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¿Cómo alcanzar la paz interior y vivir plenamente?


(Vida Victoriosa – Cap. 6)

¿Cómo alcanzar la paz interior y vivir plenamente? (Vida Victoriosa – Cap. 6)

La conocían como Doña Amargura. Tenía cuarenta años, pero parecía de cincuenta, con muchas arrugas surcando su rostro y la tristeza reflejada en el rostro, la misma que le robaba encanto a su sonrisa.

Era devota católica, y no fallaba a la misa de los domingos.

Incólume, insensible, con el ceño fruncido.

Las personas la miraban con reticencia y en más de una ocasión los niños le gritaron: “Vieja bruja…”. Acto seguido salían corriendo.

Incluso se llegó a rumorar, que su casa era cuna de espantos. Tal vez porque vivía en esa soledad tan pesada, que se podía palpar con las manos.

Ah, y no me deje olvidar de un detalle que le llamará la atención: no tenía amigos porque con todos reñía.

Laura se había convertido en el problema del pueblo. La amargura destilaba por sus poros. Algunos la atribuían al hecho de que su esposo había muerto muy joven, mientras hacía un viaje a la capital. Otros, al hecho de que no tuvo hijos.

Un día alguien, audaz y en cierta medida sin medir el alcance de las consecuencias, se atrevió a abordarla para hablarle del poder transformador de Jesucristo.

Váyase de mi casa ahora mismo, o le voy a echar agua… — le amenazó fuera de sí.

Su eventual interlocutor no se inmutó. Le extendió una Biblia ajada y la retó a leerla.

Ella le cerró la puerta en las narices.

Y aunque tiró a un rincón el ejemplar de las Escrituras, una noche comenzó a leerla y le impactó un pasaje que sería la entrada a una vida renovada: “Yo he venido para que tengan vida, y vida en abundancia” (Juan 10:10 b)

Desde ese momento se arriesgó a creer y su vida comenzó a experimentar cambios.

La transformación no se produjo de la noche a la mañana, fue progresiva. Y esa transformación la llevó a algo que jamás imaginó, aunque lo anhelaba: lograr la paz interior.

Hoy ayuda como maestra de Escuela Dominical en la iglesia en la que se congrega.

Ahora sí puedo decir que vivo plenamente”, señala Laura con una amplia sonrisa.

¿Desea la victoria? Sin duda que sí. Todos lo deseamos. Está en nuestros genes. Forma parte de nuestro ser y debe ser así, porque Dios nos concibió para ser triunfadores. En ese orden de ideas, la dirección a seguir es aplicar otra Ley del Reino de Dios: Buscar en Dios la paz interior.

El gran interrogante es, ¿cómo lograrla?

Para entender el asunto, es necesario que evaluemos lo que roba nuestra paz interior, en su contexto, y cómo superar los obstáculos que se nos presentan.

Situaciones que nos afectan

Una encuesta publicada por el diario El País, de amplia circulación en Colombia, referente a cuáles eran los factores externos que incidían negativamente en la salud mental de las personas, reveló que para el 69%, eran los problemas económicos.

Un 11% opinó que las dificultades intrafamiliares les atormentaban; un 15% expresó que su infelicidad la desencadenaban las discusiones con la pareja, y un 5% dijo que otros aspectos estrechamente ligados a las relaciones interpersonales restaban tranquilidad en su mundo interior.

En total se auscultó el criterio de 1.086 hombres y mujeres. La encuesta fue realizada hace pocos años y puedo decirle que no ha perdido vigencia.

Todos coincidieron en señalar que los obstáculos y las dificultades desencadenaban inestabilidad en sus emociones e incidían negativamente en su forma de ver la vida.

Economía y familia

A este estudio me permito sumar otro de trascendencia. La Secretaría de Salud Municipal en Santiago de Cali (Colombia) informó en el 2014 que en la ciudad anualmente se atiende a 20 mil personas con tensión nerviosa producto de la ansiedad.

En su orden, los especialistas identificaron tres factores que influyen en la desestabilización emocional de las personas: los problemas económicos, las crisis familiares y los conflictos de pareja.

Como consecuencia de experimentar la sensación de estar en un callejón sin salida y que sus problemas nunca tendrán fin, condujo a 275 intentos fallidos de suicidio, protagonizados por 170 mujeres y 96 hombres.

Las personas que han sufrido estas alteraciones, producto de la problemática, suelen preocuparse demasiado y tienen muchos momentos de ira y estrés”, precisó Beatriz Isaza, Coordinadora de Salud Mental en la entidad.

En Colombia y el mundo

La inestabilidad emocional es un problema grave. En Colombia, 25 de cada cien personas la enfrentan, de acuerdo con los registros que maneja el Ministerio de Protección Social. Una situación similar ocurre en el resto del Continente Americano.

Ahora, el panorama mundial también resulta desalentador en este aspecto:

Las estadísticas hablan de 450 millones de hombres y mujeres afectados anualmente en su mundo emocional como consecuencia de los problemas que enfrentan cada día.

Para encontrar una salida al caos en que se ha convertido su mundo interior, 1.000.000 de estas personas acuden al suicidio. Y algo más preocupante aún: del conjunto de quienes se encuentran atravesando por estados de crisis, se estima que el 50% no tienen acceso a un servicio médico, ni consultan su caso particular ante un especialista.

Paz interior, la clave

Hace pocos días los diarios del mundo registraron una noticia particular. El deceso de una venerable mujer. No era un deceso más, sino de aquellos que ocurren una vez cada siglo, que convoca a las autoridades de las ciudades y se tornan en comentario nacional.

Había fallecido Margaret Fitzgerald, en Moncton, Inglaterra, una de las quince personas con más edad en el mundo. Tenía 113 años, pocos días después de su último cumpleaños.

Vivió la vida plenamente.— comentó su sobrina Iliana, mientras que su tataranieto Robert, atribuyó el hecho a su fe y a la tranquilidad en su vida —. Amaba a Dios y se llevaba bien con todos. Era una mujer muy tranquila —.

Cuando Margaret nació, la reina Victoria de Inglaterra seguía siendo la monarca del Imperio Británico, y a los siete años vio asombrada, con ojos que captaron para siempre la imagen aparecida en los periódicos, a los hermanos Wright cuando realizaron el primer vuelo en un aeroplano impulsado por un motor.

Sus progenitores murieron a los noventa años de edad, y algo curioso, ella asistió al funeral de su único hijo.

Las escenas más memorables de su existencia quedaron plasmadas para la posteridad en flores color sepia que se han ido desgastando con el paso de los años.

La clave, coincidieron en asegurar quienes le conocieron, fue la fe en Dios y la paz interior que gobernaba su ser.

Paz que sobrepasa todo entendimiento

Piénselo. En su vida necesita paz interior, una de las leyes del Reino de Dios para la victoria.

El caso de Margaret Fitzgerald no se repite con mucha frecuencia.

Los problemas llevan a millones de personas anualmente a morir antes de tiempo, por enfermedades e infartos que reducen sus expectativas de vida.

Con fundamento en la Biblia, el libro más maravilloso de todos los tiempos, me permito compartir con usted algunos principios que le permitirán poner orden en su mundo interior y encontrar la verdadera paz, aquella que tanto necesita para enfrentar exitosamente los problemas que enfrenta cada día.

1.- Desarrolle una buena relación con Dios

El equilibro espiritual es esencial para avanzar en el proceso de afianzar un reordenamiento del mundo interior. En esa dirección, un paso esencial que debe dar toda persona es desarrollar una buena relación con Dios.

Uno de los patriarcas de la antigüedad lo expresó en términos sencillos que encierran un profundo significado: “Vuelve ahora en amistad con él, y tendrás paz; y por ello te vendrá bien.” (Job 22:21)

Aun cuando se arrepintió de sus años de maldad, Juvencio Desires vivió por años escondido en un pueblo remoto de Bolivia tras una vida de maldad en la que dejó familias huérfanas y huellas impregnadas de tristeza y dolor.

Sólo vino a tener paz el día en que reconoció que esa afanosa búsqueda de refugio, en la que no hallaba sosiego porque aún en el lugar más recóndito sentía que alguien o algo lo perseguían, que necesitaba a Dios y le pidió perdón.

Luego, tranquila su conciencia, vino un segundo paso que le permitió afianzar la paz interior: a través de un amigo de su país de origen, se dio a la tarea de conseguir las direcciones de las familias en las que había sembrado tanta angustia con robos y crímenes. Y en un espacio de siete meses, envió doscientas veinte cartas pidiendo perdón.

Ahora puedo vivir tranquilo, porque me perdonaron. Y si alguien aún conserva su odio, sé que Dios tocará su vida para que algún día lo hagan”, señala con una sonrisa que ilumina su rostro.

La conciencia de pecado nos roba la tranquilidad.

En tanto no estemos a cuentas con el Señor, sentiremos la sensación de que algo nos falta.

Por esa razón, hay tres pasos recomendables: el primero, arrepentirnos por las fallas cometidas hasta ahora; el segundo, pedir perdón a Dios por nuestros pecados, y el tercero, disponernos para el cambio con Su divino poder.

2.- Alimente el hábito de la alegría

Recientemente en Colombia se realizó el Primer Congreso Internacional de la Felicidad.

Los expertos coincidieron en señalar que el problema del ser humano es que confunden felicidad con estado de ánimo, y por el hecho de que son variables, lo que hoy llaman estar feliz, en cuestión de horas y minutos puede tornarse en preocupación o amargura.

La verdadera felicidad, explicaron los especialistas, parte de un principio de vida, que es de carácter permanente.

Ahora, si queremos que se produzca el afianzamiento de esa felicidad, no producto de las circunstancias sino como un principio de vida, debemos tener paz interior, la misma que parte de desarrollar una buena relación con Dios.

Él es el dador de la felicidad como describió el rey David: “Tú diste alegría a mi corazón mayor que la de ellos cuando abundaba su grano y su mosto. En paz me acostaré, y asimismo dormiré porque solo tú, Jehová, me haces vivir confiado.” (Salmos 4:7, 8; Cf. Salmos 29:11)

La paz interior permite que tengamos tranquilidad y dominio de la situación, cualquiera sea la situación que enfrentemos, adversa o favorable.

3.- Asumir sólidos principios bíblicos

Cuando le hablaban de la Biblia, Silvio se enfurecía.

No tengo tiempo para asuntos de religión”, repetía con rabia y destellos de fuego en su mirada.

Estaba convencido de que su mundo, aquél al que estaba acostumbrado y que representaba una realidad distinta de la que vivían los demás, era lo mejor y no quería intromisiones.

Debes cambiar, hijo— le dijo su madre un día, mientras tomaban el desayuno. Se veía cansada —. Temo que, una vez solo, no sepas manejar tu vida y tengas problemas con todo el mundo —.

Despreocúpate, mamá— le dijo él —. Creo que el problema no está en mi sino en los demás que no me comprenden —.

Cuando terminaron la conversación, la mujer que arrastraba con pesadez todo el cúmulo de sufrimientos producto de un esposo borracho que falleció en un accidente de tránsito, totalmente embrutecido por el alcohol, y el desaliento por un hijo rebelde, le extendió un ejemplar de la Biblia.

Descubrirás que es un libro maravilloso— comentó, mientras le extendía el ajado texto.

Él lo guardó en un cajón donde almacenaba aquello que se repetía, iba a botar apenas tuviera tiempo. Y no tomó conciencia de que estaba allí, sino cuatro meses después de fallecida su madre. Fue entonces cuando descubrió en la Biblia un infinito tesoro que le ayudó en su proceso de tener paz interior y de llevarse bien con Dios y con quienes le rodeaban.

Para muchas personas, la Biblia es un libro filosófico o de carácter religioso. Sin embargo, cuando profundizamos en su estudio, descubrimos principios prácticos y sencillos que nos ayudan en el crecimiento en dos dimensiones, la personal y la espiritual.

Asumir esas pautas bíblicos, nos ayudan a alcanzar y conservar la paz interior: “Mucha paz tienen los que aman tu ley, y no hay para ellos tropiezo.” (Salmos 119:165)

¿Cuál es la razón? Cuando aprendemos, asimilamos y ponemos en práctica los principios bíblicos, se produce una transformación en nuestra forma de pensar y de actuar. Y eso es esencial en la aplicación de esa cuarta e infalible Ley del Reino de Dios: Paz Interior.

4.- Reconozca que hay situaciones que se salen de las manos

Con frecuencia permitimos que las preocupaciones tomen fuerza en nuestra vida porque queremos resolver todos los problemas. ¡Tremendo error! Es necesario aceptar que hay situaciones que son ajenas a nuestra voluntad y cuya resolución no depende de nosotros; muchos asuntos se salen de nuestras manos.

Asumir este principio de vida nos ayuda en el proceso de alcanzar y conservar la paz interior, como enseñan las Escrituras: “Tú guardarás en completa paz a aquel cuyo pensamiento en ti persevera; porque en ti ha confiado. Confiad en Jehová perpetuamente, porque en Jehová el Señor está la fortaleza de los siglos.” (Isaías 26:3, 4)

Si hay problemas que nos parecen verdaderos gigantes, debemos ir a alguien cuyo poder es ilimitado, mucho mayor que cualquier capacidad que usted y yo tenemos: ese alguien es Dios.

Confiar en Él. Depositar toda nuestra esperanza en Él, que todo lo puede y nos ayuda a encontrar salida al laberinto.

5.- La paz interior, una decisión personal

En el proceso de afianzar esa cuarta Ley del Reino de Dios, tenga presente que Dios no nos concibió para vivir amargados, como enseña el apóstol Pablo, sino “…que a paz nos llamó Dios. ” (1 Corintios 7:15 b)

Sobre esta base, cada quien decide si se amarga o por el contrario, avanza hacia el afianzamiento de la paz interior en su existencia, con ayuda de Dios.

Nadie nos obliga. Insisto que se trata de una decisión personal.

El apóstol Pedro, por su parte, reafirmó este principio cuando escribió a los cristianos del primer siglo y a nosotros hoy: “Porque: El que quiere amar la vida y ver días buenos, refrene su lengua de mal, y sus labios no hablen engaño; apártese del mal, y haga el bien; busque la paz, y sígala. ” (1 Pedro 3.10, 11).

Cuando optamos por la paz, esa paz gobierna nuestra forma de pensar y de actuar: “Y la paz de Dios gobierne en vuestros corazones, a la que asimismo fuisteis llamados en un solo cuerpo; y sed agradecidos.” (Colosenses 3:15)

Piénselo por un instante: usted puede optar, con ayuda de Dios, por esa tranquilidad que le permite dar pasos sólidos hacia una vida plena.

El apóstol Pablo lo enseñó así cuando escribió a los cristianos de Filipos:“Y la paz de Dios, que sobrepasa todo entendimiento, guardará vuestros corazones y vuestros pensamientos en Cristo Jesús.” (Filipenses 4.7).

En adelante, recuérdelo siempre: la decisión de amargarse o vivir con alegría, gobernado por la paz interior, es suya y nada más que suya.

6.- Jesucristo, la fuente de la paz interior

Si tenemos claro que la paz interior no depende de lo variables que pueden ser los estados de ánimo; que en tanto haya preocupaciones, estaremos ansiosos y que hay problemas que no está en nuestras manos resolver, es fundamental aprender otro principio: desarrollar una estrecha dependencia del Señor Jesucristo.

El amado Salvador es la fuente de la verdadera paz, como lo dijo a sus discípulos y también a nosotros hoy: “La paz os dejo, mi paz os doy; yo no os la doy como el mundo la da. No se turbe vuestro corazón, ni tenga miedo.” (Juan 14:28).

Un poco más adelante, dirigiéndose a una multitud, reafirmó que de Él procede la verdadera paz: “Estas cosas os he hablado para que en mí tengáis paz. En el mundo tendréis aflicción; pero confiad, yo he vencido al mundo.” (Juan 16.33)

El asunto esta en mantenernos unidos a Él. Permitir que Jesús gobierne nuestro ser: lo que pensamos y hacemos. Esa disposición nos lleva a conservar la paz interior que convierte a hombres y mujeres en auténticos vencedores, por encima de las circunstancias.

Para terminar, una pregunta: ¿Se proclama cristiano? Si es así: ¿Por qué vive asediado por la amargura y la frustración?

Recuerde que la paz interior es un principio esencial del reino de Dios, como enseñó el apóstol Pablo: “…porque el reino de Dios no es comida ni bebida, sino justicia, paz y gozo en el Espíritu Santo. ” (Romanos 14.17)

El Señor nos creó para vivir plenamente; para optar por la paz interior, que el mundo asocia con felicidad. ¡Hoy es el día para tomar la decisión y avanzar hacia el cambio!

Publicado en: Libros Electrónicos


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