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¡Llamados a vivir libres en Cristo!


(Conclusión Nivel 1)

¡Llamados a vivir libres en Cristo! (Conclusión Nivel 1)

Nelson jamás podrá olvidar esa sensación, indescriptible pero profunda, que experimentó cuando recorría a la velocidad de un relámpago los dieciocho metros que le separaban del piso tras desprenderse de la pared de roca que iba escalando en el Nevado del Ruíz, en el interior de Colombia, el 2 de marzo de 2006.

Lo recibieron filudas piedras en el fondo de aquél precipicio.

¿El resultado? Cinco fracturas maxilofaciales, una cefalocraneal, la pérdida de su dentadura, la ruptura de su pélvis en dos partes y el destrozo de su pierna derecha…

Lloró. No una, sino muchas veces. ¿Su mayor frustración? En medio del terrible dolor y el bip bip persistente y a veces desesperante de los monitores en una pieza impecablemente blanca de la clínica donde lo atendieron, veía cada vez más lejana la posibilidad de escalar la cumbre del Everets, como se lo había propuesto desde su corta edad.

Fueron cuatro meses con sus días interminables y noches fatigosas en las que se debatía con esa conmoción de impotencia ante lo que lucía como algo imposible. Le dieron de alta con una serie de tornillos articulando su pierna; en tales circunstancias, ¡Ni pensar escalar el Everest!

La firmeza de sus sueños y la perseverancia de su carácter lo llevaron a pedir al cirujano que le amputara la extremidad derecha, apenas un año y cuatro meses después del accidente del que se salvó por un milagro de Dios.

Prefería una prótesis y la posibilidad de cumplir el sueño a permanecer con limitaciones por el resto de su vida. Poco tiempo después estaba nuevamente escalando el Nevado del Ruiz, preparándose para algo más grande.

El 17 de mayo del 2010 a las 12.30 pm. Nelson Cardona Carvajal, un colombiano intrépido, soñador y temerario, le ganó la batalla a la adversidad y con ayuda de Dios, se convirtió en el primer discapacitado en toda la historia, en escalar el Everest.

En el mundo los primeros en llegara la cima fueron el neozelandés Edmund Hillary y el serpa nepalés Tenzing Norgay el 29 de mayo de 1953. La primera mujer en llegar a esa gran altura fue la japonesa Junko Tabei el 16 de mayo de 1975.

Perseverancia… Allí está la clave…

Los cristianos estamos llamados a asumir un principio al que jamás debemos renunciar: la perseverancia.

La historia de mi compatriota Nelson Cardona Carvajal testimonio hasta dónde puede llegar alguien que se propone una meta, y más cuando llevamos esa disposición y perseverancia al plano espiritual: alcanzamos no la cima del Everest sino la victoria.

El apóstol Pablo resumió en asunto en ocho palabras: “Todo lo puedo en Cristo que me fortalece.” (Filipenses 4:13, Nueva Versión Internacional)

Era evidente que enfrentaba múltiples dificultades, espirituales y naturales. Críticas, oposición, ataques. Satanás tampoco lo dejaba en paz, pero él era un vencedor y tenía plena conciencia de su condición. La misma que debe acompañarnos a usted y a mi.

Libre y perseverando

Cuando una persona recibe liberación de cualquier atadura, bien por influencia o posesión demoníaca, debe prenderse de la mano del Señor Jesucristo, y avanzar. No puede permitir que lo desanimen las circunstancias ni que las dificultades lo lleven a experimentar un revés espiritual. El apóstol Pablo dejó claro que debía seguir adelante, cualquiera fuera la situación: “No que lo haya alcanzado ya, ni que ya sea perfecto; sino que prosigo, por ver si logro asir aquello para lo cual fui también asido por Cristo Jesús. Hermanos, yo mismo no pretendo haberlo ya alcanzado; pero una cosa hago: olvidando ciertamente lo que queda atrás, y extendiéndome a lo que está delante, prosigo a la meta, al premio del supremo llamamiento de Dios en Cristo Jesús. Así que, todos los que somos perfectos, esto mismo sintamos; y si otra cosa sentís, esto también os lo revelará Dios.” (Filipenses 3:12-15, Nueva Versión Internacional)

Esta lección me lleva a recordar una escena del Evangelio que quizá habrá leído muchas veces. Se encuentra en Lucas. Ocurre cuando el Señor Jesús liberta de las ataduras del demonio a un hombre de Gadara, poseído por muchos años en una condición que le llevó ha andar desnudo entre los sepulcros.

“Cuando vio a Jesús, dio un grito y se arrojó a sus pies. Entonces exclamó con fuerza: — ¿Por qué te entrometes, Jesús, Hijo del Dios Altísimo? ¡Te ruego que no me atormentes! Es que Jesús le había ordenado al espíritu maligno que saliera del hombre. Se había apoderado de él muchas veces y, aunque le sujetaban los pies y las manos con cadenas y lo mantenían bajo custodia, rompía las cadenas y el demonio lo arrastraba a lugares solitarios. — ¿Cómo te llamas? — le preguntó Jesús — Legión — respondió, ya que habían entrado en él muchos demonios. Y éstos le suplicaban a Jesús que no los mandara al abismo.Como había una manada grande de cerdos paciendo en la colina, le rogaron a Jesús que los dejara entrar en ellos. Así que él les dio permiso. Y cuando los demonios salieron del hombre, entraron en los cerdos, y la manada se precipitó al lago por el despeñadero y se ahogó.” (Lucas 8: 28-33, Nueva Versión Internacional)

El poder de Dios rompió las cadenas que le mantenían atado, impidiendo que viviera a plenitud. Igual con todos aquellos bajo el dominio de Satanás y sus huestes. A menos que reciban libertad en Cristo, están condenados a una existencia de tormento. Pero, ¡hay esperanza! Dios nos hace libres y quiere que permanezcamos en esa libertad.

Los vecinos no podían creer lo que había ocurrido hasta tal punto que “Al ver lo sucedido, los que cuidaban los cerdos huyeron y dieron la noticia en el pueblo y por los campos, y la gente salió a ver lo que había pasado. Llegaron adonde estaba Jesús y encontraron, sentado a sus pies, al hombre de quien habían salido los demonios. Cuando lo vieron vestido y en su sano juicio, tuvieron miedo.” (Lucas 8:34, 35, Nueva Versión Internacional)

Pero aquí viene algo sobre lo que le invito a pensar: la vida que experimentó aquél hombre desde entonces. Cada día tenía sentido. Ahora todo era nuevo. Por esa razón estaba a los pies del amado Salvador Jesucristo. ¡Quería permanecer con Él siempre!

Igual con todos aquellos que fueron libertados de las cadenas del mundo de las tinieblas. Es fundamental que sigan prendidos de la mano del Señor y Salvador. Él nos permite vencer cuando vienen las tentaciones y si Satanás reincide en su asedio, nos permite resistirle con poder.

Escribir este Nivel inicial del Curso de Guerra Espiritual, que es la primera de muchas otras publicaciones, ha sido una experiencia maravillosa porque además de revisar muchos textos Escriturales, me ha permitido poner a disposición de las iglesias en todos los países de habla hispana, un material que será muy útil para formar grupos locales de intercesión y liberación espiritual.

Gracias a todos aquellos que me alentaron a seguir adelante; a quienes leen nuestras publicaciones en la Internet, en revistas y espacios impresos, como también en programas de radio y televisión, que siempre me han ofrecido la oportunidad de compartir las enseñanzas. Y a mi amada familia, por soportar con comprensión mis largas horas de ausencia tras una libreta de apuntes, un computador portátil o simplemente en ese mundo intangible de la imaginación, procurando encontrar las palabras apropiadas para expresar las enseñanzas de forma sencilla y clara.

Mi oración a Dios es que el material resulte útil para su vida, ministerio y de quienes— tras aprender los principios contenidos en este curso— encontrarán libertad en Jesucristo, para perseverar en esa libertad de toda atadura…Fernando Alexis Jiménez

Publicado en: Guerra Espiritual


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