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Créale a Dios, Él puede restaurar su hogar

Créale a Dios, Él puede restaurar su hogar

1.- Lectura Bíblica : Hebreos 11:1; 2 Corintios 5:7

2.- Meditación familiar:

Si alguien le hubiera dicho a Leonor lo difícil que le resultaría enfrentar la soledad de su casa tras la partida de su esposo, de seguro se habría parado en la puerta, decidida a no permitirle que cruzara el umbral.

El vacío que se percibía en cada rincón del hogar le parecía demoledor, la antesala del fin de sus sueños e ilusiones y la comprobación de que estaría sola para siempre.

Sus amistades desaparecieron, como si todos estuviera de acuerdo con no regalarle ni siquiera una llamada telefónica:

Me voy de aquí. No soporto vivir un solo instante bajo el mismo techo. No te aguanto y tú a mi tampoco, no lo niegues; estamos a cuenta. Déjame pasar, por favor.— le dijo Julio César, minutos antes de marcharse, una noche fría, mientras afuera una llovizna pertinaz caía sobre la ciudad.

Estoy desesperada — le dijo a una amiga —. Julio César se marchó y no sé qué hacer. Creo que tiene a alguien más en su vida. Cada vez que lo llamo a procurar un acuerdo, terminamos enfrascados en una nueva discusión--.

Un largo silencio matizó la conversación. Leonor estaba expectante. Si algo quería era un consejo oportuno. Se sentía en un callejón sin salida. Por momentos la invadía el desespero.

— ¿Qué decirte, amiga?...— nuevamente unos segundos de silencio —. Como cristiana el único consejo que puedo darte es lo que yo misma he experimentado en los momentos de crisis, y es orar a Dios —.

¿Tu crees? ¿Mi hogar podría restablecerse sólo con oración? — , interrogó la joven.

Por supuesto, Leonor. Cuando oramos, tocamos el corazón de Dios y se libera poder de lo alto para que se produzcan milagros; pero debes perseverar, porque Satanás buscará sembrar dudas en tu corazón, y quizá te hablará a través de otras personas, pero si sigues firme, confiando en el poder de Dios, los milagros ocurrirán —.

Y se dio a la tarea de clamar. Oraba día noche, cuando tenía un minuto libre. Creía ciegamente que Dios le ayudaría. Era su única alternativa. Se aferró a Él como el náufrago prendido de una tabla que sabe, le salvará la vida, y de la que, si se desprende, podría encontrar la muerte.

Aunque sentía ganas de llamarlo, y en ocasiones –generalmente al caer la noche — sentía celos al preguntarse dónde y con quién estaría su marido, decidió persistir en la oración, creyendo que el Señor obraría un hecho milagroso, que rompería toda lógica.

Un día recibió una llamada. No pudo asociar el número que aparecía en el identificador de su celular, con ningún teléfono conocido. Por un instante pensó en la inconveniencia de responder, pero la insistencia la llevó a recibir el llamado.

Hola, Leonor. Soy yo. Deseaba hablar contigo. No se, quizá no es la hora apropiada, pero deseo verte. Estoy en el parque de las Orquídeas, ¿lo recuerdas? Sí, muy cerca del centro, donde nos vimos por primera vez. ¿Podrías venir? Bueno, si quieres. Pero, bueno, dime algo, por favor. Hasta ahora sólo yo he hablado — , concluyó Julio César.

Esa noche se quedaron hasta muy tarde. Él le confesó que hacía varios días había roto su relación con alguien:

Reconozco que me equivoqué. No podría estar al lado de otra persona porque te amo a ti — , le explicó, mirándola profundamente a los ojos —. No se si quieres perdonarme y darme una nueva oportunidad. Deseo que lo intentemos de nuevo —.

Reemprendieron la relación. Leonor sólo puede asegurar una cosa: Dios obró un milagro, en respuesta a sus oraciones.

Una definición sencilla de los milagros es que se trata de hechos sobrenaturales de origen divino, que rompen todos los esquemas de la lógica humana. La Biblia reafirma este concepto cuando señala que: "Tener fe es tener la plena seguridad de recibir aquello que se espera; es estar convencidos de la realidad de cosas que no vemos.” (Hebreos 11:1, versión Dios habla hoy)

Nos disponemos a creer y actuar, aunque todo indique— los hechos y circunstancias— que la corriente está en contra nuestra. Creemos aun cuando lo más probable es que nada puede ocurrir.

El apóstol Pablo lo explica de la siguiente manera: "Porque no nos fijamos en lo que se ve, sino en lo que no se ve, ya que las cosas que se ven son pasajeras y las que no se ven son eternas.” (2 Corintios 4:18, versión Dios habla hoy). Y también: "Ahora no podemos verlo, sino que vivimos sostenidos por la fe...” (2 Corintios 5:7, versión Dios habla hoy; Cf. Romanos 8:24)

Nuestra fe es dinámica, no estática. Crece. Se afianza. Alcanza niveles de madurez. Llega a esa dimensión en la que ocurren los milagros. Va en contra de toda explicación racional. Se mueve en el convencimiento de que ese algo que para nosotros resulta imposible, ocurrirá por intervención de Dios.

Pídale a Dios crecer cada día en la fe. Y si aún no ha recibido a Jesús en su corazón, éste es el día apropiado para que lo haga. Pídale que entre a su vida, haga efectivo el perdón de pecados y le lleve a experimentar una nueva vida. ¡Ábrale hoy su corazón a Jesucristo!

3.- Oración familiar:

“Dios de los cielos, gracias por este nuevo día que me regalas junto a mi familia. Reconozco delante de tu presencia que a veces fallo con mi cónyuge y con mis hijos; pero quiero cambiar. En mis fuerzas no es posible, pero sí con tu divina ayuda. Oriéntame sobre los cambios que debo aplicar en mi vida familiar para que las relaciones mejoren. En tus manos quedamos hoy. Amén”

4.- Una Meta familiar para hoy:

Clamaré a Dios para que mantenga mi familia unida, y si tengo problemas con mi cónyuge, le pediré que me ayude a resolverlos.

Publicado en: Altar Familiar


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