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Arrepentirse, pedir perdón y comenzar de nuevo

Arrepentirse, pedir perdón y comenzar de nuevo

1.- Base Bíblica: Mateo 3:8; Ezequiel 18:30, 31; Proverbios 28:13

2.- Objetivos:

2.1.- Que al término del Grupo Familiar, los participantes la necesidad de pedir perdón a nuestro cónyuge e hijos cuando les hemos causado daño.

2.2.- Que al término del Grupo Familiar, los participantes la importancia de sumar a nuestro pedido de perdón por los errores, acciones que corroboren nuestra disposición de cambio.

2.3.- Que al término del Grupo Familiar los participantes la importancia de pedir cada día sabiduría a nuestro amado Dios para que nos enseñe a obrar de manera oportuna e indicada en cada circunstancia.

3.- Desarrollo del tema:

Julián regresó a casa después de tres meses de separación. Un día cualquiera creyó que no soportaba más la vida en pareja y decidió irse. De nada sirvió el llanto de su esposa y los lloriqueos de sus hijitos que le imploraban: “Papi, no te vayas.” Su esposa lo recibió con una mezcla de alegría y molestia. Él al principio no la comprendió, pero finalmente entendió que debería no solo pedir disculpas sino ganarse de nuevo el amor de su esposa y de sus hijos…

Damaris llamó a su esposo aquella mañana. Le pidió perdón. Lo hizo en un mar de llanto. “Sé que te fallé; perdóname. Quiero volver a tu lado.” La relación se rompió cuando el descubrió un chateo de ella con un desconocido en el teléfono celular. Ante los halagos malintencionados del hombre, ella no levantó una barrera y prosiguió la conversación. El incidente desembocó en una fuerte discusión y en la separación. David no sabía qué contestar, por fin dijo: “Está bien, intentémoslo…” Pero Damaris reconocería tiempo después que recobrar la confianza de su marido no fue fácil.

¿Quién no ha fallado con su cónyuge o los hijos? La mayoría, sin duda. Errar es de humanos, pero lamentablemente con nuestras reacciones muchas veces herimos a nuestros seres amados o tal vez con nuestras actuaciones. ¿Le ha ocurrido? Si es así, ¿podría describir qué hizo para superar la situación o aún sigue sin resolver el daño que le causó a su pareja y a sus retoños en casa?

3.1.- Resolver los conflictos en familia comienza con un sincero arrepentimiento

Si alguien le dijo que resolver los conflictos familiares era fácil, le mintió. Y de igual manera si le dijo que bastaba con el paso del tiempo para que sanaran las heridas. Ni lo uno ni lo otro. Las confrontaciones internas en el hogar generalmente van acompañadas de palabras duras que generan heridas emocionales, mucho más complejas que cualquier otra situación. Y no resolver a tiempo ese daño, agiganta el problema hasta convertirlo en algo crónico, que desencadena peleas y recriminaciones mutuas.

Infinidad de parejas podrían relatar cuánto dolor les ha causado una palabra o una reacción impulsiva del cónyuge; igual, infinidad de hijos podrían decirle la tristeza y desaliento que les produjo una reacción descontrolada de sus progenitores.

¿Le ocurrió quizá? ¿Se identifica con estas escenas o quizá alguna más complicada en su vida familiar? Si es así, le invitamos a enfrentar el problema que tal vez se ha ido alimentando por meses o años. Enfrentar con responsabilidad nuestros errores, es el primer y más grande paso; el segundo, hacer un listado de cuántas faltas quizá cometimos y contra quiénes en casa; y en tercer lugar, un arrepentimiento sincero. No basta con decir “Perdóname” si no hay en medio un arrepentimiento que salga desde lo más profundo del corazón.

Cito a continuación un autor mundialmente reconocido por abordar temas de familia, con acertados consejos, quien escribe:
“Si herimos a nuestro cónyuge, debemos reconocer que aquello que hicimos está mal, pero reconocerlo no es suficiente ni tampoco la disculpa, es necesario corregir. También tenemos que trazar un plan para corregir nuestra conducta con el fin de no lastimar, y de la misma manera, a la persona amada. ¿Por qué no habríamos de hacerlo con la relación más íntima que tenemos? El arrepentimiento es un aspecto vital de una disculpa genuina. “ (Gary Chapman. “Los 5 lenguajes del amor - Devocionales”. Tyndale House Editores. 2012. EE. UU. Pg. 09/01)
Recuerde que arrepentimiento es “volverse” del camino, es decir, del error cometido. De la mano con este primer aspecto, va ligado uno segundo, de suma importancia: La disposición de cambiar. Esos dos componentes dan lugar a una auténtica corrección. Arrepentirse sumado a la disposición de cambio trae como resultado un correctivo, quizá no oportuno pero sí muy necesario.

Juan el Bautista quien predicaba en el desierto, veía que llegaban muchas personas atraídas por el mensaje. Dicen las Escrituras que “Cuando Juan vio que muchos fariseos y saduceos venían a mirarlo bautizar, los enfrentó. «¡Camada de víboras! — exclamó—. ¿Quién les advirtió que huyeran de la ira divina que se acerca? Demuestren con su forma de vivir que se han arrepentido de sus pecados y han vuelto a Dios.” (Mateo 3:7, 8. NTV)

Por favor tome nota del llamado que les hizo Juan el Bautista: “Demuestren con su forma de vivir que se han arrepentido…”. Acciones más que palabras. ¿La razón? Las personas a las que usted ha ofendido no quieren palabras —que al fin y al cabo se las lleva el viento —sino compromiso y acciones que reflejen el cambio.

3.2.- Acciones de amor traen como consecuencia el perdón

Le relataré la historia de Fabián. Por años le dio mal trato a su esposa y a los hijos. Era un borracho irresponsable que en un fin de semana se bebía el producido de la semana y llegaba a casa maltrecho, sin control, y sin dinero para la comida. Cansada de esta situación su esposa se marchó de casa y se llevó a sus vástagos.

Sólo cuando se vio solo, el hombre cayó en la cuenta del tremendo error. Por mucho tiempo le pidió perdón a la mujer, pero ella se desilusionaba al ver que tras una aparente reconciliación, él volvía de nuevo a la bebida.

Lo conocí en medio de una serie de conferencias en Girón, una hermosa ciudad del norte de Colombia. Recién estaba pasando la resaca. Hablamos y le hablé de la oportunidad que le ofrecía Jesucristo para cambiar. Se decidió por el Hijo de Dios, y esa misma noche tomó la determinación de volver a casa. Le expliqué que no sería fácil ganarse de nuevo el amor de los suyos, porque a raíz de sus mentiras había perdido credibilidad. No obstante, persistió. Luego de varios meses me enteré que su hogar se restableció. Pidió perdón pero probó con sus acciones que estaba decidido a cambiar. ¡Dios le ayudó en el proceso!

Gary Chapma, experimentado en temas de familia, escribe:
“De vez en cuando lastimamos a las personas que más amamos. Cuando nos disculpamos, esperamos que la persona ofendida nos perdone. Podemos alentar el perdón si nuestra disculpa incluye una declaración de cambio o de arrepentimiento.“ (Gary Chapman. “Los 5 lenguajes del amor - Devocionales”. Tyndale House Editores. 2012. EE. UU. Pg. 10/01)
El verdadero arrepentimiento acompañado por una decisión de cambio, comienza en el corazón. No hay otra forma. Admitimos el error, nos ponemos en los zapatos de nuestro familia para comprender el dolor que sintieron, y nos disponemos al cambio. En adelante no justificarnos por nuestros errores ni tratamos de minimizarlo.

El profeta Ezequiel compartió con el pueblo de Israel una Palabra que nos viene bien a nosotros hoy: “Por lo tanto, pueblo de Israel, juzgaré a cada uno de ustedes, según sus acciones, dice el Señor Soberano. Arrepiéntete y apártate de tus pecados. ¡No permitas que tus pecados te destruyan! Deja atrás tu rebelión y procura encontrar un corazón nuevo y un espíritu nuevo. ¿Por qué habrías de morir, oh pueblo de Israel? No quiero que mueras, dice el Señor Soberano. ¡Cambia de rumbo y vive!” (Ezequiel 18:30-32. NTV)

Observe por favor la importancia que le concede el Señor al arrepentimiento y a la decisión de apartarnos de la maldad. Luego, el amado Padre habla de un corazón nuevo y un espíritu renovado. Es lo que nos asegura una vida plena.

Todos los seres humanos podemos cambiar, no en nuestras fuerzas sino con ayuda de Dios. Y en esa decisión de cambio, mostrando amor, respeto y consideración a nuestra familia, podemos continuar si estamos dispuestos a reconquistar el amor de nuestro cónyuge e hijos. ¡Hoy es el día para comenzar!

3.3.- Volver a la normalidad no será fácil pero persevere

Una vez nos disponemos a cambiar, y perseveramos en el proceso, no podemos esperar que todo será un camino de rosas. Es probable que enfrentemos la molestia, intolerancia e incluso rencor de aquellos a quienes hemos herido en casa.

“Reconozco que se dificultó que mi esposa confiara de nuevo en mí. Ella simplemente andaba prevenida, y con justa razón.”, confesó Jorge Enrique quien está saliendo de un prolongado conflicto como consecuencia de sus infidelidades. Hoy está caminando de la mano del Señor Jesús y no ha vuelto a incurrir en inmoralidad, pero persevera en la búsqueda de la normalidad en casa y sabe —con todo el corazón —que deberá ganarse la credibilidad nuevamente, no solo en su esposa sino en sus hijos.

En todos los casos debemos insistir y mantenernos firmes en el plan de cambio que nos hemos trazado, como anota el autor, Gary Chapman:
“Una disculpa eficaz requiere la voluntad de cambiar nuestro comportamiento… cuando no admitimos nuestras faltas--ya sea hacia Dios o hacia nuestro cónyuge-- no podemos esperar un buen resultado. Cuando admitimos la ofensa que causamos, y formulamos un plan para evitar incurrir en la misma situación de nuevo, el perdón es posible. “ (Gary Chapman. “Los 5 lenguajes del amor - Devocionales”. Tyndale House Editores. 2012. EE. UU. Pg. 10/01)
En todos los casos debemos asumir la responsabilidad por nuestros errores. No podemos ocultar la cabeza en la arena como el avestrus pretendiendo que no ha pasado nada. Por el contrario, debemos encarar las consecuencias de nuestros errores y perseverar en la búsqueda de soluciones, a partir de nuestra decisión de cambiar.

Admitir las fallas es fundamental, como enseñó el rey Salomón: “Los que encubren sus pecados no prosperarán, pero si los confiesan y los abandonan, recibirán misericordia.” (Proverbios 28:13. NTV)

Si dejamos atrás el comportamiento errado y pecaminoso, ese comportamiento que ha causado tantas heridas a la pareja y a los hijos, Dios nos ayuda en el proceso de cambio. Recuerde que Él cambia nuestro corazón, modifica nuestra forma de pensar y de actuar y nos acompaña en el paso-a-paso orientado al mejoramiento personal, espiritual y por supuesto, familiar.

No podríamos terminar este tiempo de reflexión sin antes hacerle una invitación: Que reciba a Jesús como su Señor y Salvador. Puedo asegurarle que no se arrepentirá, y que, además, prendidos de las manos del Maestro avanzaremos a pasos sólidos en el proceso de cambio y crecimiento personal, espiritual y familiar.

4.- Preguntas para la discusión en grupo:

a.- ¿Recuerda algún incidente que desencadenó una discusión en pareja o con los hijos, y que aún no logra olvidar?

b.- ¿Recuerda por qué se originó la situación conflictiva? ¿Tuvo quizá usted la responsabilidad?

c.- ¿Ha hecho algo orientado a resolver ese conflicto que le atormenta?

d.- ¿Está realmente dispuesto a resolver su situación y a cambiar?

e.- ¿Qué se comprometería a cambiar en su vida con ayuda de Dios

f.- ¿Estaría dispuesto a acudir a sus seres amados para pedirles perdón si les ha causado daño?

g.- ¿Qué significan para usted textos como Mateo 3:7, 8; Ezequiel 18:30-32 y Proverbios 28:13?

Oración al terminar el Grupo Familiar:

“Padre amado, te damos gracias porque cada nuevo día podemos ver tu obrar poderoso en nuestras vidas. Si damos nuevos pasos de victoria como familia es porque tu nos permites. Descubrimos cada nueva mañana que estás junto a nosotros y es gracias a ti que podemos avanzar. Te pedimos estés siempre reinando en este hogar, en el Nombre de tu Hijo amado Jesús. Amén”

Publicado en: Grupos Familiares


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