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¿Afecta el manejo del dinero nuestra relación familiar?

¿Afecta el manejo del dinero nuestra relación familiar?

1.- Lectura Bíblica: Isaías 55:6; Filipenses 4:10-13

2.- Meditación familiar:

Es probable que usted se pregunte, ¿afecta el manejo del dinero nuestra relación familiar? Y la respuesta es categórica: Por supuesto que sí. Hijos que no tienen para zapatos siquiera, una esposa que no encuentra qué ponerse porque literalmente su ropero está envejecido y las telas perdieron el color, inevitablemente lleva a confrontaciones.

A estos aspectos se suma las cuentas de cobro. No sólo usted y yo en nuestra calidad de esposos nos preocupamos; también las esposas lo hacen. Ellas se ocupan del tema porque atañe a toda la familia y recuerde que si hay una característica maravillosa de las esposas y madres es que son como gallinas cuidando de sus polluelos: Están al tanto de los más mínimos detalles.

Dios tiene sin duda una perspectiva bien distinta de la que usted yo respecto al dinero, como bien anotó el profeta Isaías hablando en nombre del Supremo Hacedor: “Mis pensamientos no se parecen en nada a sus pensamientos — dice el Señor—. Y mis caminos están muy por encima de lo que pudieran imaginarse.” (Isaías 55:6. NTV)

Una de nuestras oraciones permanentes debe orientarse a buscar la voluntad de Dios en cuanto a cómo y en qué invertir el dinero.

Lo más probable, si estamos endeudados, es que no estamos dando el primer lugar a lo necesario, a las prioridades.

Es cierto que todos desearíamos — bueno, al menos la mayoría — un auto nuevo o una casa en el mejor lugar de la ciudad, pero ¿hemos consultado a Dios al respecto? ¿Qué nos ha dicho Él en cuanto a esa inversión? Es importante que miremos el asunto con detenimiento. No podemos obrar movidos por la emoción que es mala consejera cuando de invertir dinero se trata.

Es necesario acudir a la oración y a la razón, que están íntimamente ligadas porque al orar a Dios, Él nos permite identificar qué errores podemos cometer al destinar mal cada peso.

Piense por un instante que Dios mira desde lo alto de la montaña; nosotros sólo vemos lo que está unos cuantos metros más allá. Sobre esa base, Él ve lo que pasará en el futuro y nos puede aconsejar respecto a las inversiones que tenemos en mente.

Si no hay mucho, ser buenos administradores de los recursos y depender de Dios, nos llevará al contentamiento que es un principio de vida que asumió el apóstol Pablo como leemos en la carta que dirigió a los creyentes de Filipos: “¡Cuánto alabo al Señor de que hayan vuelto a preocuparse por mí! Sé que siempre se han preocupado por mí, pero no tenían la oportunidad de ayudarme. No es que haya pasado necesidad alguna vez, porque he aprendido a estar contento con lo que tengo. Sé vivir con casi nada o con todo lo necesario. He aprendido el secreto de vivir en cualquier situación, sea con el estómago lleno o vacío, con mucho o con poco. Pues todo lo puedo hacer por medio de Cristo, quien me da las fuerzas.” (Filipenses 4:10-13. NTV)

El contentamiento nos lleva a desarrollar gratitud con Dios por su provisión diaria. Tener claro que Él quiere para nosotros lo mejor y nos da lo necesario. Pablo aprendió a vivir en medio de la escasez pero también con abundancia. El punto de equilibrio es que ni la escasez ni que abundaran los recursos y provisiones le llevó a ser más o menos feliz. Es un principio que debemos aprender y asumir en nuestra vida.

Lo aconsejable entonces es que tracemos el presupuesto semanal o mensual pidiendo la guía del Señor. Entregar cada peso en sus manos y dejar que sea Él quien nos ayude a administrar el dinero. Puedo asegurar que si Él ocupa el primer lugar en nuestra vida y finanzas, no solo saldremos en las deudas sino que además podremos desarrollar el principio del contentamiento y prosperar. Estos elementos nos ayudan a mantener una buena relación de familia, que sin duda trae paz a nuestro mundo interior.

No podría despedirme sin antes invitarlo para que reciba a Jesucristo como su Señor y Salvador. Puedo asegurarle que es la mejor decisión que jamás pueda tomar. Si Cristo ocupa el primer lugar en nuestra vida, en la familia y por supuesto en nuestras finanzas, le aseguro que todo irá bien. ¡Ábrale hoy las puertas de su corazón a Jesucristo! No se arrepentirá…

3.- Oración familiar:

“Amado Dios reconozco que muchas veces el obrar apresuradamente, sin haberte consultado, me ha llevado a realizar inversiones que afectaron el presupuesto familiar. Reconozco mi error y admito que soy un administrador de los recursos y provisiones que has dado a mi mano, que incluyen por supuesto, provisión para mi familia. Concédeme y a mi cónyuge también, la sabiduría necesaria para hacer buenas inversiones, conforme a Tu voluntad. Sometemos nuestra vida en tus manos. Amén”

4.- Una Meta familiar para hoy:

En adelante consultaré con mi cónyuge, y de ser necesario con mis hijos, alguna inversión que tenga en mente. Y juntos pediremos la guía a Dios sobre ese asunto en particular.

Publicado en: Altar Familiar


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