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¿Anda muy ocupado? Pues no deje de orar…  


(Lección 4 – Nivel 3)

¿Anda muy ocupado? Pues no deje de orar…  (Lección 4 – Nivel 3)

Juan está muy ocupado. Demasiado, dirían las personas que le conocen. Trabaja hasta muy tarde y, antes que todos hayan llegado a la oficina, ya él se encuentra sentado frente al computador, con una calculadora y una libreta en un costado del escritorio, elaborando informes.

Lo que nadie podía jamás desconocer en aquella factoría, era su disciplina. Y esa misma disciplina aplicaba al comenzar su jornada en oración, hacia el mediodía al tomar sus alimentos y después de un descanso, tiempo que aprovechaba para leer capítulos en un viejo ejemplar del Nuevo Testamento.

A esa búsqueda permanente de Dios atribuía su éxito no solo en el trabajo sino también en su desenvolvimiento ministerial en la iglesia. “Por cansado que pudiera estar mi cuerpo, no dejo de orar”, solía repetirle a sus compañeros.

Y usted, ¿cómo anda en cuanto a su vida de oración? No podemos desconocer que hay jornadas intensas, que nos agotan las fuerzas; no obstante, no hay excusa para dejar de lado la oración. Es tan importante para nuestras vidas como lo es el alimento o el aire para respirar.

¿En qué radica la derrota del cristiano? En su falta de disciplina al orar. La autora y conferencista internacional, Kay Arthur, lo describe en los siguientes términos:
“Donde deberíamos ser más fuertes, somos débiles. ¿Es por esto que muchos de los que profesan a Cristo experimentan vidas tan impotentes y comunes?¿Por qué tantas personas, incluso aquellas que han sido “reconocidas” en el mundo occidental han “caído en pecado”?... El cristiano es más que solo el hecho de creer y obedecer los mandamientos y promesas. El cristianismo no es una religión, sino una relación. Y una relación fundamental, porque es a través de ella que usted y yo nos comunicamos con nuestro Padre celestial.”(Kay Arthur. “Señor, enséñame a orar”. Editorial Vida, 1985. EE.UU. Pg. 5, 6)
No se concibe un cristiano que no ora, como tampoco un empleado que además de no sujetarse a su empresario, desatiende sus instrucciones. Ni siquiera lo pensaríamos. “Debe atender las órdenes”, me dirá usted. Igual con nosotros los creyentes. Seguimos a Jesús el Señor, y si es así, debemos movernos alrededor de lo que aprendemos de Él en Su Palabra.

La oración, hoy y siempre una prioridad

Para un discípulo del Señor Jesús, la oración representa una prioridad; no es ni siquiera una opción: es lo esencial, aquél alimento del que depende gran parte de la fortaleza espiritual que necesitamos.

Los creyentes del primer siglo nos marcan esa pauta de vida y de comportamiento cristiano. Lucas relata que: “De manera que los Doce convocaron a todos los creyentes a una reunión. Dijeron: «Nosotros, los apóstoles, deberíamos ocupar nuestro tiempo en enseñar la palabra de Dios, y no en dirigir la distribución de alimento.  Por lo tanto, hermanos, escojan a siete hombres que sean muy respetados, que estén llenos del Espíritu y de sabiduría. A ellos les daremos esa responsabilidad.  Entonces nosotros, los apóstoles, podremos dedicar nuestro tiempo a la oración y a enseñar la palabra».” (Hechos 6:2-4. NTV)

Por favor, lea el texto con detenimiento. Hágalo cuantas veces sea necesario. Saque toda la riqueza de la enseñanza. Los discípulos encontraban fundamental para su liderazgo, la dependencia de Dios en oración. Constituía para ellos un principio irrenunciable.

Si hay un ministerio al que todos—invariablemente—hemos sido llamados, es al ministerio de la oración, el que en mi criterio es uno de los más relevantes en la iglesia. No olvide que la oración está ligada a todo el desenvolvimiento diario del creyente.
Kay Arthur enseña: “Cuando Jesús estaba con sus discípulos en la tierra, ellos vieron qué lugar ocupaba la oración en su vida y escucharon sus enseñanzas acerca de la importancia de la persistencia al orar. De ese modo al darse cuenta de que tenían que orar y saber cómo hacerlo, le pidieron al Señor Jesús: “Enséñanos a orar””(Kay Arthur. “Señor, enséñame a orar”. Editorial Vida, 1985. EE.UU. Pg. 5, 6)
Es importante hacer un alto en el camino y que, con la mano en el corazón, evalúe si de verdad es usted un hombre o una mujer de oración y –con sinceridad—compruebe de qué manera como líder o cristiano comprometido, depende de Dios en oración.

Desarrolle intimidad con Dios

Desconozco si está en el liderazgo o no, pero lo que sí puedo decirle es que sea cual fuera su desenvolvimiento, está llamado a desarrollar intimidad con Dios a través de la oración.

El Señor Jesús enseñó a sus discípulos a orar. Puso de relieve la importancia de depender en todo momento, tal como lo leemos en Juan: Si ustedes permanecen en mí y mis palabras permanecen en ustedes, pueden pedir lo que quieran, ¡y les será concedido! Cuando producen mucho fruto, demuestran que son mis verdaderos discípulos. Eso le da mucha gloria a mi Padre.” (Juan 15:7, 8. NTV)

Puede que al comienzo luzca complicado. Al fin y al cabo estamos acostumbrados a no depender de nadie y menos— lamentamos decirlo— de nuestro amado Padre celestial. Deseamos hacer las cosas a nuestra manera, a menos claro esté, que requiramos un milagro.

Mantenernos unidos a Jesús es asegurar que tal intimidad nos permitirá movernos en un nivel de poder, de milagros, de lo sobrenatural.

Cuando tomamos tiempo para examinarnos, lo más probable es que concluyamos que nuestro grado de oración es mínimo y debe aumentar. Y hoy es el día oportuno para que tomemos esa decisión. Puedo asegurarle que no se arrepentirá conforme de pasos sólidos— así sean lentos— para tener intimidad con el Padre celestial…

Cuestionario para profundizar en la Lección 4:

Por favor, lea detenidamente los textos y postulados de cada pregunta, y teniendo a mano su librera de apuntes, por favor, anote las respuestas:

a.- ¿Por qué razón los cristianos, por muy ocupados que nos hallemos, debemos tomar tiempo para orar?

b.- ¿Qué trae como consecuencia el dejar de orar?

c.- ¿Ha experimentado usted distanciamiento de Dios y estancamiento espiritual por la falta de oración?

d.- ¿Hay alguna razón, de sencilla lógica, que nos haga pensar que es esencial sujetarnos a Dios?

e.- ¿Qué podemos aplicar en nuestra vida de lo que aprendemos en Hechos 6:2-4?

f.- ¿Por qué afirmamos que la oración está ligada a todo el desenvolvimiento diario del creyente? ¿Comparte usted ese convencimiento?

g.- ¿Por qué estamos llamados a desarrollar intimidad con Dios en oración?

h.- ¿Qué aprendemos y cómo aplicar a nuestra vida lo que encontramos en Juan 15:7, 8?

Publicado en: Escuela de Oración


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