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No viva preso de un pasado de derrota

No viva preso de un pasado de derrota

1. Lectura Bíblica: Isaías 60:19, 20, 22

2. Meditación familiar:

Pablo renunció al empleo. Después de una discusión con el Jefe. Si mal no recuerda, porque le llamaron la atención sobre una factura mal elaborada. Pablo debió admitirlo. No obstante, una frase desencadenó la decisión de renunciar al trabajo. Su superior le dijo: “Quizá no sirves para esto”. Y Pablo decidió no seguir adelante.

No fue la primera vez. En otras ocasiones tiró todo por la ventana. Y, por supuesto, su familia era la que llevaba la peor parte. Por espacio de varias semanas tocaba a la puerta de las empresas, llevando su hoja de vida. Rayaba los 46 años y emplearse no era fácil.

Cuando analizamos su caso, descubrimos que “No sirves para nada” o algo que se le pareciera, era el catalizador que iniciaba el proceso de renuncia. Se daba por vencido fácilmente. Esas pocas palabras, cuatro palabras nada más, fueron las que escuchó de labios de su padre cuando era niño.

Ante cualquier error, lo criticaba e, invariablemente, le decía: “No sirves para nada”. Hoy, ya adulto, esa frase lo seguía hiriendo y lo llevaba a huir…

Quizá su pasado — desde la niñez — estuvo signado por el fracaso. ¿Debería ser así por siempre? Por supuesto que no. Dios nos lleva a un nivel de crecimiento que ni la sicología puede lograr. ¿La razón? Si se lo permitimos, el Señor sana nuestro mundo interior, nos permite superar traumas y, además, que experimentemos una vida distinta, llena de oportunidades.

El proceso de transformación inicia cuando le permitimos a Dios que entre a nuestra vida y nos cambie. Es entonces cuando ocurre lo que describe el profeta Isaías:

“Ya no necesitarás que el sol brille durante el día, ni que la luna alumbre durante la noche, porque el Señor tu Dios será tu luz perpetua, y tu Dios será tu gloria. Tu sol nunca se pondrá; tu luna nunca descenderá. Pues el Señor será tu luz perpetua. Tus días de duelo llegarán a su fin. La familia más pequeña se convertirá en mil personas y el grupo más diminuto se convertirá en una nación poderosa. A su debido tiempo, yo, el Señor, haré que esto suceda.” (Isaías 60:19, 20, 22. NTV)

Nuestro poderoso Dios nos lleva a nuevos niveles de crecimiento, siempre. Si Él toma control de nuestra existencia, todo será diferente.

De la mano de este hecho maravilloso, viene otro elemento: No podemos replicar en nuestra familia, los mismos errores que experimentamos cuando éramos niños. Tratar a nuestros hijos y a nuestro cónyuge de la mala manera que nos trataron, es un error gigantesco.

El afamado conferencista y autor, Chris Gardner, quien fue traumado por el maltrato de su padrastro y logró salir victorioso, escribe:
“Como niños, muy pocos de nosotros tenemos la capacidad de rechazar los comentarios demeritorios y negativos, inclusive si no se hacen con malicia. Nuestro trabajo una vez llegamos a la edad adulta consiste en no repetir esas mismas expresiones y palabras dañinas a nuestros hijos, y rechazar todo comentario impensable y cruel acerca de nosotros…” (Chris Gardner. “Comienza donde estas”. Editorial Taller del Éxito. Colombia. 2013. Pg. 70)
Usted y yo podemos cortar con la cadena que destruye  a nuestro cónyuge y a los hijos como consecuencias de palabras destructivas. Y en nuestro mundo interior, no podemos vivir atados al pasado por las palabras ofensivas y maltrato que hayamos recibido.

No podemos tampoco, replicar ese comportamiento en familia. Es una forma de no dañar la identidad presente y futura de aquellos a quienes amamos. Y es necesario recordar siempre que, tanto su familia como usted mismo, fueron concebidos con un propósito, el propósito maravilloso que Dios les marcó desde la eternidad.

Si aún no ha recibido a Jesucristo como Señor y Salvador, hoy es el día para que lo haga. Puedo asegurarle que no se arrepentirá porque de Su mano poderosa, avanzamos hacia el crecimiento personal y espiritual.

3. Oración familiar:

“Amado Dios, reconocemos que somos el fruto de un pasado y que, posiblemente, ese pasado fue doloroso y rememoramos recuerdos de la niñez que fue difícil. Hoy te pedimos que, como familia, obres sanidad en nuestro mundo interior. Deseamos cambiar y crecer y sabemos que sólo es posible cuando ministras sanidad en nuestro mundo interior. Te damos gracias por estar con nosotros. Amén”

4. Una Meta familiar para hoy:

Revisaré las expresiones hacia mi cónyuge y mis hijos, buscando que no sean destructivas sino edificantes.

Publicado en: Altar Familiar


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