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Asuma el reto de quitar la venda que puso el enemigo

Asuma el reto de quitar la venda que puso el enemigo

Cada vez que el grupo de evangelismo preparaba acciones de de proclamación de las Buenas Nuevas en una zona vulnerable de la ciudad, encontraban oposición.

Estamos que tiramos la toalla. — , se lamentó uno de los líderes. Creía que “quizá no era la voluntad de Dios” que distribuyeran material alrededor zonas concurridas, marcadas por la mundanalidad.

Orando, consultando a Dios y leyendo las Escrituras, encontraron la respuesta. La oposición no era el producto de casualidades, sino de la oposición de satanás, el enemigo espiritual.

Enfrentando un enemigo derrotado

No piense que cometí un error al titular esta parte del estudio.

¿Es tiempo de huirle al mundo de las tinieblas que está operando poderosamente en un mundo caído y en pecado como el nuestro? En absoluto.

Satanás y sus huestes están vencidos y nos corresponde librar la batalla. ¡Es hora de levantarse en el poder de Jesucristo!

El apóstol Pablo declaró que mediante la obra de Jesús en la cruz, la maldad fue vencida y que se levantó en victoria “…y despojando a los principados y a las potestades, los exhibió públicamente, triunfando sobre ellos en la cruz.” (Colosenses 2.15)

Aunque haya quienes quieran ignorarlo, la batalla es real. Basta que mire alrededor y comprobará el aumento inusitado del ocultismo, que no constituye otra cosa que un avance de Satanás sobre la sociedad, sin importar el país, idioma o densidad poblacional.

El adversario espiritual, gobernando sobre el género humano, despliega su ataque contra el pueblo de Dios “Porque nuestra lucha no es contra seres humanos, sino contra poderes, contra autoridades, contra potestades que dominan este mundo de tinieblas, contra fuerzas espirituales malignas en las regiones celestiales.” (Efesios 6:12, Nueva Versión Internacional)

La única alternativa que tenemos usted y yo, como siervos de Jesucristo, es librar la batalla y recobrar el territorio que nos robó el Adversario espiritual.

Tenga presente que es una confrontación de poderes espirituales en la que Dios manifiesta Su soberanía a través de su pueblo escogido.

Quitando el velo que hay sobre las Buenas Nuevas

En tanto estamos cómodamente abrigados en los templos, millares de personas en todo el mundo se pierden en la eternidad, sin Cristo en el corazón.

Gracias al pecado en el que se encuentran inmersos, Satanás ha cegado su entendimiento.

El apóstol Pablo lo explica en los siguientes términos: “Pero si nuestro evangelio está encubierto, lo está para los que se pierden. El dios de este mundo ha cegado la mente de estos incrédulos, para que no vean la luz del glorioso evangelio de Cristo, el cual es la imagen de Dios.” (2 Corintios 4:3, 4. Nueva Versión Internacional)

¿Quién puso la venda? Esa venda la puso el enemigo. Lo hizo sobre los ojos espirituales de hombres y mujeres. Allí está la causa de que nuestras acciones evangelizadores no tengan— en apariencia— mayor desarrollo y eficacia.

¿Qué hacer entonces? Volvemos al mismo asunto: librar la batalla para que pongamos freno a Satanás y su ejército y de esta manera, al recibir las Buenas Nuevas de Salvación, las personas puedan vivir a plenitud.

El Señor Jesús lo advirtió claramente cuando dijo: “El ladrón no viene más que a robar, matar y destruir; yo he venido para que tengan vida, y la tengan en abundancia.” (Juan 10:10. Nueva Versión Internacional)

La decisión de renunciar a los pactos o puertas abiertas al ocultismo y por tanto al mundo de las tinieblas, es de cada quien.

Pero usted y yo, como militantes de Cristo, atamos las fuerzas de maldad para que el Evangelio pueda avanzar victoriosamente en la tierra.

Haga uso de su poder espiritual

Recuerde que el poder es nuestro, tal como instruyó nuestro amado Dios y Padre celestial al profeta Jeremías: “Mira, hoy te doy autoridad sobre naciones y reinos, »para arrancar y derribar, para destruir y demoler, para construir y plantar.” (Jeremías 1:10. Nueva Versión Internacional).

Nuestro poder está en Jesucristo y, tomados de Su mano, libramos la batalla en oración, que limpia el terreno donde vamos a plantar el Evangelio.

Una pelea cazada con el enemigo

Se equivocan quienes creen que la meta es cazar peleas contra Satanás para destruirlo.

Ese no es el objetivo final de la Guerra Espiritual que libramos como militantes de Cristo, sino rescatar de la esclavitud a quienes se encuentran bajo el dominio de potestades y principados, rompiendo las maldiciones y ataduras mediante las cuales puede ejercer su gobierno.

Aun cuando el diablo nos venda la idea de que tiene poder, debemos recordar siempre que no solamente está vencido sino que su destino final es el mismo infierno, como escribe el apóstol Juan: “El diablo, que los había engañado, será arrojado al lago de fuego y azufre, donde también habrán sido arrojados la bestia y el falso profeta. Allí serán atormentados día y noche por los siglos de los siglos.” (Apocalipsis 20:10, Nueva Versión Internacional)

Es importante tener muy claro cuál es nuestro propósito: librar las batallas de la Guerra Espiritual para frenar el avance de Satanás, recobrar el terreno que había tomado y abrir los ojos a hombres y mujeres para que conozcan el Evangelio de Salvación de Jesucristo.

Si no ha recibido a Jesús como Señor y Salvador, hoy es el día para que le abra las puertas de su corazón. No se arrepentirá.

Publicado en: Guerra Espiritual


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