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Impacte a su familia con el ejemplo permanente

Impacte a su familia con el ejemplo permanente

1. Lectura Bíblica: Filipenses 2:5-11

2. Meditación familiar:

La ciudad estaba particularmente transitada. El hombre iba deprisa. Debía llegar temprano al trabajo. Estaba tan ensimismado en sus asuntos que tropezó a alguien que vendía dulces a un lado de la acera. No pudo negar que aquél incidente, que estaba fuera de toda previsión, le causó molestia.

La humilde mujer no hacía otra cosa que mirarle expectante. Él se arremangó la camisa, se arrodilló y comenzó a recoger las mercaderías. Le sonrió al final y expresó: “Perdóneme, iba sin mirar bien”. Acto seguido le dio un billete enrollado. “Dios permita que cubra el daño”, dijo, y se alejó.

El incidente habría podido pasar inadvertido a menos que lo hubiera comentado un amigo de la familia, como en efecto ocurrió en una reunión del sábado en la noche.

Vi a tu padre auxiliando a una mujer a la que le volcó sus mercaderías”, comentó a uno de los hijos adolescentes.

Ejemplo, enseñanza, trascendencia. Esas pocas palabras marcaron al muchacho que— pasado el tiempo— tropezó a un anciano en la salida del autobús. Se devolvió y le ayudó r a salir a la avenida.

Gracias, hijo”, le dijo el sexagenario. Y aun cuando el joven no lo mencionó, estaba replicando el ejemplo que había dado su padre.

La mejor enseñanza que impartimos, es aquella que sembramos con el ejemplo. Es algo que comienza en casa, una cimentación en principios y valores a nuestros hijos, y que sin duda se extenderá a la sociedad entera.

Si algo hizo nuestro amado Salvador Jesucristo, fue enseñar con el ejemplo. El apóstol Pablo al respecto escribió:

"Tengan la misma actitud que tuvo Cristo Jesús. Aunque era Dios, no consideró que el ser igual a Dios fuera algo a lo cual aferrarse. En cambio, renunció a sus privilegios divinos; adoptó la humilde posición de un esclavo y nació como un ser humano. Cuando apareció en forma de hombre, se humilló a sí mismo en obediencia a Dios y murió en una cruz como morían los criminales. Por lo tanto, Dios lo elevó al lugar de máximo honor y le dio el nombre que está por encima de todos los demás nombres para que, ante el nombre de Jesús, se doble toda rodilla en el cielo y en la tierra y debajo de la tierra, y toda lengua declare que Jesucristo es el Señor para la gloria de Dios Padre.” (Filipenses2:5-11. NTV)

Enseñar a partir del ejemplo, ahí está el secreto. Es por supuesto, una demostración viva de humildad. Nadie puede enseñar a su familia algo, sin antes dejar de lado el orgullo que en la mayoría de los casos nos lleva a pensar que siempre tenemos la razón.

Comparto con usted un texto que leí hace pocos días:

“La humildad se caracteriza por una actitud que no busca su propia exaltación o reivindicación. Esta cualidad no se encuentra, sin duda, en todo el mundo. Pero en el reino de Dios, es un atributo esencial que deben tener los seguidores de Cristo. La vida de Jesús es el ejemplo perfecto de lo que significa ser “humilde”. Para convertirse en hombre, dejó la gloria, la majestad y el poder que eran suyos en el cielo. El Señor se vació voluntariamente a sí mismo — así como se vacía un vaso de agua— y por el propósito de servirnos se privó de todo lo que tenía con su Padre. ” (Charles Stanley. Artículo: “El modelo de la humildad”)

Si deseamos que en nuestra familia se experimenten cambios, es necesario que comencemos usted y yo a brindar ejemplo. Es una medida infalible, porque nos permite ejercer influencia con hechos más que con palabras.

Téngalo presente, anótelo en su agenda y vívalo: A cambiar se enseña con el ejemplo. Aplica en su vida personal y familiar.

No podría despedirme sin antes invitarle para que le abra las puertas de su corazón a Jesucristo. Puedo asegurarle que no se arrepentirá porque prendidos de la mano del Señor Jesús emprendemos ese maravilloso camino hacia el crecimiento personal y espiritual. Decídase hoy por Jesucristo.

4. Oración familiar:

“Amado Dios y Padre de los cielos, queremos darte gracias como familia, porque nos das vida, salud y prosperidad en este nuevo día. Muchas gracias, porque reconocemos que se nos olvida— con demasiada frecuencia— darte las gracias. Te pedimos como padres, que nos enseñes a darles ejemplo a nuestros hijos. Que no solo sea sermonear o quizá imponer, sino enseñar a partir de lo que nosotros mismos hacemos. Sometemos amado Dios este día en tus manos. Amén”

4. Una Meta familiar:

Desde hoy me comprometo a brindar, con ayuda de Dios, ejemplo a mi familia a partir de lo que hago.

Publicado en: Altar Familiar


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