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Incluya a Dios en su agenda diaria como una prioridad


(Lección 11 – Nivel 3)

Incluya a Dios en su agenda diaria como una prioridad (Lección 11 – Nivel 3)

Tal vez al evaluar cómo fue la jornada de hoy descubra que no sacó tiempo para hablar con Dios. Mira el reloj. ¡Demasiado tarde! Reflexiona que debe madrugar. Y, justo en ese instante, se fija una meta: “Mañana tomaré tiempo para orar”. Y se sumerge en el sueño reparador con esa idea en mente.

No obstante, el nuevo día trae sus propios afanes y de nuevo su agenda está atiborrada de compromisos. No sabe en qué momento se sumaron tantos deberes inaplazables. Y el ciclo se repite al caer la noche. Nuevamente incumplió la cita con el Padre celestial…

Dejamos de lado una de nuestras prioridades: Mantener íntima comunicación con nuestro Hacedor. Él nos conoce hasta en los aspectos más íntimos, puede guiarnos, fortalecernos, abrirnos puertas y tantas otras posibilidades que tenemos frente a nosotros cuando le damos a Él un lugar privilegiado.

Cuando el Señor tiene el primer lugar en nuestra vida, todo cambia. Experimentamos crecimiento personal, espiritual y familiar. ¡Jamás volveremos a ser los mismos!

Piense por un instante en alguien cercano a usted que tenga la disciplina diaria de orar. ¿Encuentra algo especial en él o en ella? Sin duda que sí. La vida de oración marca la diferencia.

Ese maravilloso proceso transformador que se deriva de una relación de intimidad con Dios fue descrita por el rey David cuando escribió: “Qué alegría para los que no siguen el consejo de malos, ni andan con pecadores, ni se juntan con burlones; sino que se deleitan en la ley del Señor meditando en ella día y noche. Son como árboles plantados a la orilla de un río, que siempre dan fruto en su tiempo. Sus hojas nunca se marchitan, y prosperan en todo lo que hacen. ¡No sucede lo mismo con los malos! Son como paja inútil que esparce el viento. Serán condenados cuando llegue el juicio; los pecadores no tendrán lugar entre los justos. Pues el Señor cuida el sendero de los justos, pero la senda de los malos lleva a la destrucción.” (Salmos 1:1-6. NTV)

¿Qué cambios experimenta nuestra existencia cuando somos asiduos al orar? Nuestra perspectiva de la vida, los principios y valores que alimentan nuestra cotidianidad y que se ven reflejados en la relación con otras personas, paz interior y crecimiento en todas las áreas.

Es innegable: Pasar tiempo con Dios nos transforma. Y esa transformación se comparte con quienes nos rodean, un ambiente cálido. Transmitimos ese gozo y esa paz que inunda nuestro ser.

Nuestro mayor problema: Las ocupaciones que nos alejan de Dios

Las ocupaciones son necesarias. Están íntimamente ligadas a nuestro desenvolvimiento familiar y social. El problema radica en que nuestra vida gire alrededor de las ocupaciones. No tenemos tiempo para nada más. Nos absorben.

Estamos generalmente muy ocupados y no sacamos tiempo para hablar con Dios. Y nuestra excusa se orienta a argumentar que la agenda diaria está poblada de compromisos.

El autor cristiano, Dennis Fisher, hace una descripción magistral de la carga que pesa sobre nuestros hombros cuando llevamos a un segundo plano la oración:
“Es precisamente cuando nos sentimos tensos por las exigencias de la vida que se hace más importante un tiempo de reenfoque espiritual. Muchos sentimos culpa porque descuidamos nuestro tiempo devocional con Dios. Durante las agitadas exigencias del día, es fácil  permitir que el cuidado de la vida interior se vaya por la borda.”(Dennis Fisher. “Nuestras citas con Dios”. RBC Latino Editora. 2003. EE.UU. Pg. 2)
Si somos cristianos, sin duda procuraremos pasar tiempo con Dios. Orar debe ser nuestro distintivo. No obstante, atribuimos a múltiples quehaceres el no pasar tiempo en la Presencia del Señor.

A diferencia de Adán y Eva que perdieron la intimidad que mantenían con el Padre (Cp. Génesis 3:8) como consecuencia del pecado, hoy día esa intimidad la perdemos amparados en las ocupaciones.

Desestimamos la grandeza de ir ante el Padre con solo decirle: “Amado Señor…” Allí mismo, donde nos encontramos. Con solo disponer el corazón.

A lo maravilloso de esta experiencia se refiere el apóstol Pablo cuando escribió: “Así que, todos nosotros, a quienes nos ha sido quitado el velo, podemos ver y reflejar la gloria del Señor. El Señor, quien es el Espíritu, nos hace más y más parecidos a él a medida que somos transformados a su gloriosa imagen.” (2 Corintios 3:18: NTV)

Orar trae cambio en nuestra existencia. Y esa transformación inicia cuando vamos ante el Padre celestial. Es necesario revisar el asunto porque si midiéramos nuestra espiritualidad por la cantidad de tiempo o de ocasiones que tomamos para orar a Dios, lo más probable es que sacaríamos una nota muy baja en la evaluación.

Dios desea mantener comunicación con nosotros

Dios nos ama (1 Juan 4:19) y desea desarrollar intimidad con nosotros. Lo ideal es que correspondamos ese anhelo de nuestro Padre celestial. Lamentablemente y como hemos analizado hasta ahora, anteponemos los compromisos diarios antes que orar y estar en la Presencia de nuestro amado Padre.

El curso de nuestra vida y por ende, de nuestra familia, puede cambiar. Basta que nos volvamos a nuestro Creador y pasemos más tiempo con Él, como recomienda el autor cristiano, Dennis Fisher:
“Dos personas que se aman procuran estar juntas un tiempo significativo. Para eso, tanto la disciplina como el amor deben obrar juntos. Disponer de tiempo requiere una planificación deliberada. Para cultivar un tiempo significativo con Dios se necesita de un enfoque similar. A menudo comenzamos el día con una firme intención de hacer las devociones en un momento específico, pero a medida que avanza el día somos bombardeados con un asunto urgente u otro. Al poco tiempo posponemos las devociones de la mañana.”( Dennis Fisher. “Nuestras citas con Dios”. RBC Latino Editora. 2003. EE.UU. Pg. 6)
Un tiempo devocional es lo más aconsejable. No tiene que ser horas, pueden ser minutos, pero aunque sea breve, ese espacio debe ser enteramente dedicado a Él. Nos ayudará a conocerle y además, aprenderemos más y más sobre sus asombrosas cualidades.

Definiendo un esquema sencillo de vida devocional

Si le pregunta a cualquier persona en qué momento podría tener un tiempo devocional con Dios, le sugerirá que en la mañana. Si ese mismo interrogante lo traslada a una persona experimentada en oración, le dirá que no hay restricción y que desarrollar intimidad con Él puede hacerse a cualquier hora del día.

El rey David lo expresa de la siguiente manera: “Oh Dios, tú eres mi Dios; de todo corazón te busco. Mi alma tiene sed de ti; todo mi cuerpo te anhela en esta tierra reseca y agotada donde no hay agua.” (Salmos 63:1. NTV)

Para David la mañana, durante las jornadas cotidianas y aún en la noche, constituían un buen pretexto para buscar el rosto de Dios. Esa es la razón por la que leemos en las Escrituras que David era un hombre conforme al corazón de Dios (Cp. Hechos 13:22; Salmos 16:2)

Incluso, si el monarca llegaba muy cansado, no ponía pretextos como el cansancio, pues leemos:“Me quedo despierto durante toda la noche, pensando en tu promesa.” (Salmos 119:148. NTV)

Usted y yo podemos desarrollar una actitud similar, de búsqueda del Señor. Todo parte de una disposición sincera en nuestro corazón como enseña Dennis Fisher:
“Un tiempo devocional sano y consecuente es una manera importante en que podemos responder al deseo de Dios de andar con nosotros. A las parejas enamoradas no hay que coaccionarlas  para que pasen tiempo juntos.  Los dos tienen un profundo anhelo de vivir la vida en relación con la otra persona. Cuando las interrupciones los separan, los dos buscan oportunidad para reencontrarse. De eso se trata el tiempo devocional con Dios para sentir su presencia, consuelo y guía.” (Dennis Fisher. “Nuestras citas con Dios”. RBC Latino Editora. 2003. EE.UU. Pg. 3)
A continuación le ofrecemos algunas sugerencias para que incluya a Dios en su agenda diaria y pueda enriquecer su vida devocional:

1.- Escoja un tiempo, el que considere más oportuno, para orar

2.- Defina un tiempo de oración diaria. Pueden ser cinco minutos. Conforme pasen los días o semanas, irá aumentando. Comience así sea con un poco de tiempo

3.- Sea disciplinado en cumplir cada día el tiempo con Dios (Cp. 1 Corintios 9:25)

4.- Durante el tiempo devocional con Dios, escoja un pasaje bíblico para leer

5.- Medite en el pasaje bíblico y pregúntese: ¿Qué significa? ¿Qué quiso decir el autor? ¿Cómo aplico la enseñanza a mi vida hoy?

6.- Haga un listado de qué peticiones llevará en oración a Dios. Puede variar cada día. Es la agenda que usted llevará a su “cita con Dios

7.- Que su diálogo con Dios sea eso: Una conversación de doble vía. Usted le hablará y esperará que Él le havle

Con estos siete consejos, sencillos y prácticos, puedo asegurarle que su andar cristiano experimentará cambios. Desarrollar una vida devocional consistente, que persevera en el tiempo, le llevará a experimentar una transformación de la que usted mismo se sorprenderá ya que influirá en su forma de pensar y de actuar.

Una meta desde hoy es que nuestro amado Dios ocupe el primer lugar en los compromisos que debe evacuar en su agenda. Póngalo en práctica desde hoy… ¡No se arrepentirá!

Cuestionario para profundizar en la Lección de hoy:

Por favor lea con detenimiento los textos y citas bíblicas. Lea cada pregunta con detenimiento cada pregunta y, escriba sus conclusiones en una libreta. Le será muy útil revisar sus apuntes con frecuencia durante la semana:

a.- ¿Estamos generalmente muy ocupados y no sacamos tiempo para hablar con Dios?

b.- ¿Hemos identificado qué impide que hayamos desarrollado una relación de intimidad con Dios?

c.- ¿Procura pasar tiempo con Dios? ¿De qué manera y con qué frecuencia?

d.- ¿Cómo cree que podría mejorar su relación con Dios, afianzando su intimidad con Él?

e.- ¿Qué nos enseña en cuanto a la oración y vida espiritual el pasaje de Salmos 1:1-6?

f.- ¿De qué manera nos transforma una vida de oración según leemos en 1 Corintios 3.18?

g.- Si Dios nos ama y anhela pasar tiempo con nosotros, ¿cuál debería ser nuestra actitud hacia Él (1 Juan 4:19)?

h.- En su opinión, ¿cómo podría definir desde hoy una nueva vida devocional con Dios?

i.- ¿Ha pensado cuál podría ser el horario más oportuno para orar y desarrollar intimidad con Dios?

Publicado en: Escuela de Oración


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