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Los problemas se dialogan, no se agigantan

Los problemas se dialogan, no se agigantan

1.- Lectura Bíblica : Proverbios 15:1

2.- Meditación familiar:

Irónicamente una relación de noviazgo que comienza con palabras agradables, detalles que enamoran, disposición de conciliar puntos encontrados y el sueño de pasar la vida juntos, suele terminar en rutina, falta de consideración e insensibilidad.

Mi esposo parece hecho de piedra. Nada le conmueve. Ni siquiera cuando tenemos diferencias”.

A mi esposa hay algo que le cuestiono: su falta de romanticismo. No tiene detalles, y eso que es mujer”.

Estas dos expresiones provienen de cartas que llegaron en procura de una orientación con fundamento en la Biblia. El hilo que unía a los dos interrogantes era el mismo: la insensibilidad de la pareja.

¿Qué ocurre? Que con el paso del tiempo se produce un progresivo deterioro en la relación conyugal y con los hijos.

¿Cuál es la razón? Las relaciones interpersonales al interior del matrimonio no suelen ser tan fáciles como se supone durante el tiempo de noviazgo, en el que todo es color de rosa.

Una vez se comparte el mismo espacio y los hechos comunes de la cotidianidad, la perspectiva de la vida e incluso las reacciones suelen ser muy distintas. Es allí donde surgen las diferencias y cada componente de la pareja llega a manifestar la insensibilidad, que deja de lado preocuparse por el estado de ánimo, sueños y esperanzas del otro.

Ahora, si una vez tomamos conciencia de esta disparidad de criterios y tratos que puede surgir en el hogar, expresamos críticas al comportamiento del cónyuge, el problema antes que resolverse tiende a agravarse. El esposo o la esposa asumirán una actitud defensiva, prevenidos.

Si surgen diferencias, ¿cómo manejarlas? Cuando –por ejemplo— expresan enojo, lo mejor y más prudente es guardar la calma como advierte el rey Salomón: “La blanda respuesta quita la ira; mas la palabra áspera hace subir el furor” (Proverbios 15:1).

Mantener la serenidad y aplicar unos sencillos principios que compartimos ahora, es el sendero más apropiado para desarmar la insensibilidad de la pareja.

Partimos de la base que mantener una relación sin conflictos, resulta virtualmente imposible. No obstante es posible cuando nos disponemos a buscar soluciones y conciliar, de cara a limar asperezas y llegar a puntos de coincidencia.

Cuando nos movemos en esa dirección, la relación entre los cónyuges cambia. Por supuesto, también esta actitud de diálogo no será fácil porque en ocasiones comunicarse es complejo; sin embargo, con ayuda de Dios es posible.

Revise cómo le responde a su cónyuge cuando surgen diferencias de criterios, y fíjese la meta de cambiar, tomado de la mano del Señor Jesús. Si no ha recibido a Jesucristo en su corazón como su único y suficiente Salvador, es tiempo de que lo haga. Imprimirá poderosos cambios en su vida personal, espiritual y familiar.

3.- Oración familiar :

“Padre celestial, reconocemos que toda familia enfrenta conflictos. Ayúdanos a reconocer en qué estamos fallando y disponernos a cambiar aquellas actitudes que hieren a mi cónyuge y a mis hijos. Declaramos que si ocupas el primer lugar en casa, todo será más fácil de resolver. Sometemos este día en tus manos. Amén”

4.- Una Meta familiar para hoy :

Le pediré a Dios la sabiduría necesaria para saber manejar los conflictos que surjan al paso en mi relación conyugal.

Publicado en: Altar Familiar


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