaciones enteras, las que vienen, seguirán los modelos conocidos y equivocados en que nos movemos. Lo que se necesita con urgencia es romper con el ciclo negativo… Un gran porcentaje de los problemas hogareños surgen a raíz de la falta de funcionamiento cristiano del esposo. O no supo, o no quiso, tomar el liderazgo sensible, o como resultado de una crisis perdió su liderazgo de golpe, o tal vez por falta de iniciativa y cuidado, poco a poco entregó toda la dirección a la esposa o hijos.” (Gillermo D. Taylor y Sergio E. Mijangos. “La familia auténticamente cristiana”. Editorial Portavoz. 1983. EE.UU. Pg. 32)

El secreto para que todo vaya bien es que Cristo gobierne. El amado Hijo de Dios sabe cómo hacerlo. Su guía oportuna nos lleva a ser sabios, tomar decisiones apropiadas, identificar errores y corregirlos. Cuando lo hacemos, la relación familiar mejora. ¡Hoy es el día de tomar la decisión!

No margine a Dios, involúcrelo en su hogar

Si usted pregunta a su alrededor— quizá a amigos y familiares— qué desean para sus vidas, le responderán sin duda en el siguiente orden: Estabilidad y prosperidad económica y, en segundo término, una relación familiar enriquecedora. Es apenas natural. Podemos tenerlo todo— lo material— pero si hay dificultades en la relación de familia, reinará el desgano.

La diferencia la determina en qué y en quién creemos como camino para salir de la crisis. Usted puede acudir a la infinidad de textos que hay en el mercado sobre relación de familia, pero si busca a Dios y camina en Su Palabra, podemos asegurarle que todo cambiará.

Guillermo D. Taylor, el autor centroamericano, señala que “No hay familia cristiana perfecta. Pero sí hay familias cristianas que perseveran en su crecimiento, valores e integralidad.” (Gillermo D. Taylor y Sergio E. Mijangos. “La familia auténticamente cristiana”. Editorial Portavoz. 1983. EE.UU. Pg. 18, 19)

Es necesario hacer un alto en el camino y revisar qué tipo de modelo ofrecemos como esposos y como padres. Recuerde que nuestros hijos tenderán a replicar en sus propios hogares los patrones de comportamiento que aprenden hoy.

Ahora, el paso que resulta infalible en el proceso de recobrar el curso que debe tener nuestra familia, es volvernos a Dios y darle el primer lugar en nuestras vidas y en la familia. A este aspecto se refiere la enseñanza que impartió el Señor al pueblo de Israel y a nosotros hoy: “¡Escucha, Israel! El Señor es nuestro Dios, solamente el Señor. Ama al Señor tu Dios con todo tu corazón, con toda tu alma y con todas tus fuerzas. Debes comprometerte con todo tu ser a cumplir cada uno de estos mandatos que hoy te entrego.” (Deuteronomio 6:4-6. NTV)

Vivir conforme a la voluntad de Dios, haciendo nuestros los principios que aprendemos en Su Palabra, nos lleva a asumir nuevos principios y valores que trae transformación y crecimiento permanente. Y esas pautas constituirán el fundamento para nuestros hijos y para las futuras generaciones.

Puedo asegurarle que no solo hay oportunidad para superar la crisis familiar— cualquiera sea la que estemos enfrentando— sino que además, es posible retomar el curso que debió tener desde un comienzo, como lo enseñan las Escrituras.

Dios es el camino. Es la única salida al laberinto pero, además, el fundamento para que todo vaya bien en todas las áreas de nuestra vida. Es la hora de tomar una decisión radical que nos lleve a la transformación con ayuda del Señor, avanzando en el camino hacia la armonía en la familia, la consolidación de buenas relaciones interpersonales y los cimientos para las nuevas generaciones.

Forje nuevas generaciones comprometidas con Dios

Jaír no cedió a la tentación. A sus diecisiete años dijo no cuando otros sencillamente se dejaban arrastrar por el momento y consumían drogas. Sabía que tan solo un cigarrillo mezclado con alguna sustancia psicoactiva, sería el umbral para entrar en el infinito mundo de la drogadicción.

No me dejé tentar porque mis padres me insistieron que jamás me dejara arrastrar por las drogas— explicó tiempo después cuando le preguntaron cómo había hecho para permanecer sano en medio de un cúmulo de amigos inmersos en la farmacodependencia.

¿Cómo aseguramos que nuestros hijos se muevan en principios y valores? Enseñándoselos desde hoy. Es la recomendación que le hizo Dios al pueblo de Israel cuando iba a entrar en la tierra prometida y que nos hace hoy: “Repíteselos (los mandamientos) a tus hijos una y otra vez. Habla de ellos en tus conversaciones cuando estés en tu casa y cuando vayas por el camino, cuando te acuestes y cuando te levantes. Átalos a tus manos y llévalos sobre la frente como un recordatorio. Escríbelos en los marcos de la entrada de tu casa y sobre las puertas de la ciudad.” (Deuteronomio 6:7-9. NTV)

La enseñanza bíblica— que nos alimenta con principios y valores —debemos impartírsela a nuestros hijos cada día, en todo momento.

¿La razón? Usted y yo estamos sentando las bases de hijos sólidamente formados, con pautas de vida que les lleven al crecimiento personal, espiritual y matrimonial permanente.

El autor cristiano, Guillermo D. Taylor, enseña: “Como padres no podemos confiarnos ni descuidarnos. Es imperativo demostrar nuestra vida cristiana genuina en el hogar, a la vez que fortalecemos la fe de nuestros hijos, hasta una futura y fuerte maduración… Lamentablemente, muchos hijos de trasfondo evangélico han rechazado la fe que les formó en el hogar.” (Gillermo D. Taylor y Sergio E. Mijangos. “La familia auténticamente cristiana”. Editorial Portavoz. 1983. EE.UU. Pg. 18)

Cuando los principios bíblicos prevalecen en el hogar, debemos tener la plena confianza que nuestros hijos andarán en los caminos que deben, sin ceder a las tentaciones como las que les ofrecen a cada paso en una sociedad sin moral, descompuesta y cada vez más caótica como la nuestra.

“¿Si funciona?”, preguntará usted y la respuesta es contundente: Por supuesto que sí. Lo demuestra la experiencia milenaria de muchas generaciones levantadas con fundamentos bíblicos, cimientos que se han visto reflejados en hogares donde reina la armonía, el amor, la comprensión, la tolerancia y la ayuda mutua.

Hoy es el día para decidirnos a cambiar. Permitir que las pautas de la Palabra primen en nuestra familia. Le aseguro que no se arrepentirá.

Y si no ha recibido a Jesús como Señor y Salvador, hoy es el día que tome esa decisión a nivel personal y familiar. Le aseguro que no se arrepentirá porque cuando Dios ocupa el primer lugar, todo cambia. ¡Ábrale el corazón a Jesucristo!

Publicado en: Estudios Bíblicos


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