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Orar a Dios en todo tiempo


(Lección 12 – Nivel 3)

Orar a Dios en todo tiempo (Lección 12 – Nivel 3)

¿Cómo hace usted para orar todo el tiempo?. La pregunta tal vez le resulte insólita. No se si quizá la formularía o se abstendría, pero lo hice. Compartí el cuestionamiento con un evangelista internacional con quien compartimos participación en un Congreso de “Lima al Encuentro con Dios”, en la capital peruana hace ya varios años.

El hombre sonrió y con la sabiduría que sólo producen los años, me respondió: “Aprovecho cada instante. Si estoy en la oficina donde laboro secularmente, mientras los demás conversan sobre trivialidades, escribo mis oraciones en el computador. Es hablar con Dios a través de un ordenador. Si voy de camino a casa, oro mentalmente. Y si estoy en casa, procuro apartarme a un espacio solitario para buscar el rostro del Padre”.

Su respuesta me dejó sin palabras. Y me pregunto como sin duda lo estará haciendo usted: ¿Cuánto tiempo invertimos al día para orar a Dios?

Desarrollar intimidad con Dios es esencial, y debemos procurar los medios que estén a nuestro alcance para hacerlo.

El apóstol Pablo se refirió a la importancia de permanecer en el Señor todo el tiempo, al menos, el que nos sea posible. En su carta a los creyentes de Colosas, escribió: “ Que el mensaje de Cristo, con toda su riqueza, llene sus vidas. Enséñense y aconséjense unos a otros con toda la sabiduría que él da. Canten salmos e himnos y canciones espirituales a Dios con un corazón agradecido.” (Colosenses 3.16)

¿Es complicado el asunto? Por supuesto que no. Si Jesús mora en nuestro corazón, anhelaremos estar en Su Presencia y cumplir lo que nos ha enseñado (Cp. Juan 14:15) Todo cuanto salga de nuestro corazón (Cp. Mateo 15:19), estará en consonancia con lo que Él enseña y a través de cánticos, de la meditación en la Palabra y aún en medio de la oración mental, estaremos conectados con Él.

El autor cristiano, Dennis Fisher, aborda el asunto con las siguientes palabras:
“Andar por fe requiere acudir una y otra vez a Dios para buscar su guía singular. El tiempo que Jesús pasaba a solas con Dios, dio como resultado una nueva visión que iba más allá de las necesidades de un ministerio local y se proyectaba a un ministerio de mayor alcance.” (Dennis Fisher. “Nuestra cita con Dios”. RBC Ministries. 1996. EE.UU. Pg. 16)
Es cierto que cada día se suman nuevas ocupaciones. En algunas ocasiones pensamos que no nos alcanzará el tiempo para atender la agenda diaria, sin embargo si la oración es para nosotros una prioridad, nos ocuparemos de apartarnos a un espacio sólo dedicado al Señor para hablar con Él.

Cuando oramos a Dios siempre, en todo momento, esa disposición del corazón a desarrollar intimidad con Él nos libera de las presiones de la cotidianidad y nos lleva a un nuevo nivel en nuestra vida espiritual, personal y familiar.

Otro aspecto de suma importancia es que pasar tiempo con el Creador nos enfoca en la misión que trazó para nosotros desde antes de la creación del mundo. Retornamos al centro mismo del propósito que tiene para cada uno de nosotros.

Que nada ni nadie nos roben el privilegio de orar

Cuando pensamos en el Señor Jesús sin duda lo vemos muy distante a nuestra realidad. Hoy le invito para que piense en Él como un líder de nuestro tiempo. Alguien que junto con usted y conmigo tiene unas responsabilidades.

Supongamos que va de ciudad en ciudad y de país compartiendo enseñanzas de crecimiento. Que nuestro amado Salvador termina su intervención en algún lugar, toma un avión y junto con sus discípulos se dirige a otro. ¿Qué haría en medio de jornadas apretadas para hablar con Dios, el Padre?

Si fuera usted, ¿encontraría excusas para decir que la agenda fue muy ocupada y está muy cansado para orar?

Pues bien, le invito para que consideremos lo que relata el evangelista Marcos: “ A la mañana siguiente, antes del amanecer, Jesús se levantó y fue a un lugar aislado para orar. Más tarde, Simón y los otros salieron a buscarlo. Cuando lo encontraron, le dijeron: — Todos te están buscando. Jesús les respondió: — Debemos seguir adelante e ir a otras ciudades, y en ellas también predicaré porque para eso he venido. Así que recorrió toda la región de Galilea, predicando en las sinagogas y expulsando demonios.” (Marcos 1:35-39. NTV)

Nuestro amado Salvador nos ofrece un ejemplo claro y contundente: Es necesario involucrar a Dios en todo cuanto hacemos cada día.

Si Jesús en su condición humana sentía cansancio, esa pesadez en el cuerpo no constituía pretexto para no orar; por el contrario, antes de despuntar el alba ya estaba en la Presencia del Padre. Lo hacía en la quietud y en la soledad de un paraje, distante de todos. Es lo mismo que podríamos hacer cuando en medio de los quehaceres de una oficina o trabajo en la factoría, tomamos unos pocos minutos así sea para ir al baño y decirle: “Dios, te amo. Gracias por ser mi Padre y orientarme en cada paso que doy”.

El tiempo devocional, de diálogo con Dios, es muy importante. Dennis Fisher lo expresa de la siguiente manera:
“Si vemos nuestro tiempo devocional únicamente como un oasis espiritual una vez al día, podemos caer en la trampa de dividir nuestra vida espiritual en compartimientos. Desde el jardín del Edén hasta ahora, Dios ha deseado andar con su pueblo en la trayectoria de la vida (Génesis 3:8). De manera que es esencial que llevemos con nosotros todo el día lo que aprendemos en nuestro tiempo devocional.” (Dennis Fisher. “Nuestra cita con Dios”. RBC Ministries. 1996. EE.UU. Pg. 18)
Uno de los hechos que jamás olvido cuando cursaba la carrera de teología es que, justo cuando habíamos estudiado cinco semestres, realizaron una encuesta para conocer cuánto tiempo pasábamos en oración y en el estudio de la Palabra. ¡Sorpréndase! Era muy poco lo que invertíamos de tiempo en una y otra ocupación devocional. Estábamos profundamente inmersos en el estudio y nos habíamos distanciado de Dios, quien se supone, era la mayor motivación para formarnos ministerialmente.

Nuestro amado Salvador concedía particular importancia a la oración, sin importar cuán ocupado o cansado pudiera estar. La oración era una prioridad en su agenda diaria. Y en medio de esa conversación íntima se preparaba para jornadas intensas. ¿Es esa misma la actitud que asumimos nosotros hoy? Tenga presente que a Dios debemos incluirle en todas nuestras actividades cotidianas.

Si dejamos de orar nos olvidaremos de Quién es y cómo es Dios

¿Le ha ocurrido alguna vez que volvió a ver un amigo pasados los años y lo encuentra demasiado delgado o robusto? ¿Y qué decir de su rostro? ¿Acaso no nota de inmediato que ha pasado el tiempo y que esos años o meses se reflejan en su rostro y cuerpo? Es probable que haya tenido una experiencia así.

Acudo a esta imagen para graficar un principio: Si dejamos de orar a Dios, nos olvidaremos progresivamente de Quién y cómo es Él. ¿La razón? La falta de intimidad en Su Presencia va desdibujando la relación y terminamos por distanciarnos de Aquél a quien deberíamos tener siempre en nuestro pensamiento.

Hay un pasaje revelador del Evangelio que quizá ha leído muchas veces. Lo encontramos en el Evangelio de Lucas y algunas versiones de la Biblia lo titulan como “El camino de Emaús”:

“Ese mismo día, dos de los seguidores de Jesús iban camino al pueblo de Emaús, a unos once kilómetros de Jerusalén. Al ir caminando, hablaban acerca de las cosas que habían sucedido. Mientras conversaban y hablaban, de pronto Jesús mismo se apareció y comenzó a caminar con ellos; pero Dios impidió que lo reconocieran. Él les preguntó: — ¿De qué vienen discutiendo tan profundamente por el camino? Se detuvieron de golpe, con sus rostros cargados de tristeza. Entonces uno de ellos, llamado Cleofas, contestó: — Tú debes de ser la única persona en Jerusalén que no oyó acerca de las cosas que han sucedido allí en los últimos días. — ¿Qué cosas? — preguntó Jesús. — Las cosas que le sucedieron a Jesús, el hombre de Nazaret — le dijeron—. Era un profeta que hizo milagros poderosos, y también era un gran maestro a los ojos de Dios y de todo el pueblo. Sin embargo, los principales sacerdotes y otros líderes religiosos lo entregaron para que fuera condenado a muerte, y lo crucificaron. Nosotros teníamos la esperanza de que fuera el Mesías que había venido para rescatar a Israel. Todo esto sucedió hace tres días. »No obstante, algunas mujeres de nuestro grupo de seguidores fueron a su tumba esta mañana temprano y regresaron con noticias increíbles. Dijeron que el cuerpo había desaparecido y que habían visto a ángeles, quienes les dijeron ¡que Jesús está vivo! Algunos de nuestros hombres corrieron para averiguarlo, y efectivamente el cuerpo no estaba, tal como las mujeres habían dicho.” (Lucas 24:13-24. NTV)

Resulta de particular significación que los discípulos estuvieran junto al Maestro y no pudieran reconocerlo. Igual ocurre cuando dejamos de orar. Con el paso de los días ya no reconoceremos que Dios está obrando en medio de nosotros. Caemos en un estancamiento que resulta peligroso en el ámbito espiritual.

Cuando releemos estos versículos no podemos menos que concluir que la oración no solo es importante y vital, sino el camino para mantenernos cerca del Señor, enfocados en el centro mismo de Su voluntad. Y algo más: Entre más tiempo pasemos en Su Presencia, más fácilmente podremos reconocer Su obrar poderoso en nuestra vida.
Dennis Fisher, anota: “Todos tenemos épocas en las que nuestras circunstancias, o bien alimentan nuestro desarrollo espiritual, o bien lo obstruyen. Tenemos que ser sensibles a esas épocas cuando empezamos a perder el contacto con el Señor. Luego tenemos que encontrar las maneras de adaptarnos a esas circunstancias para que podamos restablecer nuestra cercanía con Él.” (Dennis Fisher. “Nuestra cita con Dios”. RBC Ministries. 1996. EE.UU. Pg. 25)
¿Nos ocupamos en el día de orar a Dios o estamos demasiado ocupados? Por favor, no eche en saco roto esta pregunta. Reviste singular importancia para su vida espiritual.

Recuerde siempre que la única forma eficaz de escapar del estrés, de mantener viva nuestra espiritualidad y de experimentar crecimiento, es a través de la oración que nos mantiene unidos a Él en todo momento.

Cuestionario para profundizar en la Lección de hoy:

Por favor lea con detenimiento los textos y citas bíblicas. Lea cada pregunta con detenimiento cada pregunta y, escriba sus conclusiones en una libreta. Le será muy útil revisar sus apuntes con frecuencia durante la semana:

a.- ¿Cuánto tiempo invertimos al día para orar a Dios?

b.- ¿Qué aprendemos para nuestra vida de oración en Colosenses 3:16?

c.- ¿Qué relación encontramos entre el pasaje Escritural de Mateo 15:19 y la oración?

d.- ¿Cuál es la primera imagen que viene a su mente cuando leemos Marcos 1:35-39?

e.- ¿Encuentra usted en medio de la oración que Dios le libera del peso de las cargas que trae cada día?

f.- ¿Tiene claro cuál es el propósito de Dios para su vida? ¿Ha buscado orientación sobre este aspecto orando al Señor?

g.- ¿Realmente Dios constituye una prioridad en nuestra vida y por esa consideración muy especial pasamos tiempo orando en Su Presencia?

h.- ¿Está dispuesto a reorganizar sus prioridades e incluir a Dios en todas sus actividades cotidianas?

i.- ¿Qué aprendemos del pasaje Escritural de Lucas 24:13-15 aplicado a la oración?

j.- ¿Nos ocupamos en el día de orar a Dios o estamos demasiado ocupados?

Publicado en: Escuela de Oración


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