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¿Cómo educar a los hijos sin malcriarlos?

¿Cómo educar a los hijos sin malcriarlos?

“Con mi esposa tenemos serias diferencias en la crianza de los hijos. Cuando voy a corregirlos, ella inmediatamente sale al paso para impedirlo. La situación me inquieta porque se aprovechan de la situación para hacer lo que quieren. Y me preocupa porque pienso que hacia futuro podrá ser un problema para todos”.

C.M.M, desde Cabimas, Estado de Zulia, Venezuela.

Respuesta:

Lo más grave que puede ocurriré en un hogar, es que los esposos no estén de acuerdo con la crianza de sus hijos. Los muchachos por naturaleza son hábiles y se dan cuenta del fracturamiento que hay en la relación por aspectos de disciplina. Puedo asegurarle que se aprovecharán de la situación.

Esa fue una de las actitudes que alentó el doctor Benjamin Spock. ¿Lo recuerda? El afamado pediatra norteamericano que recomendaba no regañar ni castigar a los hijos, y menos contradecirlos. Quizá haya visto alguno de sus libros en los almacenes de cadena. Son muy populares. En particular el texto “Tu hijo", vendió más de 50 millones de copias en todo el mundo traducido en39 idiomas.

Su mayor influencia fue Sigmund Freud, de ahí que es famosa su afirmación respecto a dejar que los hijos hagan pataletas y no obedezcan: “Un pequeño que se siente desdichado y está haciendo una escena, se tranquiliza para sus adentros cuando siente que su padre sabe qué es lo que hay que hacer sin enojarse”. En criterio del especialista los padres no debían alarmarse con los berrinches de los pequeños y simplemente mirarlos como una expresión de cansancio: “Si ocurren con regularidad, varias veces por día, podría significar que el niño está demasiado cansado o tiene alguna perturbación física crónica”. Si una niña, por ejemplo, muerde a las personas, es porque “tal vez esté siendo reprendida y disciplinada en casa, y ello le provoque un estado de frenesí y tensión exagerados”.

Pues bien, estas enseñanzas tomaron mucha fuerza al tiempo que cambió los paradigmas de muchos padres que no se atrevían a reprenderlos porque — en criterio del facultativo — se tornarían furiosos, desafiantes y se comportarían peor.

La violencia no es el camino para formar los hijos pero tampoco lo es permitirle que hagan lo que quieran. Caer en uno de los extremos contribuye decididamente a ver una generación rebelde como la que se extiende en nuestro tiempo, en la cual los hijos no aceptan la orientación de sus progenitores y terminan convirtiéndose en dictadores con quienes los trajeron al mundo.

Educar los hijos en los caminos del Señor

Una atribulada madre escribió a nuestro ministerio pidiendo consejo. Su hijo de 17 años estaba inmersos en las drogas, observaba un comportamiento licencioso, robaba con sus amigos y el día que quiso reprenderlo, amenazó con golpearla. “No sé qué hacer con este muchacho", decía.

Cuando indagamos respecto a la crianza, descubrimos que fueron permisivos y consideraban que darle una zurra moderada cuando cometía algún error deliberado, lo traumatizaría. Y allí estaba esta señora viviendo su propio drama. El padre se limitaba a callar porque en la adolescencia ella tomó las riendas y no lo dejaba opinar sobre la disciplina que deberían imponerle. Ahora él simplemente se marginaba del asunto.

Educar a los hijos no es nada fácil. Por momentos llega a resultar complejo. Incluso, podría enfrentar a los padres. Sin embargo, es una responsabilidad que debemos asumir en pareja. No podemos caer en los excesos al castigarlos ni tampoco en la sobreprotección. No debemos creer que deben ser “perfectos” pero tampoco pasar sus errores por alto sin advertirles que están fallando y que esos errores siempre desencadenan consecuencias en su vida y en las de otras personas.

Los padres están volviendo la mirada a sus hijos

Las especialista, Julie Lythcott-Haims, asegura que la crisis familiar de nuestro tiempo está llevando a que los padres quieran volver a los orígenes de cómo debería ser la crianza de los hijos. Piensan más en ellos pero se han ido al extremo al pretender que se comporten como adultos, sin vivir sus propias etapas.

De acuerdo con la especialista, hay un desequilibrio al momento de educar a los hijos, no les enseñan principios y valores, a planificar su futuro ni tampoco a enfrentar sus propios problemas para que sean responsables y autónomos.

Dice Julie Lythcott-Haims, que: “En ocasiones me tocó recibir a algunos padres que iban en representación de sus hijos, muchos de ellos graduados de colegio ya las puertas de entrar a la universidad, porque eran muy tímidos” (Citada por la Revista Semana. 12/07/2015. Colombia. Edición digital)

La clave está en formar a nuestros hijos bajo sólidos cimientos, tomados de la Biblia y que han probado su eficacia por siglos. En esta dirección, estaremos atendiendo la recomendación del apóstol Pablo: “Y vosotros, padres, no provoquéis a ira a vuestros hijos, sino criadlos en disciplina y amonestación del Señor.” (Efesios 6:4)

Observe cuidadosamente que el autor sagrado alude a la crianza de los hijos en disciplina — corregirlos cuando fallan — pero también en la amonestación del Señor, es decir, enseñarlos a caminar de la mano de Aquél que transforma vida y nos lleva a la realización plena en todos los ámbitos.

Cuando los hijos reciben la debida formación y corrección a tiempo, podrán enfrentar la vida y en cada paso que den, acudirán al Señor en procura de guía. Esa es la ruta más sencilla pero al tiempo la más eficaz para criar a los hijos.

La disciplina es esencial, de acuerdo como lo enseña la Palabra. El rey Salomón, hace muchos siglos, escribió que la necedad forma parte de los niños y adolescentes y que, en tales circunstancias se deben reprender: “La necedad está ligada en el corazón del muchacho: mas la vara de la corrección la alejará de él” (Proverbios 22:15). En otro pasaje el sabio monarca de la antigüedad recomienda: "El castigo purifica el corazón” (Proverbios 20:30).

¿Cometemos un error como cristianos cuando los corregimos? Por supuesto que no. Las Escrituras abordan el asunto con las siguientes palabras: "La vara y la corrección dan sabiduría” (Proverbios 29:15).

Sobre esa base podemos asegurar que disciplinar a los hijos con sabiduría los aleja de la necedad, les trae cambio en el corazón — su forma de pensar y de actuar — y les edifica en sabiduría.

Lo grave es que nadie nos enseña a ser padres. Es algo que aprendemos en el camino porque la Universidad no nos prepara para ser sabios y edificar a los hijos. Sin embargo hay solución: Involucrar a Dios. Cuando Él ocupa el primer lugar en nuestro hogar, en nuestra relación de pareja y en el papel que jugamos como tutores de los hijos, todo cambia. Obramos sabiamente porque Dios mismo es sabio. Es importante que le abramos al Señor las puertas de nuestra familia. Hoy es el día para hacerlo.

Corregir lo que anda mal

Es evidente que las cosas no andan bien. Y no andan bien porque dejamos de lado a Dios y los principios que Él nos enseñó en la Biblia para criar a los hijos. Es necesario fundamentarlos en sólidos principios y darles pautas para que aprendan a enfrentar las situaciones adversas que inevitablemente vendrán a sus vidas. La sobreprotección los torna inseguros, de ahí que hayan hombres y mujeres — literalmente — que tienden a envejecer con sus padres sin arriesgarse a formar su propio hogar.

Si caen, debemos enseñarles a levantarse y no correr tras ellos velando que ni siquiera una mariposa se pose en su cabeza. ¡Tremendo error! Llevarlos de la mano por la vida los tornará inútiles, y esa es también una responsabilidad por la que deberemos dar cuenta ante Dios.

El libro de los Proverbios tiene mucho que enseñarnos alrededor de la crianza, formación y disciplina para los hijos. Si no lo hacemos apropiadamente, advierte que los padres correremos con las consecuencias.

¿Quiere mirar algunos ejemplos? Por ejemplo, el rey Salomón enseña que si no los discipinamos y educamos adecuadamente, los hijos serán para la madre motivo de tristeza (Proverbios 10:1); de vergüenza, de oprobio (Proverbios 29:15b); de amargura (Proverbios 17:25 b); y luego, el hijo la menospreciará (Proverbios 15:20 b), y aun la ahuyentará (Proverbios 19:27 a).

También se verá afectado el padre, a quien le causará pesadumbre (Proverbios 17:25 a) y aun le robará (Proverbios 19:26), y llegará a decir que tal cosa no es maldad (Proverbios 28:24). El corazón del padre no se alegrará (Proverbios17:21), al contrario, será para él motivo de tanto dolor que preferiría en lugar de su hijo al siervo prudente (Proverbios 17:2).

Los hijos hay que formarlos adecuadamente. En esa dirección, es Dios quien nos provee la orientación apropiada para dar solidez a la educación de los hijos pero también, nos enseña de qué manera hacer cuando llega el momento.

Recuerde la enseñanza del rey Salomón: "El que detiene el castigo, a su hijo aborrece; mas el que lo ama, desde temprano lo corrige” (Proverbios 13:2) ; y también un poco más adelante instruye: "Castiga a tu hijo en tanto que hay esperanza” (Proverbios 19:18).Sobre esa base aprendemos que una disciplina tardía resulta inútil. La instrucción debe ser oportuna, en el momento indicado.

Es importante hacer un alto en el camino y evaluar el tipo de formación que estamos impartiendo a los hijos; si lo estamos haciendo oportunamente o si dejamos que ellos hagan cuanto quieran, y por último, llegó el momento de involucrar a Dios en nuestro hogar para retomar el control de la familia.

Publicado en: Consejería Familiar


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